CROI 2017: El manejo clínico de la depresión mejora los resultados del tratamiento antirretroviral

Marta Villar
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La depresión es en el área de los problemas mentales la comorbilidad más extendida entre las personas con el VIH

De acuerdo con un conjunto de estudios presentados durante la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2017), que se celebró la semana pasada en Seattle (EE UU), el manejo clínico de la depresión y de otros trastornos mentales mejoraría los resultados del tratamiento antirretroviral.

Ciertas patologías como la diabetes, los problemas cardiovasculares, el cáncer, la enfermedad pulmonar y otras enfermedades no transmisibles tienen cada vez un mayor impacto sobre la salud y la calidad de vida de las personas con el VIH, probablemente como consecuencia del aumento de la esperanza de vida de los pacientes (veáse La Noticia Del Día 24/02/2016 ). Sin embargo, los servicios de salud de los países de ingresos bajos y medios han mostrado cierta demora a la hora de implementar programas de prevención, cribado y tratamiento de estas enfermedades. A pesar de ello, los resultados de una serie de proyectos llevados a cabo en estos entornos de recursos limitados ponen de manifiesto la viabilidad de estos servicios como parte de la atención integral de la personas con el VIH.

Un gran número de enfermedades no transmisibles son más habituales en personas con el VIH de mayor edad dado que muchas de estas comorbilidades están asociadas al envejecimiento. Sin embargo, la mayor carga de problemas de salud mental recae en la adolescencia y en los primeros años de la edad adulta. De hecho, aproximadamente tres cuartas partes de los trastornos de la salud mental empiezan a la edad de 24 años. En un metaanálisis global se observó que el 18% de las personas había experimentado problemas de salud mental durante el año anterior y un 29% lo había sufrido en el transcurso de su vida (23% en los países de ingresos bajos y medios y 32% en los países de ingresos altos). Sin embargo, son pocas las personas que reciben la atención que necesitan, especialmente en los países con recursos limitados.

A menudo las personas que viven con enfermedades crónicas, como el VIH, experimentan trastornos de salud mental . En el desarrollo de otras patologías que pueden cursan con estados depresivos como la diabetes, el asma y la artritis se ha observado que no tratar la depresión se ha asociado a un peor funcionamiento y estado de la salud.

La depresión es la comorbilidad en el área de los problemas mentales más extendida entre las personas con el VIH (véase La Noticia del Día 02/02/2017 ). Ésta es más común en las mujeres, en las personas de mayor edad, en aquellas que se encuentran en situación de desempleo, en las personas con recuentos más bajos de células CD4, en aquellas con mayor cantidad de síntomas físicos, en las personas que en la niñez han sufrido algún tipo de trauma o episodios negativos a lo largo de su vida y en aquellas con una menor red de apoyo social.

La relación entre los problemas de salud mental y el VIH es bidireccional . Por un lado, los síntomas depresivos y de ansiedad pueden derivarse del hecho de vivir con una enfermedad crónica pero también experimentarlos previamente puede constituir un factor de riesgo para adquirir la infección . Asimismo, en algunos casos los efectos neuropsiquiátricos del virus pueden desencadenar cambios cognitivos o demencia.

Se ha observado que proporcionar atención médica y tratamiento antirretroviral a las personas que viven con el VIH mejora por sí mismo los problemas de salud mental debido a las mejoras en la salud física que el tratamiento brinda. Sin embargo, en algunas personas la sintomatología depresiva persiste a pesar de estar recibiendo tratamiento lo que se ha visto que puede afectar a la adherencia. Alrededor de un 15% de los adultos y el 26% de los adolescentes con el VIH refieren que sentirse deprimido constituye una barrera en la adherencia al tratamiento. Esto concuerda con los resultados de un metaanálisis de diferentes estudios llevados a cabo principalmente en EE UU, donde se halló que el tratamiento de la depresión puede mejorar la adherencia al tratamiento antirretroviral . Los resultados han sido todavía mayores cuando la intervención ha ido dirigida específicamente a la sintomatología depresiva, en las personas con menores recuentos de células de CD4, cuando los síntomas depresivos eran moderados o graves y en tratamientos de larga duración.

En un estudio reciente de tipo prospectivo de cohorte realizado en Tanzania se encontró que el 58% de las mujeres que iniciaron el tratamiento para el VIH presentaban síntomas depresivos. Alrededor de una tercera parte relató estar experimentando pérdida del deseo sexual, poca energía, preocupación en exceso y culpabilidad hacia sí mismas. Una de cada seis de estas mujeres refirió que en algún momento había considerado la posibilidad de poner fin a su vida. En este mismo estudio se observó que la depresión se asoció a una mayor mortalidad. Tras dos años de empezar el tratamiento antirretroviral, el 6,6% de las mujeres con síntomas depresivos y el 3,7% del resto de las mujeres murió. Después de ajustar otros factores de confusión se determinó que las mujeres con sintomatología depresiva tenían el doble de posibilidades de morir.

En otro estudio recientemente publicado sobre un ensayo controlado y de distribución aleatoria, los trabajadores sanitarios laicos de Zimbabue fueron instruidos y supervisados para proporcionar terapia individual de resolución de problemas. De las personas con sintomatología depresiva que recibieron la intervención (de las cuales el 42% tenía el VIH) expresaron una disminución de los síntomas a los 6 meses.

En otro estudio piloto llevado a cabo en Camerún se entrenó al personal de enfermería y trabajadores sociales que trabajan en los servicios de atención al VIH en el consejo sobre los síntomas depresivos y el uso de la medicación antidepresiva. Después de 4 meses, la mayor parte de las personas participantes refirieron una mejoría en la sintomatología depresiva. La intervención también pareció tener un impacto positivo en el recuento de células de CD4, la carga viral, ciertos síntomas y la adherencia.

Otro ejemplo de los beneficios de la psicoterapia en la sintomatología depresiva se observó en Uganda donde a través de la creación de un grupo de apoyo dirigido a personas con el VIH, donde usaron el modelo de resolución de problemas y el enfoque cognitivo-conductual, aportó mejorías en los síntomas depresivos.

Los diferentes ejemplos expuestos ponen de manifiesto las ventajas del entreno en el manejo de la sintomatología depresiva por parte de los diferentes profesionales que proporciona atención y cuidados a las personas que viven con el VIH, especialmente en entornos de recursos limitados . Debido a la escasez de especialistas en salud mental (1 trabajador por cada 100.000 personas en los países de bajos recursos económicos y 52 por cada 100.000 en los países de altos ingresos) el entreno de ciertas habilidades al personal de enfermería, trabajadores sociales, trabajadores de servicios comunitarios puede ser una solución.

Fuente: Aidsmap/ Elaboración propia ( gTt-VIH )

Referencia: Collins P. Minimizing morbidity: integrating care for depression and HIV in low-resource settings. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI 2017), Seattle, presentation 153, 2017.

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