AASLD 2020: El confinamiento por la COVID-19 impactó de manera importante en la atención del VHC en usuarios de drogas

Francesc Martínez
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La alta prevalencia de hepatitis C y las altas tasas de reinfección en este colectivo justifican diagnosticar y tratar la hepatitis C de manera eficiente y en cualquier circunstancia para poder cortar las cadenas de transmisión

Un estudio realizado por investigadores de varios hospitales de Barcelona (Cataluña, España) y su área metropolitana ha evidenciado que el confinamiento por causa de la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019) ha tenido un importante efecto negativo sobre el tratamiento de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) en usuarios de drogas intravenosas a pesar de gestionarse a través de un circuito específico externalizado adaptado a las necesidades de estas personas (un modelo de éxito en condiciones normales).

Los resultados fueron presentados en el Encuentro Anual de la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas (AASLD, en sus siglas en inglés), realizado este año de forma virtual debido a la pandemia de la COVID-19.

Acercar el diagnóstico y el tratamiento del VHC a aquellas poblaciones más vulnerables favorece que afloren casos de forma más precoz y se puedan tratar y curar antes, interrumpiendo cadenas de transmisión, lo que puede, sin duda, ayudar notablemente a la consecución de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (véase La Noticia del Día 08/07/2019), que contemplan que el VHC deje de ser una amenaza para la salud pública para el año 2030.

Con este enfoque, se implementó un servicio de diagnóstico inmediato y tratamiento (un servicio conocido en el ámbito de la salud pública como de tipo point of care) de la infección por el VHC dirigido a personas que se inyectan drogas en el principal centro de reducción de daños del área metropolitana de Barcelona. Dicho servicio contempla pruebas de cribado de anticuerpos, pruebas rápidas de detección de ARN del VHC, aparatos portátiles de elastografía transitoria (Fibroscan®), dispensación de antivirales frente al VHC y toma de muestras de sangre seca para el seguimiento de la presencia de ARN del VHC durante el tratamiento y poder detectar recidivas y –más allá de la finalización del tratamiento– reinfecciones.

Un total de 908 personas fueron evaluadas para su inclusión en el programa. El 56% no aceptaron realizar pruebas de cribado. En quienes sí aceptaron realizarlas, se detectó infección activa en el 56% de los casos.

El 30% de las personas diagnosticadas no llegaron a iniciar el tratamiento frente al VHC. En el 80% de los casos ello se debió a pérdidas en el seguimiento, en el 8% de ellos fue por preferir ser atendidos en el hospital y en el 5% la causa referida fueron las interacciones.

Un total de 161 personas iniciaron el tratamiento frente al VHC, de las cuales 24 (el 15%) se perdieron en el seguimiento, 107 llegaron a poder realizar la prueba de respuesta virológica sostenida (RVS) a las 12 semanas de finalizar el tratamiento (RVS12, sinónimo de curación), 53 llegaron a realizar una prueba de detección de reinfecciones a las 36 semanas de finalizar el tratamiento y 17 llegaron a realizar una prueba de detección de reinfecciones a las 60 semanas de haber finalizado el tratamiento.

La mediana de la edad de los participantes que iniciaron el tratamiento era de 42 años. El 87% eran hombres y el 48% de origen extranjero. El 33% no tenían residencia fija, el 73% estaban desempleados y el 61% habían sido privados de libertad en el pasado. El 60% de los participantes se inyectaba drogas más de una vez al día. El 86% de ellos se inyectaba cocaína y el 88% heroína. El 19% compartía agujas y el 34% compartía otros productos utilizados para la inyección de drogas. El 57% tomaba terapia de sustitución con opioides. El 38% de los participantes refería llevar a cabo prácticas sexuales de riesgo.

El 20% de quienes iniciaron el tratamiento tenían el VIH. El 57% de las personas diagnosticadas de infección por el VIH tomaban tratamiento antirretroviral.

Respecto al VHC, el 75% de quienes iniciaron el tratamiento ya habían sido diagnosticados previamente y el 17% habían sido tratados en el pasado. Solo el 11% de los participantes tenía fibrosis hepática avanzada.

El 75% de las personas con datos disponibles a las 12 semanas de finalizar el tratamiento lograron curarse. El 22% de dichas personas se reinfectaron y solo el 3% experimentaron una recidiva. La tasa de reinfección global en los participantes fue de 18 reinfecciones por cada 100 persona-años de seguimiento.

Los investigadores detectaron un marcadísimo descenso en las visitas de seguimiento tras decretarse en España el confinamiento domiciliario. Al analizar sobre qué aspectos concretos impactó el confinamiento, los autores del estudio destacaron una interrupción en los inicios del tratamiento anti-VHC, un descenso a menos de la mitad de las visitas para la realización de pruebas, un mayor uso de narcopisos y un mayor número de eventos de inyección no segura.

Los resultados del presente estudio muestran cómo el manejo de la pandemia de la COVID-19 condiciona otras intervenciones en salud pública tan necesarias como las relacionadas con el SARS-CoV-2. Las autoridades sanitarias deberían tomar nota de ello para tenerlo en cuenta al tomar posibles futuras medidas que afecten al día a día de las personas y a la salud poblacional.

Fuente: NATAP / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Lens S, Miralpeix A, Gálvez M, et al. Impact of the COVID19 pandemic lockdown in an externalized HCV linkage to care model focusing on PWID patients with ongoing high risk practices. AASLD 2020 virtual Nov 11-16.

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