¡Este paciente no es mío!

Joan Tallada
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La principal conferencia europea de hepatología pasa de puntillas sobre la coinfección

Hoy se ha inaugurado en Barcelona, España, la 42 Reunión Anual de la Asociación Europea de Estudio del Hígado (EASL, en sus siglas en inglés), que está considerada la principal conferencia sobre hepatología que se celebra en el viejo continente, y la segunda más importante después de la que organiza también cada año en EE UU la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas (AASLD, en sus siglas en inglés).

Durante la ceremonia de apertura, el Secretario Científico de la EASL, Jean-Michel Pawlotsky , ha glosado los logros de la organización: un número récord de participantes, más talleres y sesiones formativas que nunca, una cantidad mayor que nunca de trabajos presentados y de resúmenes aceptados, repetidos simposios y talleres, además de encuentros paralelos y discusiones científicas.

Entre tanta publicidad y auto-elogio, que ha incluido un avance del apretado programa de actividades de la EASL para los próximos meses y el año 2008, no se ha nombrado ni una sola vez la coinfección de las hepatitis virales (B y C sobre todo) con el VIH. De hecho, la coinfección ocupa un espacio marginal, casi residual, en el programa de este encuentro de hepatología, lo que podría sorprender, pero cuenta con una –triste– explicación.

Tradicionalmente, el abordaje terapéutico de la coinfección por VIH y por hepatitis B o C lo ha asumido el especialista de VIH, fuera inmunólogo, infectólogo o internista. Los hepatólogos se han sentido, con alguna rara excepción, ajenos a estos pacientes, y pese a la complejidad y dificultad para tratar la enfermedad hepática en VIH, especialmente la hepatitis C, en el mejor de los casos participan de equipos multidisciplinares en los que se discuten los casos, pero con frecuencia ni eso. Los especialistas del hígado no visitan a los pacientes coinfectados, como si la vinculación con el problema fuera sólo tangencial, lejana.

Esta división artificial ha creado varios obstáculos, y uno de los más evidentes es la exclusión de las personas coinfectadas por VIH y hepatitis virales de los ensayos clínicos con fármacos experimentales para el VHB y el VHC (véase La Noticia del Día 08/03/07). Así, mientras que los activistas de VIH, al tratar directamente con compañías farmacéuticas, agencias reguladoras y doctores, hemos logrado que las personas coinfectadas participen en los ensayos clínicos de los antirretrovirales antes de que sean comercializados, el hecho cierto de que el desarrollo clínico de nuevas moléculas para las hepatitis esté en manos de médicos que no tratan a personas coinfectadas deriva en la falta de interés de los primeros en que este grupo se beneficie tempranamente de los avances farmacológicos.

Esta mañana, en la EASL, hemos tenido una nueva prueba de ello, construida sobre percepciones erróneas y datos obsoletos, durante un simposio comercial destinado a la presentación de un nuevo fármaco para tratar la hepatitis C, la timalfasina (o timosina alfa-1).

La timalfasina es un péptido de 28 aminoácidos que por su tamaño debe ser administrado por vía subcutánea, dos veces a la semana. Tiene un mecanismo de acción parecido al interferón: es un inmunomodulador que regula la acción de las interleuquinas, reduce la apoptosis celular y aumenta ligeramente los CD4, pero expresa también una cierta actividad antiviral directa. Por lo que sabemos hasta ahora, sus efectos secundarios son limitados.

Timalfasina está siendo evaluada en su uso combinado con interferón pegilado y ribavirina en personas que sólo tienen hepatitis C y en las que ya ha fracasado anteriormente el tratamiento estándar con IFN y/o RBV. Los resultados son discretos aunque esperanzadores, por el momento.

Timalfasina tiene unas características que la hacen interesante para su empleo en personas con VIH y hepatitis C: no se prevén interacciones significativas con los antirretrovirales y parece tener un positivo efecto inmunoestimulador. Ahora que se ha completado la Fase II y se está iniciando la Fase III de desarrollo clínico, ya sabemos que el producto tiene una dosis establecida, se muestra seguro y no presenta efectos graves en personas monoinfectadas. ¿No sería el momento de iniciar los ensayos en personas coinfectadas, que tanto necesitan nuevos medicamentos para la hepatitis C?

Preguntado al respecto por la audiencia, Mario Rizzetto, del Hospital San Giovanni Battista de Turín, Italia, presidente de la sesión, ha respondido con un lugar común: “Hasta que no se demuestre eficacia completa del nuevo compuesto en personas inmunocompetentes, no es posible llevar adelante los ensayos en individuos inmunosuprimidos”.

¿Habrá oído hablar de TARGA el Dr. Rizetto? ¿Sabe que llevamos más de 10 años de terapia antirretroviral y que muchísimas personas con VIH, y con VHC, no están inmunosuprimidas? ¿O es que confunde, todavía, la inmunocompetencia con no tener VIH, sin más? ¿No será que le da pereza o sencillamente le da igual lo que pase con pacientes que no son suyos?

Activista, además de periodista comunitario, este redactor sintió la necesidad de acercarse al micrófono para ofrecer, uno por uno, los argumentos que desmontan el tópico de que no se puede ensayar un fármaco experimental de la hepatitis C en personas coinfectadas hasta prácticamente su aprobación comercial para monoinfectados.

La mesa de ponentes escuchó educadamente, no iba a ser menos, para inmediatamente después, sin responder a la interpelación y ante la ausencia de más preguntas, dar por cerrado el acto.

En esta 42 Reunión de la EASL se presentan 40 trabajos relacionados con nuevos fármacos para la hepatitis C, sin que ninguno de ellos incluya a participantes con VIH. Esperemos que la presencia en las salas de activistas de VIH, todavía modesta pero cada vez mayor, contribuya a un cambio en la percepción y en las prácticas clínicas.

Fuente: Elaboración propia.

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