COVID-19: Debería priorizarse la vacunación en personas con cirrosis avanzada e inmunodeprimidas con trasplante hepático

Jordi Piqué
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A falta de evidencia sólida, se recomienda hacer un seguimiento específico de la eficacia y seguridad de las vacunas frente a la COVID-19 en pacientes trasplantados con el fin de establecer recomendaciones específicas

La revisión de la evidencia disponible ha llevado a un grupo internacional de hepatólogos a afirmar que las personas con cirrosis descompensada deberían tener prioridad en las estrategias de vacunación frente al SARS-CoV-2 y que los fármacos inmunosupresores que toman los pacientes tras recibir un trasplante hepático no deberían ser una contraindicación para la vacunación. Los resultados de este articulo de revisión de la evidencia disponible han sido publicados en la revista Lancet Gastroenterology and Hepatology.

Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, el desarrollo de la vacuna frente al SARS-CoV-2 ha progresado a un ritmo sin precedentes. Se ha analizado la influencia de determinados fenotipos específicos de la enfermedad hepática, incluidos el trasplante de hígado y la inmunodepresión, en la susceptibilidad y desarrollo de la COVID-19. Es importante señalar además que la tasa de mortalidad por el virus SARS-CoV-2 es más alta en personas con hepatopatía y que la cirrosis avanzada se ha asociado a un mayor riesgo de muerte por la COVID-19 (véase La Noticia del Día 03-06-20). Sin embargo, poco se sabe de la eficacia de la vacuna frente a la COVID-19 en personas con enfermedad hepática crónica o con inmunodepresión tras un trasplante hepático.

Con el objetivo de arrojar un poco de luz sobre esta cuestión, un grupo internacional de hepatólogos realizó una revisión de los estudios de vacunas en los que fueron incluidos personas con enfermedad hepáticas. Estas personas fueron incluidas en los ensayos de las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna, pero se las excluyó de los ensayos de la vacuna de Oxford/AstraZeneca. Por otra parte, los ensayos de las tres vacunas descartaron a las personas que tomaban fármacos inmunosupresores tras recibir un trasplante de hígado y las que presentaban enfermedades hepáticas autoinmunes. La presente revisión no analizó la vacuna desarrollada por el fabricante chino Sinopharm, que ya se utiliza en China, ni la vacuna rusa Sputnik V.

Los expertos advierten de la necesidad de monitorizar la respuesta a la vacuna frente a la COVID-19 en las personas con enfermedades hepáticas ya que determinadas condiciones hepáticas podrían debilitar la respuesta a la vacuna. Cabe indicar, en este sentido, que las personas con cirrosis son menos propensas a producir anticuerpos frente al virus de la hepatitis B (VHB) tras la vacunación y tienen respuestas menos duraderas a la vacuna de la gripe. Del mismo modo, las personas que reciben fármacos inmunosupresores tras el trasplante de hígado tienen respuestas de anticuerpos más débiles a las vacunas de la gripe y el VHB.

Por esta razón, los autores de esta revisión señalan que las personas con cirrosis descompensada deben ser un grupo especialmente priorizado en las estrategias de vacunación como consecuencia de su mayor riesgo de muerte por la COVID-19 (véase La Noticia del Día 25-11-20).

Aunque las vacunas se suelen recomendar antes del trasplante de hígado o después de que el receptor del trasplante se haya estabilizado con el tratamiento inmunosupresor de mantenimiento, los expertos afirman que la vacunación frente a la COVID-19 no debe retrasarse en los pacientes que han sido trasplantados.

En el Reino Unido, el Comité Conjunto sobre Vacunación e Inmunización (JCVI, por sus siglas en inglés) ha decidido dar prioridad a las personas mayores de 65 años para que reciban la vacunación frente a las personas más jóvenes con enfermedades subyacentes, incluida la enfermedad hepática crónica.

Las personas con enfermedades graves subyacentes en el país británico incluirían los siguientes grupos de población: personas con cáncer que estén recibiendo quimioterapia; personas sometidas a inmunoterapia u otros tratamientos intensivos con anticuerpos para el cáncer; personas que están recibiendo tratamientos inmunosupresores suficientes para aumentar significativamente el riesgo de infección; y personas clasificadas como clínicamente muy vulnerables de forma individual por un médico de cabecera o un especialista hospitalario.

Por su parte, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, en sus siglas en inglés) han recomendado que, además de las personas que se encuentran en residencias de ancianos y los trabajadores esenciales que están en primera línea, se vacune primero a las personas mayores de 75 años, seguidas de las de 65 a 74 años y de las personas de 16 a 64 años que padezcan enfermedades de riesgo elevado.

Además, los CDC han determinado que la obesidad, la diabetes tipo 2 y la inmunodepresión tras un trasplante de órgano son condiciones médicas que implican un alto riesgo de progresión grave de COVID-19. Por otro lado, indican que tanto las personas con enfermedades hepáticas como las que tienen múltiples afecciones subyacentes –y no una sola– pueden tener un mayor riesgo de experimentar un cuadro grave de COVID-19. Sin embargo, los gobiernos estatales de EE UU son libres de variar estas recomendaciones.

En los países de la Unión Europea, la vacunación avanza a un ritmo más lento y las recomendaciones nacionales varían. En España, las personas con enfermedad hepática crónica grave y moderada han sido incluidas en el grupo de vacunación de personas con condiciones de riesgo subyacentes (grupo 5) siendo la evidencia de riesgo de morbilidad grave y mortalidad solida en el caso de la hepatopatía grave y media o baja en el caso de la hepatopatía moderada. En cualquier caso, las autoridades sanitarias españolas no han comunicado todavía cuál va a ser el orden de vacunación de todos los pacientes que forman parte del grupo 5.

Por su parte, el Grupo de Asesoramiento Técnico sobre Inmunización de Australia no ha especificado que las personas con enfermedades hepáticas sean un grupo prioritario para la vacunación.

Los autores de esta revisión concluyen señalando que los hepatólogos deberán concentrar sus esfuerzos en caracterizar las respuestas a la vacuna frente al virus SARS-CoV-2 en personas con enfermedad hepática crónica, especialmente las que presentan disfunción inmunitaria asociada a cirrosis avanzada y las que han recibido un trasplante hepático y se encuentran en tratamiento inmunosupresor, ya que podrían experimentar complicaciones graves por la COVID-19.

Fuente: Infohep / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Marjot T et al. SARS-CoV-2 vaccination in patients with liver disease: responding to the next big question. Lancet Gastroenterol Hepatol, published online 11 January 2021.

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