Seguridad, alimentación, atención médica y transporte: obstáculos a la adhesión en una zona en conflicto

Michael Carter

El transporte, las preocupaciones por la seguridad personal, la debilidad de las infraestructuras sanitarias y la inseguridad alimentaria constituyen barreras para la adhesión a la terapia antirretroviral (TARV) en la zona conflictiva del norte de Uganda (África Oriental), según informa un equipo internacional de investigadores en la edición de 12 de septiembre de la revista AIDS.

La declaración de Tshabalala-Msimang se basó en una encuesta nacional de prevalencia del VIH entre las mujeres embarazadas, que los expertos describen como muy defectuosa.

El informe, publicado el 29 de agosto en el sitio web del Departamento de Salud, afirma que la prevalencia entre las mujeres embarazadas disminuyó del 29,1% en 2006 al 28% en 2007.

El profesor Rob Dorrington, un experto en demografía de la Universidad de Ciudad del Cabo, junto con su colaborador, el profesor David Bourne, señalaron en una carta publicada en el South African Medical Journal (SAMJ) que la encuesta de 2007 empleó no sólo una metodología radicalmente distinta a la de 2006, sino también “manifiestamente errónea”.

Los autores detectaron un problema cuando notaron que los cambios en la prevalencia por grupo de edad no coincidían con la prevalencia general y que las cifras por distrito no cuadraban con los cálculos por provincias.

Dedujeron que, en 2006, para realizar los cálculos de prevalencia de las nueve provincias del país simplemente se sumaron los resultados de las clínicas prenatales de los distritos, pero en 2007, el departamento de salud empezó a ponderar las cifras provinciales de acuerdo con los grupos de edad, empleando las cifras de distribución por edades en la población general.

Dorrington y Bourne describen la nueva metodología como “claramente problemática”, ya que la distribución por edades de las mujeres que acuden a las clínicas prenatales es muy distinta a la de la población femenina general.

“Dado que la prevalencia de VIH también sigue un marcado patrón de edad y que es menor entre los grupos más jóvenes y más viejos, el uso de toda la población de mujeres para ponderar de nuevo los datos conducirá, inevitablemente, a que se subestime la prevalencia de las que acuden a las clínicas prenatales públicas”, escriben.

Tras volver a calcular las cifras de 2007, empleando el mismo método aplicado en los datos de 2006, los autores valoran que la prevalencia del VIH entre las mujeres embarazadas es del 29,4%. Las cifras de prevalencia prenatal se utilizan en combinación con las de otras encuestas y modelos matemáticos para determinar la prevalencia del virus entre la población general, pero los datos revisados sugieren que el número de personas que viven con VIH en Sudáfrica probablemente no ha descendido.

Dorrington y Bourne también calcularon de nuevo los datos de cada una de las provincias y descubrieron que la ponderación por edad había dado lugar a “resultados absurdos”, especialmente en la Provincia Occidental del Cabo, donde la prevalencia disminuyó de un 15,1% en 2006 a un 12,6% en 2007, según la encuesta.

En realidad, sólo dos distritos de la provincia mostraron unos descensos reducidos; después de contabilizar en su totalidad los datos de todos los distritos, los autores calcularon una tasa de prevalencia del 15,3%.

La Campaña de Acción por los Tratamientos (TAC, en sus siglas en inglés), un grupo de presión nacional que trabaja en el campo del sida, realizó recientemente una declaración en la que afirmaba que el Departamento de Salud había “cometido un error o engañado al público”, al no declarar el cambio de metodología en el informe de 2007.

El análisis de este tipo de datos parece quedar cada vez más allá de las capacidades del Departamento de Salud. La portavoz de la TAC, Lesley Odendal, recomendó que las declaraciones del ministro de Sanidad respecto al descenso de la prevalencia del VIH “sean tratadas con escepticismo”.

También señaló que incluso un ligero aumento de la prevalencia no indicaría de manera necesaria que la epidemia de VIH haya empeorado. “En los últimos años, se ha vuelto extremadamente difícil interpretar el significado de la prevalencia por dos motivos: la epidemia de VIH ha madurado para convertirse en una epidemia de sida [en la que mueren más personas] y el tratamiento antirretroviral está ayudando a que las personas con VIH vivan mucho más tiempo”, indicó Odental.

En su carta al SAMJ, Dorrington y Bourne destacan que la encuesta mantuvo un “sorprendente silencio” respecto al impacto sobre la prevalencia de la terapia antirretroviral, un factor que prolonga la vida.

Cerca de 500.000 personas con VIH se han beneficiado en Sudáfrica del acceso al tratamiento antirretroviral, lo que realmente podría provocar un aumento de la prevalencia, dependiendo de las tasas de mortalidad, pero la encuesta de 2007 revisó a la baja el número total de personas con VIH de 5,41 millones en 2006 a 5,27 en 2007.

Dorrington y Bourne concluyen que “el análisis de estos datos parece quedar cada vez más allá de las capacidades del Departamento de Salud”, y recomiendan que el gobierno aproveche la ayuda de la comunidad científica más amplia para interpretar las futuras cifras sobre la prevalencia.

El Departamento de Sanidad declaró que hará pública una declaración en respuesta a las críticas.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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