Se descubre posible relación entre la exposición reiterada al semen y la resistencia frente a la infección por VIH

Miguel Vázquez
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Un estudio con trabajadoras sexuales revela que la exposición prolongada al semen conlleva alteraciones en la vagina y el cuello del útero que pueden reducir, pero no eliminar, la probabilidad de infección por VIH

En algunas zonas del mundo donde la prevalencia de VIH es elevada, se sabe que existen grupos de mujeres trabajadoras sexuales que no se infectan a pesar de verse expuestas de forma repetida al virus. Hasta la fecha se desconocía a ciencia cierta la causa ya que no se ha observado en estas mujeres ninguna respuesta inmunitaria conocida frente al propio VIH. Sin embargo, en un estudio publicado en la edición de noviembre de la revista Mucosal Immunology, un equipo de investigadores planteó la hipótesis de que la protección podría deberse tanto a una activación de las respuestas inmunitarias de esas mujeres como a alteraciones en los tejidos vaginales y cervicales (referidos a la cérvix o cuello del útero).

Los datos del estudio revelan que la exposición continua al semen efectivamente se había traducido en una modificación del microentorno vaginal y cervical que aumentaba la resistencia frente a la infección por el VIH-1. Esta información podría servir para diseñar mejores estrategias preventivas que bloqueen la transmisión del virus y también en el diseño de futuros estudios de vacunas.

En su trabajo, el equipo de investigadores valoró la actividad sexual y el estado de activación inmunitaria (a partir de muestras de sangre periférica) y también se examinaron las variaciones en biopsias de la mucosa ectocervical de 50 mujeres trabajadoras sexuales. La mediana de edad de las mujeres incluidas en el estudio fue de 35,5 años y habían estado practicando el trabajo sexual durante al menos tres años. También se tuvo en cuenta las tasas de sexo sin protección, el tipo de anticonceptivo utilizado y se excluyeron a las trabajadoras sexuales que presentaran alguna infección de transmisión sexual activa, como clamidia o sífilis, comparándose todos esos parámetros con un grupo de control compuesto por 32 mujeres.

Se identificaron tres mecanismos distintos que pueden contribuir a la menor tasa de infección observada entre las trabajadoras sexuales. En primer lugar, se observaron unas menores tasas de activación inmunitaria tanto en la sangre como en las muestras de tejido de la mucosa de estas mujeres. Esto es importante porque el VIH aprovecha la activación del sistema inmunitario para realizar la infección y propagarse luego dentro del organismo.

En segundo lugar, las mujeres presentaron una mayor expresión de interferón-épsilon (una señal química que ayuda a proteger el tracto genital de las infecciones) en las células epiteliales. Los niveles de interferón-épsilon estuvieron relacionados con el número de relaciones sexuales sin preservativo y en el laboratorio se comprobó que el semen aumentó la expresión de esta proteína.

Por último, también se observó que diversos factores genéticos necesarios para la transmisión del VIH estuvieron presentes en menores cantidades en las células del tejido de la mucosa de las trabajadoras sexuales.

En conjunto, los autores consideran que sus hallazgos sugieren que la exposición reiterada al semen (debido al trabajo sexual sin preservativo) es capaz de ocasionar numerosos cambios en el compartimento cervico-vaginal que podrían contribuir a reducir la susceptibilidad a la infección por VIH-1 en ausencia de respuestas inmunitarias específicas de este virus.

El equipo de investigadores subraya que las conclusiones del estudio no justifican la práctica de relaciones sexuales sin preservativo –ya que eso aumenta el riesgo de infección tanto por VIH como por otras infecciones de transmisión sexual– sino que ha permitido identificar efectos inesperados de la exposición prolongada al semen sobre la vagina y el cuello del útero que puede reducir (pero no eliminar) la probabilidad de infección.

Por último, también comentan que sus datos indican claramente que las mujeres disponen de unos mecanismos de resistencia frente al virus debido a la propia práctica sexual, un hallazgo que no se esperaba al iniciar el estudio. Esto podría explicar por qué se observaron tasas más bajas de las previstas en determinadas cohortes de mujeres que participaron en ensayos preventivos en EE UU.

Fuente: Nota de prensa de Wistar/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Abdulhaqq SA, Zorrilla C, Kang G, et al. HIV-1-negative female sex workers sustain high cervical IFNɛ, low immune activation, and low expression of HIV-1-required host genes. Mucosal Immunol. 2015 Nov 11. doi: 10.1038/mi.2015.116.

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