EASL 2018: Se observa una mejora de la fatiga y la calidad de vida tras la curación de la hepatitis C

Jordi Piqué
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El tratamiento de la fatiga tras la curación de la infección por el VHC debe centrarse en el manejo clínico de las comorbilidades como la depresión, el insomnio y la diabetes tipo 2

De acuerdo con los resultados de dos estudios estadounidenses, los pacientes con cirrosis hepática autorreportan una mejora de la fatiga, la vitalidad y la salud mental de forma sustancial en los dos años posteriores a la curación de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC). Sin embargo, los pacientes con cirrosis tienen menos probabilidades que otros de experimentar una resolución rápida de la fatiga grave después de un tratamiento exitoso de la hepatitis C. Estos hallazgos se dieron a conocer el mes pasado en el Congreso Internacional del Hígado (EASL 2018) celebrado en París (Francia).

Es un hecho contrastado que la calidad de vida de las personas con hepatitis C crónica puede verse gravemente afectada, sobre todo en aquellas que presentan cirrosis. Una proporción sustancial de personas con hepatitis C revela sufrir fatiga, insomnio, problemas en el funcionamiento físico, depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo. A menudo estos pacientes indican experimentar dificultades para pensar -falta de concentración y confusión-, pero se desconoce el mecanismo biológico que conduce a este problema.

Los problemas en cuanto a calidad de vida más graves son causados por la encefalopatía hepática, que se desarrolla cuando el hígado dañado comienza a perder su capacidad para eliminar el amoníaco y otras toxinas de la sangre. La mala concentración, el insomnio, la ansiedad, la fatiga, el movimiento lento y la depresión pueden estar presentes en personas con encefalopatía hepática.

En general, la mejora en la calidad de vida que experimentan las personas con la hepatitis C después del tratamiento es muy importante.

Los dos estudios presentados en la EASL fueron realizados por el Centro de Investigación sobre Resultados en Enfermedades Hepáticas (CLDQ, EE UU),

En el primero se analizó las mejoras en la calidad de vida de 786 personas con el VHC y cirrosis (650 pacientes con cirrosis compensada y 136 con cirrosis descompensada) que recibieron tratamiento en 12 ensayos clínicos y que fueron inscritas para realizar el seguimiento a largo plazo después de curar la hepatitis C (tras haber obtenido la respuesta virológica sostenida a las 12 semanas, RVS12, sinónimo de curación de la hepatitis C).

A los participantes de este estudio de seguimiento se les pidió que calificaran su salud física y mental utilizando el cuestionario SF-36 cada seis meses durante dos años (96 semanas).

Las personas con cirrosis descompensada fueron significativamente más propensas a informar de insomnio, encefalopatía hepática y ascitis, pero no lo fueron de indicar fatiga, depresión, ansiedad o diabetes al inicio del estudio. Cuando las puntuaciones de los resultados informados por los pacientes fueron computadas como un todo, las personas con cirrosis descompensada tenían más probabilidades de presentar una discapacidad grave que aquellas con cirrosis compensada antes del tratamiento (p <0,05).

Durante el período de seguimiento, los pacientes con cirrosis descompensada comunicaron mejoras significativas en 11 de los 20 dominios de sus resultados. La mejora promedio en la puntuación varió de 4% a 19% según el dominio. Las personas con cirrosis compensada revelaron una mejora más completa en los resultados (en 19 de 20 dominios) pero de una magnitud similar (una mejora del 2% al 17% en la puntuación según el dominio).

El análisis multivariable evidenció que el hecho de ser más joven y la ausencia de diabetes y de cirrosis descompensada se asociaron con mejoras más importantes en los resultados comunicados por los pacientes (p <0,05).

Un segundo análisis, de fase 2, y tres ensayos sobre regímenes de tratamiento basados en sofosbuvir (Sovaldi®) revelaron que la fatiga mejoró en más de la mitad de las personas que habían curado la hepatitis C en esos ensayos.

Los estudios incluyeron a 6.113 personas que se curaron de la hepatitis C y que proporcionaron puntuaciones sobre fatiga antes del tratamiento y en las 12 semanas posteriores a su finalización (RVS12).

Un 34% de los participantes tenían cirrosis compensada y presentaban al ingresar en el estudio una mediana en el índice APRI de 1,2 –que indica cierto grado de fibrosis-. El índice APRI es una herramienta utilizada para predecir el riesgo de fibrosis hepática y eventualmente para reducir ese riesgo con intervenciones terapéuticas. Se trata de un índice que relaciona el nivel de aspartato aminotransferasa [AST] con el de plaquetas para evaluar el nivel de fibrosis hepática: un índice <0,5 indica ausencia de fibrosis significativa; 0,5-1,5, fibrosis probable; >1,5 indica fibrosis significativa. El 9% de los pacientes presentaban coinfección por el VIH.

Por otra parte, se pidió a los participantes en el momento de ser incluidos en el estudio que valoraran sus niveles de fatiga (del 1 al 5) en un cuestionario de 13 puntos (escala FACIT-F) para evaluar cómo la fatiga y el grado de cansancio afectaban a su vida cotidiana. El 23% de los participantes presentaban fatiga grave al inicio del estudio (obtuvieron una puntuación inferior a 30 en la escala FACIT-F).

En el momento de la visita de seguimiento a la semana 12 (RVS12), el 42% de los pacientes con fatiga grave aún la tenían, el 45% habían experimentado alguna mejoría y el 12% habían alcanzado una mejora que indicaba una fatiga mínima o nula.

Es más probable que la fatiga mejore en personas más jóvenes, sin cirrosis y en aquellos pacientes que presentan menos comorbilidades. La depresión, la ansiedad y el insomnio se asociaron especialmente con la falta de mejora, al igual que la diabetes tipo 2, la cirrosis y la coinfección por el VIH. Las personas con coinfección por el VIH tenían casi un 60% menos de probabilidades de experimentar una mejoría de fatiga grave a fatiga mínima o nula en comparación con aquellas sin infección por VIH (cociente de probabilidades (CP): 0,421; IC del 95% (IC95%): 0,18-0,98; p= 0,046) y alrededor del 63% más de probabilidades de no experimentar ninguna mejora de la fatiga grave (CP: 1,63; IC95% 1,06-2,5; p= 0,025). Las personas con cirrosis tenían aproximadamente un 35% menos de probabilidades de alcanzar una recuperación rápida de la fatiga grave (CP: 0,66; IC95%: 0,45-095; p = 0,026).

El seguimiento a largo plazo de las personas con fatiga grave sería útil para comprender de modo más claro la probabilidad de mejora más allá de la visita de seguimiento a la semana 12 tras la curación de la hepatitis C (RVS12), el ritmo de recuperación y los factores de riesgo a largo plazo para la fatiga persistente después de curar la hepatitis C.

Los investigadores comentaron que el tratamiento de la fatiga después de la cura de la hepatitis C debe centrarse en las comorbilidades que contribuyen a la fatiga, como la depresión, el insomnio y la diabetes tipo 2. Los hallazgos también sugieren que incluso en ausencia de encefalopatía hepática, la fatiga en las personas con hepatitis C constituye un fenómeno asociado al hígado más que una consecuencia de la replicación viral.

Fuente: Aidsmap/ Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencias: Younossi Z et al. The impact of sustained virologic response on severe fatigue in patients with hepatitis C: the role of HCV viremia and co-morbidities. The International Liver Congress, Paris, abstract FRI-374, 2018. Journal of Hepatology 68: S531, 2018.

Younossi Z et al. Sustainable improvement in PROs in cirrhotic patients with HCV who achieved SVR. The International Liver Congress, Paris, abstract FRI-373, 2018. Journal of Hepatology 68: S530, 2018.

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