Disponer de información precisa sobre el VIH no siempre ayuda a reducir la ansiedad frente a esa infección

Miguel Vázquez
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Se requiere implementar intervenciones específicas dirigidas a abordar el estigma y la ansiedad de contraer el VIH durante las relaciones sexuales y derivar los casos más graves a servicios de salud mental

La ansiedad en torno al VIH sigue constituyendo una preocupación importante. Las percepciones de riesgo o los sentimientos de ansiedad no siempre se ven mitigados por el hecho de recibir información precisa sobre el tema. Estas son las principales conclusiones de un estudio canadiense realizado entre personas que utilizaron servicios de atención online a la salud sexual y publicado en Sexual Health. El estudio también arroja luz sobre las distintas formas de vergüenza y estigma que subyacen en las percepciones de riesgo y queda patente que, a pesar de que los servicios de atención online representan una importante fuente de información sobre salud sexual para determinadas comunidades vulnerables, hay ocasiones en que, paradójicamente, pueden contribuir a aumentar la angustia y la ansiedad.

Los servicios de atención online (como por ejemplo el chat) atendidas por personal de enfermería especializado en salud sexual constituyen una importante fuente de información sobre las necesidades de determinadas poblaciones. Además, al ser anónimos y de fácil acceso, pueden resultar de especial utilidad para las personas que han sufrido estigmatización o marginación por causas relacionadas con su sexualidad.

Para su estudio, el equipo de investigadores analizó 25 transcripciones de chats realizados en SmartSexResource.com (un sitio web canadiense especializado en salud sexual), con especial atención a determinadas palabras clave relacionadas con los términos “preocupación” y “ansiedad” y otras derivadas de estas. Se realizó un análisis temático inductivo para identificar temas y patrones de los sentimientos y comportamientos de las personas usuarias del chat, así como su interacción con el personal de enfermería que las atendió onlineDebido a la naturaleza anónima de la función de chat, el estudio no recogió información demográfica sobre las personas usuarias del chat.

La principal preocupación de las personas usuarias del chat estuvo relacionada con la posibilidad de transmisión del VIH tras un contacto sexual reciente, los síntomas del VIH y la precisión de las pruebas diagnósticas de esta infección. Aunque también expresaron ansiedad por contraer infecciones de transmisión sexual (ITS) o embarazos no deseados, estos temas se manifestaron con menor frecuencia. En términos generales, no era la primera vez que estas personas accedían a los servicios de salud sexual, por lo que su principal motivación para entrar al chat no era obtener información nueva, sino que muchas personas buscaban algo que les ayudase a rebajar sus sentimientos y emociones de ansiedad.

En muchas ocasiones, las personas mostraron gran preocupación por conductas que conllevaban un riesgo muy bajo o incluso nulo de transmisión, así como por hipotéticos escenarios de exposición al virus. Algunas personas utilizaron la información proporcionada por el personal de enfermería para planear sus siguientes acciones o para tomar determinadas medidas. Sin embargo, a otras personas –que presentaban niveles persistentes de ansiedad– les costaba asimilar la información recibida y se encerraban en patrones repetitivos de preguntas.

El estudio reveló que mantener relaciones con una persona trabajadora del sexo (o tener relaciones sexuales fuera de una relación estable) se percibió como una conducta que conllevaba un elevado riesgo de transmisión del VIH u otras ITS. Esto probablemente se debe a que se reflejaban creencias y suposiciones subyacentes de las personas usuarias de chat en relación a las personas trabajadoras del sexo. Las personas del estudio sentían que se habían puesto en peligro a sí mismas o a sus parejas, lo que con frecuencia se traducía en autoculpabilidad y provocaba aislamiento en la persona.

Otras personas tenían la percepción de que el VIH constituía el peor resultado posible de una relación sexual, con independencia del riesgo adoptado en la misma y, de hecho, con frecuencia fue calificado como “el mayor miedo” y esta infección constituyó el foco de la conversación, dejando de lado otras ITS que son mucho más habituales. Por otro lado, las conductas de riesgo o relaciones estigmatizadas se percibieron como transgresiones arriesgadas que se relacionaron con una vulnerabilidad frente al VIH, así como con sensaciones de incomodidad, vergüenza o culpa.

En muchos casos, el personal de enfermería que atendía el chat inició conversaciones con estas personas para hablar sobre sus sentimientos de ansiedad y trataron de desestigmatizar y normalizar las experiencias sexuales o las preocupaciones respecto a las mismas. También recurrieron a “estrategias de interrupción” para desviar la conversación centrada en preocupaciones clínicas hacia un debate sobre los sentimientos, las emociones y la salud mental. El personal que atiende el chat reconoció y validó los sentimientos y preocupaciones de las personas usuarias y les alentaron tanto a buscar apoyo para controlar la ansiedad como a implementar estrategias para manejarla por ellas mismas, por ejemplo, mediante el ejercicio y la meditación.

A pesar de todo, apenas se realizaron derivaciones médicas relacionadas con la salud mental. En algunas ocasiones, el personal de enfermería respondió a las expresiones de ansiedad producidas en el chat ofreciendo información objetiva o evaluando los niveles de riesgo de las personas en diversos escenarios. En ocasiones, se sugirió que la persona se realizara la prueba del VIH para “tranquilizarse”, incluso cuando era clínicamente innecesaria por la conducta realizada por la persona. Sin embargo, estas estrategias no parecieron disminuir los sentimientos de ansiedad de las personas que utilizaban el chat.

Los servicios de atención online como el mencionado tienen la ventaja de que ofrecen una mayor privacidad, autonomía y comodidad, pero paradójicamente parece que también pueden contribuir a aumentar la angustia y la ansiedad en determinados casos. El uso repetitivo del chat por parte de algunas personas resultó contraproducente y contribuyó a reforzar sus sentimientos de preocupación por la enfermedadEn estas ocasiones, el hecho de proporcionar información precisa no sirvió para corregir la percepción de riesgo ni los sentimientos de ansiedad.

Los resultados de este estudio reflejan que la ansiedad relacionada con la salud sexual, especialmente en torno al VIH, constituye una importante fuente de angustia para algunas personas que acuden a chats online sobre salud sexual, lo que pone de relieve la necesidad de implementar intervenciones específicas que aborden el estigma y la ansiedad relacionados con el sexo.

Los autores del estudio proponen que, en sus conversaciones con las personas usuarias, el personal de enfermería les ofrezca más recursos de salud mental y opciones de derivación, y afirman que es necesario mejorar los documentos directrices sobre la detección de problemas de salud mental en los servicios de salud sexual online. Es necesario que los servicios de salud sexual proporcionen recursos que ayuden a las personas a comprender y gestionar su ansiedad relacionada con la salud sexual, y que las pongan en contacto con servicios adecuados de apoyo a la salud mental.

Fuente:Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia:Watt S et al. Rumination, risk, and response: a qualitative analysis of sexual health anxiety among online sexual health chat service users. Sexual Health 19: 182-191, 2022. https://doi.org/10.1071/SH21198

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