La donación de órganos entre personas con VIH podría reducir la mortalidad de esta población en la lista de espera

Francesc Martínez
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Aunque existirían ciertos riesgos, los beneficios aportados por la estrategia podrían ser superiores

Según un estudio publicado en la edición digital de American Journal of Transplantation, acabar con la prohibición de que los pacientes con VIH puedan donar órganos podría acabar con las listas de espera de trasplantes en la comunidad seropositiva.

La prohibición de que las personas con VIH donaran órganos se instauró en la década de 1980, de forma simultánea a la prohibición de donar sangre. De hecho, en aquella época, los individuos afectados por esta infección no podían ni recibir órganos, puesto que no se consideraban candidatos adecuados por su corta esperanza de vida.

La llegada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), durante la segunda mitad de la década de 1990, cambió las cosas y permitió el acceso de los pacientes con VIH a las donaciones de órganos.

Los autores del presente estudio partieron de la hipótesis de que dar un paso más, esto es, permitir que personas con VIH puedan donar órganos a otras personas seropositivas, podría acortar considerablemente las listas de espera dentro del colectivo y, probablemente, la mortalidad mientras esperan la recepción de un órgano. En Sudáfrica, donde existe escasez de órganos, ya se ha ensayado esta estrategia y se han obtenido buenos resultados.

Para determinar el potencial impacto que podría tener la finalización de la prohibición en EE UU, los investigadores analizaron los datos de dos amplios registros estadounidenses de personas con VIH: el perteneciente al Nationwide Inpatient Study (Estudio Nacional sobre Pacientes Hospitalizados) y el asociado a la HIV Research Network (Red de Investigación sobre VIH). A partir de los datos extraídos, se calcularon el número de muertes de pacientes seropositivos que podrían haber proporcionado órganos viables para ser trasplantados.

El número de este tipo de fallecimientos fue similar en ambos estudios, de alrededor de 500 pacientes anuales en cada uno de ellos entre los años 2005 y 2008. Los autores consideraron suficiente este número de potenciales órganos para acabar con las listas de espera en la comunidad seropositiva.

Aunque un órgano de una persona con VIH no podría ser trasplantado a una no infectada, la disminución del número de pacientes afectados por la infección en las listas de espera también favorecería a las personas seronegativas, dado que accederían con mayor facilidad a los órganos donados por individuos sin VIH.

Sin embargo, el hecho de permitir la donación de órganos a personas sin VIH conllevaría ciertos riesgos ante los cuales deberían extremarse las precauciones. Así, los órganos podrían identificarse de forma incorrecta y trasplantarse a un individuo no infectado por este virus. Por otro lado, las cepas de virus del donante podrían volverse más virulentas en el organismo de quien reciba el órgano o ser resistentes a la TARGA seguida por el receptor. También cabe tener en cuenta que determinados órganos -como por ejemplo, el hígado o los riñones- podrían estar deteriorados debido a la propia infección por VIH o a causa del uso crónico de fármacos antirretrovirales.

No obstante, en opinión de los investigadores, dada la elevada necesidad de órganos en la comunidad seropositiva, estos riesgos deberían ser evaluados por los médicos caso a caso, sin negar de entrada los enormes beneficios que podría comportar el permitir la donación de órganos entre pacientes con VIH.

Fuente: Aidsmeds.
Referencia: Boyarsky BJ, Hall EC, Singer AL et al. Estimating the Potential Pool of HIV-Infected Deceased Organ Donors in the United States. Am J Transplant. 2011 Mar 28. [Epub ahead of print].

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