Un nuevo estudio estadounidense confirma que el VIH aumentaría el riesgo de insuficiencia cardiaca

Jordi Piqué
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Las tasas más elevadas de esta cardiopatía se registraron en personas menores de 40 años, de origen asiático y en mujeres

Un estudio estadounidense, cuyos resultados se han publicado en la revista Mayo Clinic Proceedings, ha revelado que las personas menores de 40 años, las de ascendencia asiática y de las islas del Pacífico y las mujeres con el VIH de EE UU registraron las tasas más elevadas de insuficiencia cardiaca. Esto podría indicar la necesidad de realizar pruebas adicionales –como ecocardiogramas, el estudio de los antecedentes familiares y personales de patología cardiaca, extracción de sangre para análisis de biomarcadores– a las personas más jóvenes y a las mujeres con el VIH para diagnosticar con antelación el desarrollo de insuficiencia cardiaca.

Diversos estudios han examinado la incidencia de enfermedades cardiovasculares en personas con el VIH y han concluido que el propio virus parece estar relacionado con un mayor riesgo de patologías cardiacas, incluidos el infarto y el ictus (véase La Noticia del Día 03/03/2021). Las mayores tasas de enfermedad cardiovascular en personas con el VIH se deben a múltiples factores. Así, a los factores de riesgo tradicionales –tanto los no modificables (edad, sexo, factores genéticos e historia familiar) como los modificables (hipertensión arterial, tabaquismo, hipercolesterolemia, diabetes mellitus, sobrepeso/obesidad vinculados a la inactividad física)– se uniría el potencial efecto independiente del propio VIH a través de la inflamación crónica persistente y la inmunoactivación.

Un estudio estadounidense de 2019, realizado con 20.000 personas con el VIH, demostró que el virus estaba asociado a una incidencia 3,2 veces mayor de insuficiencia cardiaca en comparación con las personas sin el VIH.

Parra arrojar algo más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de la División de Investigación de Kaiser Permanente del norte de California (EE UU) realizó un estudio de cohorte retrospectivo –desde el 1 de enero de 2000 hasta el 31 de diciembre de 2016– de personas con el VIH de EE UU, que se emparejaron por la frecuencia en una proporción 1:10 con personas sin el VIH teniendo en cuenta el año de entrada en el estudio, la edad, el sexo, la raza/etnia y la clínica que les administraba tratamiento antirretroviral. Se evaluó el riesgo de incidencia de insuficiencia cardiaca asociado a la infección por el VIH, en general y según la función sistólica del ventrículo izquierdo, y también si dicho riesgo variaba en función de las características demográficas.

Los investigadores revisaron los historiales de 38.868 personas con el VIH que recibieron tratamiento en sus clínicas del VIH y se comparó el riesgo de insuficiencia cardiaca con el de 386.586 sin el VIH.

La edad media de los participantes era de 41 años, solo el 12% eran mujeres, el 21% eran personas de raza negra, el 20% eran latinos y el 4% eran de ascendencia asiática y de las islas del Pacífico. Más de la mitad de los participantes eran hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH). Estos datos no coinciden con las características demográficas de la epidemia de VIH en su conjunto en EE UU, ya que en la actualidad es una enfermedad que afecta mayoritariamente a las comunidades de raza negra. Además, aunque se ha comprobado que las mujeres tienen tasas más altas de algunas formas de enfermedad cardiaca que los hombres, es menos probable que se las incluya en las investigaciones.

De las personas con el VIH de la cohorte, el 13% tenían un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3, pero el 43% tenía un recuento de CD4 desconocido. La mediana de la carga viral era de 3.452 copias/mL. El 19% tenían una carga viral de 200 copias/mL o inferior (que en el ensayo se consideró el umbral de la indetectabilidad viral), el 29% una carga viral superior a 500 copias/mL y la mitad una carga viral desconocida. Entre las personas sin el VIH, un número estadísticamente poco significativo pero notable de 63 personas utilizaban la profilaxis preexposición (PrEP) al VIH y otras 95 habían utilizado la profilaxis postexposición (PEP).

Las personas con el VIH tenían más probabilidades de padecer una enfermedad hepática crónica, cáncer y de tener un diagnóstico de depresión. Pero las personas sin el VIH eran más propensas a tener colesterol alto, diabetes y presión arterial elevada, todos ellos factores tradicionalmente relacionados con tasas más altas de enfermedades cardiacas. Tal vez por ello, las personas sin el VIH tenían más probabilidades de que se les prescribieran medicamentos para el tratamiento de patologías cardiacas, como inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA), betabloqueantes, antagonistas del calcio y estatinas. También tenían el doble de probabilidades de que se les prescribieran diuréticos para tratar la retención de líquidos que conlleva la insuficiencia cardiaca.

Sin embargo, durante una mediana de seguimiento de 3,8 años (rango intercuartil: 1,4-9,0 años), la tasa de insuficiencia cardiaca incidente (por cada 100 persona-años) fue de 0,23 en las personas con el VIH frente a 0,15 en las que no tenían VIH (p <0,001). De este modo, las personas con el VIH tenían un 68% más de probabilidades de que se les diagnosticara insuficiencia cardiaca que a sus iguales sin el VIH. Después de ajustar los resultados por el uso de medicamentos para el tratamiento de enfermedades cardiacas, la probabilidad se incrementó a un 73%.

Pero cuando los investigadores observaron a las personas que enfermaban por problemas cardiacos, hallaron algo que quizás fuera contrario a la lógica: las personas con el VIH con edades comprendidas entre los 21 y los 40 años tenían un riesgo aún mayor de padecer insuficiencia cardiaca -un riesgo 2,45 veces mayor- respecto a sus iguales seronegativas. Las personas con el VIH de 41 a 50 años tenían un riesgo todavía elevado, pero menor, de sufrir insuficiencia cardiaca –un 44% mayor– y las de 51 años o más, un riesgo un 58% mayor.

Por su parte, las mujeres con el VIH presentaban una mayor tasa de insuficiencia cardiaca en general –un riesgo 2,48 veces mayor– en comparación con las mujeres sin el VIH. Y aunque las personas seropositivas de Asia y las islas del Pacífico solo representaban el 4% de la cohorte total, tenían un riesgo 2,5 veces mayor de padecer insuficiencia cardiaca que sus iguales sin el VIH.

En el estudio no se realizó un seguimiento de los fármacos antirretrovirales que tomaban las personas con el VIH ni se determinó si el riesgo era mayor en función de la carga viral o del recuento de CD4, pero se sugirió que era el propio VIH el causante del mayor riesgo. Y aunque no se había incluido a tantas mujeres como las que proporcionalmente viven con el VIH, el estudio representa una aportación a lo que los investigadores saben sobre el impacto del virus en las mujeres en particular.

Como conclusión, los investigadores destacan que, a pesar de las recomendaciones sobre la prevención de la enfermedad cardiaca en personas con el VIH, las directrices actuales no abordan el cribado ni la prevención de la insuficiencia cardiaca. La implementación de métodos de cribado de la insuficiencia cardiaca validados, como la anamnesis y la exploración física con el apoyo de pruebas de biomarcadores seleccionadas y la ecocardiografía en personas con el VIH, puede agilizar el tiempo de diagnóstico y tratamiento de la disfunción ventricular y, posiblemente, la prevención de la insuficiencia cardiaca clínica.

Fuente: POZ / Elaboración propia (gTt-VIH)

Referencia: Go AS MD, Reynolds K PhD MPH, Avula HR MD MPH, Lee KK MD MS, Sung SH MPH, Silverberg MJ PhD MPH. Human Immunodeficiency Virus Infection and Variation in Heart Failure Risk by Age, Sex, and Ethnicity: The HIV HEART Study. Mayo Clinic Proceedings. December 13, 2021 :https://doi.org/10.1016/j.mayocp.2021.10.004

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