Los factores de riesgo de deterioro neurocognitivo podrían ser similares en personas con y sin VIH

Francesc Martínez
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Dichos factores, tales como historial de enfermedad cardiovascular o de depresión, podrían incluirse en protocolos de cribado

Investigadores franceses han concluido que el deterioro neurocognitivo observado en personas con VIH estaría condicionado, en la mayor parte de los casos, por los mismos factores de riesgo que los apreciados en la población general.

En los últimos tiempos, diversos ensayos han sugerido que la presencia de deterioro neurocognitivo entre personas con VIH (pérdida de la memoria, de la concentración o de las habilidades mentales) es muy frecuente [véase Actualización en Tratamientos 14/03/2012], aunque la mayoría de dichos estudios contaron con pocos participantes y muy seleccionados.

Para obtener resultados más consistentes, los autores del presente estudio decidieron reducir los criterios de inclusión a: vivir con VIH, ser mayores de edad y encontrarse en una situación médicamente estable. La captación de participantes, pertenecientes a una cohorte de la Agencia Nacional Francesa para la Investigación sobre el Sida y las Hepatitis Virales (ANRS, en sus siglas en francés), tuvo lugar entre los años 2007 y 2009, llegando a un total de 400 personas incluidas en el estudio.

La función neurocognitiva se evaluó por medio de tests estandarizados. Además, se evaluó información correspondiente a registros médicos sobre factores de riesgo previamente descritos en el campo del deterioro neurocognitivo, tales como la edad, el nivel educativo, la presencia de enfermedades cardiovasculares y la de depresión, entre otros.

Casi la mitad de los participantes tenían resultados de una prueba de imagen por resonancia magnética (IRM), para relacionar la función neurocognitiva con la atrofia de la materia gris cerebral.

Los participantes tenían una mediana de edad de 47 años y el 79% eran hombres. La mayoría (89%) tomaban terapia antirretroviral, de los que el 93% tenían una carga viral inferior a 500 copias/mL. La mediana del recuento de CD4 era de 515 células/mm3 y la mediana del recuento nadir, de 260 células/mm3.

Un 19% de los pacientes incluidos en el estudio tenían colesterol elevado, el 4% tenían historial de enfermedad cardiovascular y el 29% estaban coinfectados por el virus de la hepatitis B (VHB) o por el de la hepatitis C (VHC).

La mayor parte de los participantes presentaban deterioro neurocognitivo (59%). En el 20% de los casos éste era asintomático, en el 31%, de tipo moderado y el 7% tenían demencia asociada al VIH.

Al compararse con los participantes sin deterioro neurocognitivo, las personas con dicho deterioro eran significativamente mayores (p= 0,02), tenían, con mayor frecuencia, historial de enfermedad cardiovascular (p= 0,01), colesterol elevado (p= 0,04), depresión (p <0,001), ansiedad (p <0,001), menor nivel educativo (p <0,001), diagnóstico de una enfermedad neurocognitiva asociada a sida (p <0,001), historial de infarto cerebral (p <0,001), de traumatismo craneoencefálico (p <0,001) o de enfermedad neurológica (p <0,001).

Tras ajustar los resultados en relación con ciertos factores de confusión, siguieron estando significativamente asociados al desarrollo de deterioro neurocognitivo bajos niveles de educación, historial de enfermedad cardiovascular, colesterol elevado, ansiedad, depresión, historial de enfermedad neurológica, de traumatismo craneoencefálico o de diagnóstico de enfermedad neurocognitiva asociada a sida.

Al restringir el análisis a las 192 personas sin ansiedad, depresión, historial de daños cerebrales y con mayores niveles educativos, los investigadores hallaron que solo el 19% tenían deterioro neurocognitivo sintomático. Al incluir en las restricciones la no presencia de historial de enfermedad cardiovascular, la incidencia de deterioro neurocognitivo sintomático cayó hasta el 10%.

Los resultados de IRM mostraron que las personas con deterioro neurocognitivo presentaban un volumen de materia gris significativamente inferior al de aquellas sin dicho deterioro (p= 0,006). La diferencia significativa se mantuvo al excluir a pacientes con manifestaciones neurológicas de sida o con historial de traumatismo craneoencefálico (p= 0,03).

Los autores del estudio destacaron el impacto de factores tales como el historial de enfermedad cardiovascular, ansiedad o depresión sobre el desarrollo de deterioro neurocognitivo. Un adecuado cribado de estas afecciones en personas con VIH podría alertar sobre la necesidad de valorar un posible deterioro neurocognitivo, ya que la detección precoz podría permitir intervenciones efectivas, como los ejercicios para potenciar las funciones cerebrales (véase La Noticia del Día 30/10/2012), antes de que adquiera carácter sintomático.

Fuente: Aidsmap.
Referencia: Bonnet F, et al. Cognitive disorders in HIV-infected patients: are they HIV related? ANRS CO3 Aquitaine Cohort, Bordeaux, France, 2007-2009. AIDS 26, online edition.

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