Ofrecer la prueba de las hepatitis víricas en los servicios de urgencias se muestra una intervención factible y aceptable

Jordi Piqué
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Un enfoque de cribado basado en el consentimiento verbal por exclusión voluntaria permite vincular de forma más efectiva a los pacientes diagnosticados en un servicio de urgencias de un hospital londinense

Un estudio británico, cuyos resultados se han publicado en la revista Journal of Viral Hepatitis, ha hallado que el cribado de las hepatitis víricas –es decir, de las causadas por el virus de la hepatitis B (VHB) y C (VHC)- y la derivación a la atención médica especializada de los casos positivos es una intervención factible y muy aceptable entre la población.

Pero el estudio también halló que la derivación a la atención especializada de las personas que habían sido diagnosticadas por primera vez de hepatitis C fue un reto que requirió una gran implicación por parte de los servicios sociales y los mediadores pares para localizar a las personas y garantizar que siguieran recibiendo atención.

La eliminación de la hepatitis B y la hepatitis C depende del cribado de las personas con mayor riesgo de infección, el diagnóstico y la vinculación a la atención especializada. Pero estimaciones recientes sugieren que dos tercios de las infecciones por hepatitis C y el 81% de las infecciones por hepatitis B siguen sin diagnosticarse en el Reino Unido.

El cribado de las hepatitis víricas basado en los factores de riesgo de la persona en la atención primaria y en los servicios de atención a las drogodependencias es una estrategia que permite identificar infecciones no diagnosticadas previamente. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades ha recomendado también el cribado de estas infecciones en los servicios de urgencias, aunque se carece de datos suficientes que muestren su efectividad y viabilidad.

En Inglaterra, varios estudios han demostrado una mayor prevalencia de las hepatitis víricas entre las personas usuarias de los servicios de urgencias que en la población general. En las zonas de alta prevalencia del VIH en Inglaterra, ya se recomienda la realización de pruebas universales del VIH en los servicios de urgencias; sin embargo, no se recomienda el cribado de las hepatitis víricas.

Para investigar la eficacia y la sostenibilidad del cribado de las hepatitis víricas en un servicio de urgencias, un grupo de investigadores británicos puso en marcha un estudio en el que evaluó el cribado universal de las hepatitis víricas y la derivación a la atención especializada de los casos positivos en el servicio de urgencias del hospital St Thomas’s Hospital, que da servicio a la zona central del sur de Londres.

El sistema de registro electrónico de pacientes solicitaba automáticamente la realización de pruebas de hepatitis B y C a todos los pacientes ingresados si necesitaban otros análisis de sangre, con la opción de elegir no realizarlas. Los pacientes recibieron información impresa sobre las hepatitis víricas y su tratamiento en varios idiomas y fueron informados en el momento de la extracción de sangre de su derecho a no realizar las pruebas si no querían, lo que se conoce como estrategia de exclusión voluntaria.

La derivación a la atención médica especializada fue llevada a cabo por el coordinador de la atención en lugar de los médicos del servicio de urgencias, lo que eliminó una barrera relacionada con los médicos de los servicios de urgencias. El diagnóstico de la hepatitis C se realizó en un solo paso, lo que significa que se analiza la misma muestra para detectar anticuerpos del VHC y el antígeno del VHC. Este procedimiento significa que las personas que dan positivo en la prueba de anticuerpos no tienen que volver realizarse las pruebas de confirmación.

Durante los once meses de evaluación del servicio, 81.088 personas acudieron al servicio de urgencias del hospital y a 36.865 se les realizó una analítica (45%). De estas últimas, el 75% aceptaron realizarse la prueba de la hepatitis B y el 75% la de la hepatitis C.

Un total de 235 personas (0,9%) dieron positivo en la prueba del antígeno de superficie de la hepatitis B, 523 (1,9%) dieron positivo en la prueba de anticuerpos de la hepatitis C y 261 (0,9%) dieron positivo en el antígeno de la hepatitis C. No hubo diferencias en la realización de pruebas para la hepatitis B o C según la edad, el sexo o el origen étnico.

La positividad a la hepatitis B fue más común en los hombres (cociente de prevalencia (PR) 1,5), en los de 30-49 años (PR 3,4) en comparación con otros grupos de edad y en otras etnias en comparación con los británicos blancos (PR > 6,6).

De los diagnosticados de hepatitis B, el 15% ya recibía asistencia o tenía un diagnóstico de enfermedad terminal no relacionado con la hepatitis B. De los 199 pacientes restantes, 140 (70%) recibieron el diagnóstico de hepatitis B. Algo menos de la mitad (48%) ya conocían su estado de hepatitis B y la mitad de ellos (53%) no recibía asistencia.

Un total de 110 pacientes necesitaron ser derivados a la atención especializada; el 87% se derivaron con éxito a la atención y de los pacientes vinculados, 46 de 86 (53%) habían acudido a más de una visita clínica en el momento de la revisión de los datos.

En 261 personas que dieron positivo al antígeno del VHC, la prevalencia fue mayor entre los hombres (PR 2,5), las personas en situación de sinhogarismo (PR 16,6) y las personas con el VIH (PR 2,8). Las personas de 30 a 49 años y de 50 a 69 años tenían una probabilidad significativamente mayor de dar positivo en las pruebas en comparación con las personas más jóvenes (PR 3,6). La prevalencia fue significativamente menor en otros grupos étnicos en comparación con los británicos blancos.

La derivación a la atención especializada en el caso de la hepatitis C resultó ser más difícil que en el de la hepatitis B. Aproximadamente la mitad (52%) de las personas que dieron positivo a l antígeno de la hepatitis C pudieron ser localizadas/contactadas, aunque 12 murieron poco después de ser contactadas y 19 ya recibían atención sanitaria. De los 99 restantes, 56 aceptaron la derivación a la atención especializada. De los que acudieron a las citas, 26 de 34 habían recibido con éxito tratamiento frente a la hepatitis C en el momento de finalizar la revisión de los datos.

Noventa y siete personas diagnosticadas de hepatitis C eran personas sin hogar. Treinta y uno de los 87 pacientes sin hogar con los que no se pudo contactar en el hospital fueron localizados por trabajadores del sistema de salud británico, de los cuales 19 recibieron posteriormente la aprobación para el tratamiento o lo iniciaron.

Los obstáculos para la vinculación incluían la falta de un número de teléfono móvil activo y la falta de registro en el médico de cabecera. La evaluación del servicio reveló que el enlace con los equipos locales de personas sin hogar y con los mediadores pares con experiencia en este tipo de situaciones era esencial para localizar e involucrar a las personas sin hogar en la atención y mantener su implicación con el tratamiento.

Los autores del estudio afirman que es más probable que el cribado de las hepatitis víricas en los servicios de urgencias tenga éxito en entornos urbanos con una buena coordinación entre el servicio de urgencias, el tratamiento clínico y los equipos comunitarios, incluidos los servicios sociales.

Fuente: Infohep / Elaboración propia (gTt-VIH)

Referencia: Nebbia G et al. VirA+EmiC project: evaluating real-world effectiveness and sustainability of integrated routine opportunistic hepatitis B and C testing in a large urban emergency department. Journal of Viral Hepatitis, published online,31 March 2022. DOI: https://doi.org/10.1111/jvh.13676

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