Posibles tratamientos para las complicaciones metabólicas

Joan Tallada
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La pioglitazona y la leptina ofrecen buenos resultados preliminares

Las complicaciones metabólicas son uno de los aspectos más complejos relacionados con el VIH y sus tratamientos. Su caracterización no obedece a patrones cerrados y todos los intentos de establecer una definición universalmente válida han sido puestos en solfa por casos concretos que entraban en contradicción.

Estas complicaciones pueden presentarse con alteraciones de parámetros tales como el colesterol total, el de baja densidad (HDL), el de alta densidad (LDL), los triglicéridos, el nivel de glucosa y la resistencia a la insulina, por ejemplo. Además, pueden o no acompañarse de cambios morfológicos como acumulación de grasa visceral en vientre o morrillo, pérdida de grasa subcutánea en extremidades y rostro, o una combinación de ambas.

Hasta ahora ha habido múltiples intentos de establecer la causa de estas complicaciones, y aunque existen numerosas evidencias que las asocian con la terapia antirretroviral, e incluso con ciertas combinaciones de fármacos, lo cierto es que también se conjetura que puedan tener relación con el propio VIH o con otros factores de predisposición, o que sea una mezcla de varios elementos.

Paralelamente, los esfuerzos por encontrar intervenciones terapéuticas que pudieran evitar, revertir o corregir estas complicaciones han tenido un éxito desigual. Mientras que la prevención basada en la evitación o sustitución de medicación antirretroviral específica o la reparación quirúrgica de la pérdida de grasa facial han arrojado resultados esperanzadores, la toma de fármacos hipolipemiantes o el cambio en hábitos de vida han supuesto cambios en el mejor de los casos discretos, en términos generales.

Sin embargo, se sigue estudiando con interés qué podría hacerse para mejorar estos síntomas. Dos nuevos estudios presentados en el VIII Taller sobre Reacciones Farmacológicas Adversas y Lipodistrofia que se está celebrando en San Francisco, EE UU, proporcionan datos preliminares que resultan esperanzadores, aunque todavía necesitan ser confirmados por ensayos más amplios y mayor duración.

El estudio francés Lipiot (o ANRS 113) presentado por Jacqueline Capeau de París, Francia, ha evaluado el efecto de utilizar la pioglitazona sobre la grasa de las extremidades en personas con lipodistrofia asociada al VIH. En concreto, se administraba 30mg de esta sustancia una vez al día a personas con lipoatrofia que estuvieran en terapia antirretroviral estable, y se comprobaba su efecto sobre la masa grasa de las extremidades y los niveles de adipoquinas a lo largo de 48 semanas.

Participó un total de 130 pacientes, de los que 64 se repartieron de forma aletoria a recibir pioglitazona y 66 al grupo placebo. Además, en torno al 28% estaba tomando d4T (estavudina), con un reparto equilibrado entre ambos grupos.

Al cabo de 48 semanas, el uso diario de 30mg de pioglitazona tuvo un efecto beneficioso sobre la masa grasa de las extremidades con un aumento medio de 380g, frente a la falta de cambios en el grupo control. No hubo por el contrario modificaciones en el perfil de lípidos a excepción de un aumento favorable en el colesterol HDL (de alta densidad, o “bueno”). Tampoco se dieron efectos adversos significativos asociados con el uso de pioglitazona.

Más en concreto, quienes tomaron pioglitazona pero no estavudina tuvieron un incremento medio de 450g en la grasa de las extremidades, algo que no se observó en las personas que seguían una combinación que incluyera estavudina.

Según las conclusiones detalladas por Hootan Khatami de California, en EE UU, el tratamiento con leptina fue bien tolerado y consiguió mejorar la dislipidemia: hubo descensos del colesterol total, el LDL y el no-HDL, mientras que el HDL tenía tendencia a ascender. También se observó un descenso de la lipólisis, lo que sugiere un efecto sobre el tejido adiposo.

La grasa visceral descendió en los ocho individuos participantes, y no se observó una exacerbación de la lipoatrofia periférica. No obstante, el número de sujetos es demasiado pequeño como para derivar conclusiones, por lo que se requiere un estudio más poblado para confirmar este beneficio de la leptina.

Fuente: NATAP.
Referencia:8th Intl Workshop on Adverse Drug Reactions & Lipodystrophy in HIV. San Francisco, Sept 26, 2006

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