La presencia de hígado graso, relacionada con el riesgo cardiovascular en pacientes con VIH

Michael Carter

El endurecimiento de las arterias es una dolencia habitual en pacientes con VIH y se relaciona con la esteatosis hepática (conocida también como ‘hígado graso’), según informa un equipo de investigadores de EE UU en la edición digital de HIV Medicine.

“Las personas con VIH que desarrollan hígado graso pueden requerir una valoración cardiovascular precoz y la aplicación de métodos de reducción de riesgo”, comentan los autores.

La enfermedad cardiovascular constituye una causa creciente de morbimortalidad en pacientes con VIH. Los estudios realizados con personas sin VIH han mostrado que la presencia de hígado graso está relacionada con el endurecimiento de las arterias coronarias (aterosclerosis), un importante factor de riesgo de padecer enfermedad cardíaca.

Un equipo de investigadores bajo la dirección de Nancy Crum-Cianflone decidió comprobar si también ocurría así en el caso de pacientes con VIH.

Los autores escriben: "Teniendo en cuenta que la presencia de anomalías en las pruebas hepáticas y el hígado graso son comunes en personas con VIH, puede resultar útil determinar su relación con la aterosclerosis coronaria, con objeto de desarrollar directrices de detección y categorizar el riesgo subyacente de padecer enfermedad cardiovascular en esta población”.

Entre 2008 y 2010, se llevó a cabo un estudio transversal que contó con 223 personas adultas con VIH, que fueron sometidas a una tomografía computerizada (TC) para comprobar el posible endurecimiento (o calcificación) de la arteria coronaria y la presencia de hígado graso.

Se diagnosticó aterosclerosis en las arterias coronarias si existía algún grado de calcificación (una puntuación superior a 0). Tener una puntuación por encima de 100 en la escala de calcificación se consideró significativo desde el punto de vista clínico. La existencia de hígado graso se definió como una relación entre hígado y bazo inferior a 0,1.

También se recogió información sobre las características demográficas de los pacientes, sus niveles de CD4 y carga viral, uso de fármacos antirretrovirales, niveles de lípidos e historiales clínicos. Se efectuó una serie de análisis estadísticos para ver qué factores estaban relacionados con el endurecimiento de las arterias coronarias.

Los pacientes eran relativamente jóvenes, y tenían una mediana de edad de 43 años (intervalo: 36 – 50). Fue habitual la presencia de factores de riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, el 39% sufría hipertensión y el 6%, diabetes. La esteatosis hepática puede ser una complicación de la hepatitis viral, pero solo el 3% de la población de estudio estaba coinfectada por el virus de la hepatitis C (VHC).

La mayoría de los pacientes (83%) recibía una terapia antirretroviral, el 70% tenía una carga viral indetectable y la mediana del recuento de CD4 fue de 586 células/mm3.

La tomografía evidenció que el 34% de las personas mostraba un endurecimiento de las arterias coronarias, que llegó a ser clínicamente significativo en el 8% de los pacientes. El hígado graso se le diagnosticó al 13% de los participantes.

La prevalencia de esteatosis hepática entre los pacientes que no mostraban signos de endurecimiento de las arterias coronarias fue del 8%. Sin embargo, este porcentaje llegó al 18% en el caso de las personas con una puntuación en la escala de calcificación entre 1 y 100, y al 41% en el de los pacientes con un endurecimiento arterial clínicamente significativo.

En general, el 59% de los pacientes con hígado graso también padecía aterosclerosis coronaria, y la correlación entre las dos dolencias fue estadísticamente significativa (p= 0,02).

El análisis estadístico, en el que se consideraron los posibles factores de confusión, evidenció la existencia de tres factores relacionados de forma significativa con la calcificación de las arterias coronarias: la mayor edad (cada incremento de diez años; p <0,01), presencia de hígado graso (p <0,01) e hipertensión (p <0,01).

La relación entre el endurecimiento de las arterias coronarias y la presencia de esteatosis hepática es extremadamente sólida y no se vio alterada cuando los investigadores no tuvieron en cuenta el pequeño número de pacientes que padecía hepatitis C, o los que tenían síndrome metabólico. Dicha relación también estuvo presente tras excluir del análisis a los participantes que consumían alcohol.

"En nuestro estudio, las personas con VIH, a pesar de su relativamente corta edad, presentaron una elevada prevalencia de enfermedad cardíaca subclínica", escriben los autores, que estiman que sus resultados "ponen de relieve la importancia de la enfermedad cardiovascular entre los pacientes con VIH, y sugieren que el tratamiento de la enfermedad cardíaca subyacente puede ser un componente importante de la normalización de la mayor esperanza de vida de este grupo".

Los investigadores creen que la inflamación podría ser la causa del endurecimiento de las arterias y del hígado graso observados en sus pacientes.

La doctora Crum-Cianflone y su equipo de colaboradores concluyen: "La esteatosis hepática se vincula con la presencia de una enfermedad cardiovascular subyacente y debería considerarse como un nuevo marcador para calificar el riesgo en el caso de las personas con VIH".

Referencia: Crum-Cianflone N, et al. Fatty liver disease is associated with underlying cardiovascular disease in HIV-infected persons. HIV Med, online edition (DOI: 10.1111/j.1468-1293.2010.00904.x), 2011 (En esta dirección podrás encontrar el abstract de forma gratuita).

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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