Las mujeres con el VIH necesitarían una mejor formación sobre el manejo de los síntomas de la menopausia

Jordi Piqué
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Existe un escaso conocimiento y aceptación de la terapia hormonal sustitutiva o de los estrógenos tópicos incluso en presencia de síntomas menopáusicos significativos

Un estudio británico, cuyos resultados se han publicado en la revista HIV Medicine, ha revelado que tanto las mujeres con el VIH de Reino Unido como los profesionales sanitarios que las atienden, necesitan una mejor formación sobre la sintomatología de la menopausia y las opciones para su manejo. Es preciso que los médicos conozcan mejor las barreras que impiden a las mujeres de mediana edad y mayores con el VIH recibir tratamientos para aliviar los síntomas menopáusicos y que estas puedan acceder a recursos que les permitan maximizar su salud y bienestar.

Es bien sabido que las mujeres están infrarrepresentadas en la investigación médica. La infección por el VIH no es una excepción. Esto es así a pesar de que las mujeres constituyen algo más de la mitad de la población mundial de personas con el VIH. En el Reino Unido, una de cada tres mujeres con el VIH tiene más de 50 años. Se sabe aún menos sobre los hombres trans, las personas no binarias y cualquier otra persona con ovarios. Las mujeres con el VIH suelen acceder a la atención de la menopausia a través de la atención primaria. Aunque los avances médicos y el acceso a la medicación implican que más personas envejecerán con el VIH, poco se sabe sobre la menopausia en el contexto de la infección por el VIH. Además, las directrices sobre el manejo de la menopausia en las personas con el VIH se han introducido de forma reciente.

Por lo general, los síntomas de la menopausia comienzan entre los 45 y los 55 años de edad. La menopausia se asocia con ciclos menstruales (reglas) irregulares que acaban cesando; sin embargo, puede venir acompañada de otros cambios físicos y psicológicos que pueden afectar a la calidad de vida. Antes de que la menstruación desaparezca por completo, pueden aparecer otros síntomas. Esta etapa se denomina perimenopausia. Los síntomas de la perimenopausia pueden ser somáticos (síntomas corporales), urogenitales (síntomas que afectan a la vagina o la vulva) o psicológicos y pueden tener un impacto significativo en las actividades cotidianas y en la calidad de vida.

La terapia hormonal sustitutiva (THS) y los estrógenos tópicos (en forma de cremas y dispositivos plásticos) permiten tratar y manejar con eficacia los síntomas de la menopausia. La THS sustituye a las hormonas que se reducen con la edad y está disponible en forma de comprimidos, parches o gel. Por su parte, los estrógenos tópicos se pueden utilizar para aliviar los síntomas vaginales, como el picor, la sequedad o el ardor.

La menopausia se define como los 12 meses posteriores a la última menstruación. Sin embargo, los síntomas menopáusicos pueden continuar después de la retirada del ciclo menstrual.

Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores del University College de Londres (Reino Unido) realizó el estudio PRIME (siglas en inglés de Transiciones positivas a través de la menopausia; véase La Noticia del Día 07/06/2018), con el objetivo de hallar vínculos entre la menopausia y una serie de factores que experimentan las mujeres con el VIH, como la situación sentimental, el estilo de vida y los factores socioeconómicos.

De un total de 1.312 mujeres con el VIH analizadas, finalmente se incluyeron 847 de ellas para el estudio. Se seleccionaron a través de 21 centros del sistema público de salud de Reino Unido (NHS, en sus siglas en inglés) que proporcionan servicios de atención del VIH. Todas las participantes tenían entre 45 y 60 años y habían sido asignadas al nacer al sexo femenino.

No fueran elegibles las mujeres que habían recibido quimioterapia o anticonceptivos hormonales en los últimos seis meses. Tampoco las que habían tenido su último periodo hacía más de cinco años, ni las mujeres que se habían sometido a una menopausia quirúrgica.

El estudio consistió en una encuesta transversal en papel que debían autocumplimentar las participantes. Se pidió a las mujeres que compartieran información sobre factores demográficos y/o sociales (edad, origen étnico, nacidas en Reino Unido o inmigrantes, empleo, situación sentimental y económica, nivel de estudios), comorbilidades (hepatitis B y/o C, hipertensión, diabetes, eventos cardiovasculares, accidente cerebrovascular, osteoporosis, cáncer de mama), estilo de vida actual (tabaquismo, consumo de drogas recreativas, consumo de alcohol -se evaluó mediante la prueba AUDIT-C-), historial del VIH (años desde que recibieron el diagnóstico, recuento más reciente de CD4 y determinación de carga viral), síntomas relacionados con la menopausia [evaluados mediante la Escala de Valoración de la Menopausia (MRS, en sus siglas en inglés) y conducta de búsqueda de atención médica relacionada con problemas de la menopausia (conocimiento y uso de terapias hormonales).

El estado de menopausia de las participantes se determinó a partir del patrón menstrual autodeclarado (sin confirmación biológica). Se establecieron tres grupos: premenopáusicas -con menstruación regular- (n= 177; 20,4%), perimenopáusicas -con ciclos menstruales irregulares durante los 2 años anteriores– (n= 373; 43,0%) o posmenopáusicas –ausencia de menstruación [amenorrea] durante 12 meses o más (n= 297, 34,2%)–. Se excluyó a 21 mujeres en las que no se pudo determinar su estado menopáusico.

La edad media de los participantes era de 49 años (rango intercuartil [RIC]: 47-52), En su mayor parte eran de raza negra africana (72%), siendo el segundo grupo étnico más numeroso el blanco (13%). Mayoritariamente, las mujeres encuestadas habían nacido fuera del Reino Unido (85%), y el 5% de este grupo de mujeres se hallaba en una situación inmigratoria precaria. La mediana de edad en el momento del último ciclo menstrual fue de 54 años (RIC: 51-55). Una cuarta parte de las mujeres tuvo su última menstruación antes de los 51 años y la mitad la tuvo después de los 53.

La mayoría (88,7%) de las mujeres había completado algún tipo de educación y más del 40% tenían estudios universitarios. Dos tercios declararon tener algún tipo de empleo (un 49,3% a tiempo completo y un 17,2% a tiempo parcial). Algo más de la mitad de las mujeres (53,0%) indicaron tener una relación actual (el 32,7% convivía con una pareja y el 20,3%, no).

Algunas mujeres de los tres grupos manifestaron síntomas graves relacionados con la menopausia (alrededor de un tercio de las mujeres peri- y posmenopáusicas y el 10% de las mujeres premenopáusicas).Aunque el 46% de las participantes con síntomas somáticos había oído hablar de la terapia hormonal sustitutoria, solo el 9% la había utilizado. Únicamente el 6% de las mujeres con problemas vaginales había utilizado estrógenos tópicos. Esto demuestra una necesidad educativa no satisfecha, que impide a las mujeres tomar decisiones informadas.

Al contrario que otros estudios, los autores no pudieron establecer una relación entre el estado menopáusico y el recuento de CD4. La mayoría de las mujeres en todos los estadios de la menopausia tenían un recuento de CD4 elevado (más de 500 copias/mm3). Por otro lado, un mayor número de mujeres posmenopáusicas tenían una carga viral elevada (más de 100.000 copias/mL). Este es el primer estudio que informa sobre una asociación entre la carga viral de inicio y la menopausia.

Los investigadores hallaron una asociación entre el estado de la menopausia y estar en una relación de pareja. Así, las mujeres en una relación sentimental no convivencial tenían más probabilidades de ser premenopáusicas. Estudios anteriores han demostrado que las mujeres casadas alcanzan la menopausia a una edad más tardía. Los resultados del estudio revelaron también una relación entre la situación laboral y el estado de la menopausia, siendo más probable quelas mujeres desempleadas fueran posmenopáusicas y que una mayor proporción de mujeres premenopáusicas tuvieran algún tipo de trabajo.

No se determinó en el estudio ninguna asociación entre el estado menopáusico y los factores de estilo de vida, particularmente el tabaquismo, que ha sido bien documentado como asociado con la menopausia temprana en mujeres con el VIH y en la población general.

El estudio ofrece una instantánea de la vida de sus participantes, pero los datos no se pueden utilizar para determinar la secuencia de los acontecimientos, ni la causa o el efecto. Además, como las mujeres que toman anticonceptivos hormonales no pudieron participar en el estudio, no está claro cómo experimenta este grupo los síntomas de la menopausia. Las personas transgénero y no binarias no fueron incluidas en el estudio, por lo que su experiencia de la menopausia tampoco quedó reflejada.

Como conclusión, los investigadores señalan que los hallazgos de su estudio subrayan la importancia de educar tanto a las mujeres con el VIH como a sus médicos sobre los síntomas de la menopausia y las opciones para su manejo. Consideran positivo el desarrollo de recursos y apoyo adaptado para las mujeres mayores con el VIH, que las capaciten para maximizar su propia salud y bienestar al llegar a la mediana edad y a edades superiores. Por otra parte, indican que es preciso realizar más estudios para comprender mejor los síntomas de la menopausia en el contexto de la infección por el VIH.

Fuente:Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH)

Referencia:Okhai H et al. Menopausal status, age and management among women living with HIV in the UK. HIV Medicine. 00: 1–9, 7 June 2021 (open access). https://doi.org/10.1111/hiv.13138

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