La Organización Mundial de la Salud alerta de que no existe un umbral seguro de consumo de alcohol

Jordi Piqué
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Recomienda introducir información sanitaria sobre el riesgo de cáncer en el etiquetado de las bebidas alcohólicas, como se hace con el tabaco

En una declaración reciente, publicada en la revista The Lancet Public Health, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que cualquier consumo de alcohol, por moderado que sea, entraña un riesgo que afecta a la salud de las personas. De este modo, se señala que no existe un umbral a partir del cual los efectos del alcohol dejen de ser perjudiciales. Eso sí, cuanto más elevado sea el consumo de alcohol, mayor riesgo y daño para la salud.

El alcohol es una sustancia tóxica, psicoactiva y que produce dependencia. Los riesgos y daños generales derivados de su consumo se han evaluado de modo sistemático y están bien documentados. El consumo de bebidas alcohólicas constituye uno de los principales factores de riesgo de mortalidad prematura y discapacidad debido a su relación causal con múltiples problemas de salud (dependencia del alcohol, cirrosis hepática y otras enfermedades no transmisibles y trastornos mentales), entre los que también se incluyen las lesiones no intencionadas y los suicidios.

Por otra parte, hace décadas que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en sus siglas en inglés) clasificó el alcohol como carcinógeno del grupo 1 (el de mayor riesgo), en el que también se incluyen el amianto, la radiación y el tabaco. En concreto, causa al menos siete tipos de cáncer, entre los que se incluyen el de esófago, hígado, intestino, colorrectal y el de mama (en mujeres). Todas las bebidas alcohólicas contienen etanol –un tipo de alcohol responsable de los efectos psicoactivos– en diferentes concentraciones. La graduación de una bebida indica, aproximadamente, el volumen de etanol que contiene. El etanol provoca cáncer a través de mecanismos biológicos, ya que el compuesto se descompone en el organismo, lo que significa que cualquier bebida que contenga alcohol, independientemente de su precio y calidad, supone un riesgo de desarrollar cáncer.

Aunque este riesgo aumenta de forma sustancial cuanto más alcohol se consume, los últimos datos disponibles indican que la mitad de todos los cánceres atribuibles al alcohol en la región europea de la OMS están causados por un consumo entre ligero y moderado de bebidas alcohólicas (menos de 1,5 litros de vino o menos de 3,5 litros de cerveza o menos de 450 mililitros de otras bebidas de mayor graduación a la semana). En la Unión Europea (UE), el consumo ligero-moderado alcohol se asoció con casi 23.000 nuevos casos de cáncer en 2017, y representaron el 13,3% de todos los cánceres atribuibles al alcohol y el 2,3% de todos los casos de los siete tipos de cáncer relacionados con el alcohol.

Este patrón de consumo resultó responsable de la mayoría de cánceres de mama atribuibles al consumo de alcohol en mujeres (aproximadamente 11.000 casos). Además, más de un tercio de los casos de cáncer atribuidos a un consumo ligero-moderado de alcohol (en torno a 8.500 casos) estaban asociados a un nivel de consumo ligero de alcohol (<10 g/día).

Hay que recordar que el cáncer es la principal causa de muerte de la UE –con una tasa de incidencia en constante aumento– y que la mayoría de todas las muertes atribuibles al alcohol se deben a distintos tipos de cáncer.

Para determinar que existe un nivel “seguro” de consumo de alcohol, las pruebas científicas válidas tendrían que demostrar que, a un determinado nivel y por debajo de él, no existe riesgo de enfermedad o lesión asociado al consumo de alcohol. La nueva declaración de la OMS aclara que las pruebas actualmente disponibles no pueden indicar la existencia de un umbral a partir del cual los efectos cancerígenos del alcohol surjan y empiecen a manifestarse en el cuerpo humano.

Además, no existen estudios que demuestren que los posibles efectos beneficiosos del consumo ligero-moderado de alcohol sobre las enfermedades cardiovasculares y la diabetes de tipo 2 superen el riesgo de cáncer asociado a estos mismos niveles de consumo de alcohol para los consumidores individuales.

Así pues, no se puede hablar de un supuesto nivel seguro de consumo de alcohol. No importa cuánto se beba: el riesgo para la salud del bebedor empieza desde la primera gota de cualquier bebida alcohólica. Lo único que se puede afirmar con seguridad es que cuanto más se bebe, más perjudicial es, o, dicho de otro modo, cuanto menos se bebe, más seguro es.

A pesar de ello, la cuestión de los efectos beneficiosos del alcohol ha sido un tema polémico en la investigación durante años. Los posibles efectos protectores del consumo de alcohol, sugeridos por algunos estudios, están estrechamente relacionados con los grupos de comparación elegidos y los métodos estadísticos utilizados, y pueden no tener en cuenta otros factores relevantes.

A nivel mundial, la región europea de la OMS tiene el mayor nivel de consumo de alcohol y la mayor proporción de bebedores en la población. Más de 200 millones de personas de esta región corren riesgo de desarrollar un cáncer atribuible al alcohol. Además, es importante señalar que las personas jóvenes se ven afectadas de forma desproporcionada por el consumo de alcohol en comparación con las mayores. Entre el 13% y el 5% de todas las muertes entre las personas de 20 a 39 años se atribuyen al alcohol.

Por otra parte, las poblaciones desfavorecidas y vulnerables presentan tasas más elevadas de mortalidad y hospitalización relacionadas con el alcohol, ya que los daños derivados de una determinada cantidad y pauta de consumo son mayores para los bebedores más pobres y sus familias que para los bebedores más ricos de cualquier sociedad. Así pues, cuando hablamos de posibles niveles de consumo de alcohol supuestamente más seguros o de sus efectos protectores, estamos ignorando el panorama general de los daños del alcohol en nuestra región y en el mundo.

En las personas con el VIH, el alcohol supone la principal sustancia de consumo abusivo (véase InfoVIHtal 184: Alcohol y VIH ). Así, aunque tengan un consumo ligero-moderado, estas personas experimentan una mayor probabilidad de desarrollar daños fisiológicos que las personas sin el VIH que beben alcohol. No existiendo un umbral de seguridad en cuanto al consumo de alcohol para ninguna persona -como indica en esta declaración la OMS-, el límite de consumo de bajo riesgo en las personas con el VIH debería ser más bajo que entre la población sin el virus (inferior a 20 g/día para hombres y a 10 g/día para mujeres).

Finalmente, en la declaración se señala que, aunque está bien establecido que el alcohol puede causar cáncer, este hecho todavía no es ampliamente conocido por el público en la mayoría de los países. En este sentido, se insta a introducir información sanitaria sobre el cáncer en las etiquetas de las bebidas alcohólicas, siguiendo el ejemplo de los productos del tabaco. Asimismo, se indica que se necesitan profesionales sanitarios capacitados y formados que se sientan cómodos informando a sus pacientes sobre el alcohol y el riesgo de cáncer, así como una amplia concienciación general sobre este tema en países y comunidades.

Fuente: WHO / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Anderson BO, Berdzuli N, Ilbawi A, Kestel D, Kluge HP, Krech R, et al. Health and cancer risks associated with low levels of alcohol consumption. Volume 8, issue 1, E6-E7, january 2023 DOI: https://doi.org/10.1016/S2468-2667(22)00317-6

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