¿El uso de la profilaxis postexposición al VIH podría servir para predecir la necesidad de profilaxis preexposición?

Miguel Vázquez
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Un estudio realizado en Boston revela que no hubo relación entre el hecho de utilizar la PEP de forma recurrente y la posterior infección por VIH

A partir de datos procedentes de personas a las que se les prescribió PEP entre 1997 y 2013 en Fenway Health, un gran centro sanitario urbano comunitario en la ciudad de Boston (EE UU), un equipo de investigadores ha decidido extraer toda la información posible sobre el uso de esta estrategia preventiva (quiénes la están usando, cuáles fueron sus conductas de riesgo, grado de adherencia y casos de infección registrados a pesar de la intervención) con el fin de mejorar el uso de este y otros enfoques preventivos basados en los antirretrovirales (como la profilaxis preexposición [PrEP]). Estos resultados fueron publicados en las revistas AIDS Patient Care and STDs y Journal of AIDS.

La profilaxis postexposición (PPE) consiste en la administración de un tratamiento antirretroviral de forma preventiva durante un periodo de tiempo limitado (28 días) con la intención de evitar que se produzca la infección por VIH tras una posible exposición al virus. Este tratamiento debe iniciarse lo antes posible después de la posible exposición (idealmente en las primeras 4 horas) ya que su eficacia se reduce al retrasar su inicio (normalmente no se considera que vaya a ofrecer ninguna protección a partir de las 72 horas y por lo tanto no se recomienda pasadas esas horas). Por su parte la profilaxis preexposición consiste en administrar el tratamiento a personas sin VIH para evitar que se infecten en caso de que se expongan al virus.

De los 894 pacientes que recibieron PPE, la mayor parte (788, es decir, el 88%) eran hombres que practican sexo con otros hombres (HSH). El estudio reveló que el motivo más habitual para acceder a la PEP fue haber mantenido relaciones sexuales sin preservativo de forma consensuada (61%). El 31% de las personas declaró que falló el preservativo o que lo quitaron antes de terminar la relación sexual. Gran parte de las ocasiones (hasta el 62% de los casos), la persona que recibió la PPE declaró que desconocía el estado serológico al VIH de su pareja.

Los autores realizaron un segundo análisis centrándose exclusivamente en los 788 hombres que practicaban sexo con otros hombres. En este subgrupo se produjeron 39 casos de infección por VIH, detectados todos ellos cuando ya habían transcurrido más de 90 días desde el momento en que solicitaron la PPE. La mayor parte de estos casos se produjeron más de seis meses después de recibir la PPE, por lo que el equipo de investigadores plantea la posibilidad de que la mayoría de las infecciones documentadas pudieron deberse a una posterior exposición al virus, más que a un fracaso del régimen de PPE.

No se encontró ninguna relación entre la infección por VIH y el uso repetido de la PPE. Dicho de otro modo, los hombres que recibieron la PPE más de una vez no tuvieron más probabilidades de infectarse que los que solo recurrieron a ella en una sola ocasión.

Esto es importante porque, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, en sus siglas en inglés) recomiendan que el uso repetido de PPE sea usado como indicativo para que se recomiende la profilaxis preexposición. Los autores están de acuerdo en dicha recomendación, pero consideran que dado que el estudio no ha encontrado relación entre el uso reiterado de la PPE y la infección, es posible que deban plantearse otras estrategias para poder ofrecer la PrEP a muchas personas antes de que lleguen a utilizar la PEP por primera vez.

Los autores alientan al personal sanitario que proporciona PPE para que realice el seguimiento de las personas atendidas y dedique tiempo al counselling sobre prevención del VIH para valorar el riesgo de la persona y comprobar si podría ser candidata a la PrEP una vez terminada la PPE.

Las personas que estén en una situación de riesgo de forma continua (porque mantenga relaciones sin preservativo con parejas con VIH que no tomen tratamiento, por ejemplo) serían las que se beneficiarían de forma más evidente de la PrEP. Por su parte, sería más aconsejable recurrir a la estrategia de la PPE en el caso de personas que, por el motivo que sea, no prevean verse expuestas al VIH a corto plazo.

El estigma puede ser un factor que lleve a que una persona prefiera la PEP (que se tomaría de forma episódica) frente a la PrEP (que se tomaría de forma diaria durante largos periodos de tiempo), al menos mientras no se desarrollen otras opciones de administración de la PrEP que no precisen una toma diaria del producto (véanse La Noticia del Día 12/06/2015 o 19/02/2015).

En definitiva, apuntan los autores, “se trata de mantener una conversación honesta con las personas sobre qué opciones se ajustan mejor a sus hábitos de vida y objetivos de salud sexual”.

Fuentes: Beta / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencias: Jain, S. and colleagues. Longitudinal trends in HIV nonoccupational postexposure prophylaxis use at a Boston community health center between 1997 and 2013. JAIDS, 68(1), 97-101.

Jain, S. and colleagues. Subsequent HIV infection among men who have sex with men who used non-occupational post-exposure prophylaxis at a Boston community health center: 1997-2013. AIDS Patient Care and STDs, 29(1), 1-6.

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