CROI 2022: El tratamiento hormonal podría aumentar la probabilidad de desarrollar cardiopatías en mujeres trans

Jordi Piqué
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Sin embargo, se precisa una mayor comprensión de las vinculaciones entre las hormonas feminizantes y el riesgo cardiometabólico en este grupo de población

Un estudio estadounidense presentado en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), que se celebró la semana pasada de modo virtual debido a la pandemia de la COVID-19, ha revelado que los cambios en los biomarcadores que experimentan las mujeres trans que toman hormonas feminizantes podrían provocar que fueran más propensas a padecer problemas cardiacos. Sin embargo, no se realizó un seguimiento lo suficientemente largo de estas mujeres para determinar si los cambios que experimentaban se traducían en un aumento real de eventos cardiovasculares, como ataques cardiacos.

Las terapias hormonales feminizantes, el VIH y el tratamiento antirretroviral afectan a la carga de enfermedad cardiometabólica en las mujeres trans, pero existe escasa evidencia sobre los regímenes hormonales actuales y pocos estudios con controles debidamente emparejados. La enfermedad cardiometabólica es una patología cardiovascular de origen metabólico que puede provocar infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico, hipertensión arterial y diabetes de tipo 2.

Para arrojar más luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores estadounidenses del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston (EE UU) junto a un grupo de colaboradores realizaron un estudio observacional y transversal con el objetivo de comparar la salud cardiovascular de 32 mujeres trans que llevaban al menos tres meses tomando terapia hormonal feminizante emparejadas (2:1) con 60 hombres cis por edad, raza o etnia, estado serológico al VIH y tratamiento antirretroviral. También se evaluaron las relaciones entre concentraciones de hormonas sexuales, composición corporal y biomarcadores inflamatorios en ambos grupos de estudio. El periodo de análisis fue de 2018 a 2020.

Se apuntó como antecedente que la terapia hormonal puede contribuir a la coagulación, los cambios metabólicos y la inflamación, que pueden alterar el riesgo cardiovascular.

Las mujeres trans tenían una media de edad de 52 años, el 53% eran de raza negra y el 22% latinas. La mayoría de las mujeres trans (78%) y de los hombres cis (73%) tenían el VIH y todos estaban tomando tratamiento antirretroviral, con una carga viral indetectable y recuentos de células CD4 elevados. Salvo una, todas las mujeres trans con el VIH tomaban inhibidores de la integrasa, frente a únicamente una tercera parte de los hombres cis.

Dos de cada tres mujeres (66%) tomaban inhibidores androgénicos y el 91% alguna forma de estrógeno; el 8% de los hombres cisgénero tomaban testosterona. Se excluyeron las personas con historial de intervenciones cardiovasculares previas.

Los investigadores hallaron que las mujeres trans eran efectivamente mujeres según los marcadores hormonales: tenían menos testosterona y un nivel de estradiol más de tres veces superior al de sus pares masculinos. Una tercera parte de las mujeres trans, pero ninguno de los hombres, tenían niveles de testosterona total inferiores a 50 nanogramos por mililitro.

Los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión y el tabaquismo, eran frecuentes en ambos grupos. En cuanto a los biomarcadores metabólicos, la glucosa en ayunas de los hombres era ligeramente superior a la de las mujeres, y un mayor número de hombres tenía hiperlipidemia (75% frente a 47%). Las mujeres transgénero tenían niveles más altos de adiponectina (una hormona producida por las células grasas), endotelina (un péptido que contrae los vasos sanguíneos y regula la presión arterial) y EN-RAGE (un biomarcador inflamatorio vinculado a la enfermedad cardiovascular). Sin embargo, ambos grupos tenían niveles similares de otros biomarcadores relacionados con la inflamación y la coagulación.

Por lo que respecta a la composición corporal determinada mediante tomografía computarizada, las mujeres tenían más del doble de grasa muscular en los muslos que los hombres, pero tenían menos grasa dentro de la cavidad torácica y alrededor de la aorta. Ambos grupos tenían cantidades similares de grasa abdominal subcutánea y visceral, grasa alrededor del corazón y determinaciones de acumulación de grasa en el hígado.

Lo que quizá sea más importante es que cuando se analizaron los biomarcadores cardiovasculares en función de los niveles hormonales, se observó que un mayor nivel de estradiol se relacionaba con más grasa muscular en los muslos, mientras que una menor cantidad de testosterona total se asociaba con más grasa muscular en los muslos y grasa abdominal. Además, un mayor nivel de estradiol se asoció con mayores niveles de adiponectina y EN-RAGE.

En este grupo de mujeres trans de edad avanzada que tomaban terapia hormonal feminizante, las concentraciones más altas de estradiol y más bajas de testosterona total se asociaron con una peor composición corporal y con efectos mixtos sobre determinados biomarcadores cardiometabólicos. En concreto, en la población general, una mayor infiltración de grasa visceral y músculo graso y unas concentraciones más elevadas de endotelina-1 y EN-RAGE se han asociado a un mayor riesgo cardiovascular, aunque en general se considera que una mayor adiponectina resulta beneficiosa.

Como conclusión, el equipo de investigadores señala que se necesita una comprensión más minuciosa de las relaciones entre la terapia hormonal feminizante y el riesgo cardiometabólico en las mujeres transgénero.

Fuente:POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia:
Lake JE, et al. Feminizing hormonal therapies worsen cardiometabolic profiles in transgender women. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Poster-M02, February 12-16, 2022.

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