CROI 2019: Dolor generalizado en personas con el VIH

Francesc Martínez
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Haber tomado algunos antirretrovirales de primera generación se relacionaría con la aparición de esta incapacitante comorbilidad

Un estudio británico presentado en la 26 Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2019), celebrada la semana pasada en Seattle (EE UU), ha evaluado la presencia de dolor generalizado –también denominado dolor difuso– y ha analizado factores que favorecerían su aparición.

El dolor difuso es una comorbilidad frecuentemente padecida por personas con el VIH. Algunos estudios se han dirigido a intentar esclarecer sus causas, pero pocos han investigado su aparición en personas con el VIH en tratamiento antirretroviral efectivo. Para intentar esclarecer factores asociados al dolor generalizado en estas personas, los autores del presente estudio contaron con la participación de 522 personas con el VIH en tratamiento antirretroviral efectivo pertenecientes al estudio POPPY, que evaluaba el deterioro cognitivo en personas con el VIH del Reino Unido.

Los datos relativos al dolor se registraron por medio de cuestionarios autocumplimentados por los participantes entre los años 2013 y 2015 y con la ayuda de un maniquí, en el cual identificaban las partes del cuerpo en las que presentaban dolor.

En el estudio se definió dolor difuso (o generalizado) tener más de 6 partes del cuerpo afectadas por dolor. Los posibles factores relacionados con el dolor analizados incluyeron recuentos de CD4 (actual y nadir), número total de fármacos antirretrovirales recibidos, exposición actual o acumulativa a cada familia de antirretrovirales y –de forma específica, por tener una relación con el dolor descrita en estudios previos– exposición a estavudina (Zerit®), didanosina (Videx®) y/o zalcitabina (Hivid®). Los resultados se ajustaron por sexo y edad.

El 86% de los participantes eran hombres, el 88% de etnia blanca y la mediana de la edad era de 53 años.

La mediana de la exposición a inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) era de 8,5 años, la de la exposición a inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósido (ITINN) era de 3,5 años y la de la exposición a inhibidores de la proteasa (IP) era de 1,9 años. Durante el estudio, el 83,5% de los participantes tomaron ITIN, el 43,5% tomaron IP y el 46,6% tomaron ITINN.

El 14,4% de los participantes tenía historial de uso de inhibidores de la integrasa y el 10,5% tomaba inhibidores de la integrasa durante su participación en el estudio.

Los participantes habían recibido una mediana de 6 antirretrovirales diferentes durante su vida y el 32,4% habían recibido, al menos, uno de los tres fármacos más relacionados con el dolor en estudios previos (estavudina, didanosina o zalcitabina).

La mediana del recuento de CD4 durante la participación en el estudio era de 620 células/mm3 y la mediana del recuento nadir era de 210 células/mm3.

El 65,4% de los participantes manifestaron tener dolor . Las partes más afectadas fueron las rodillas (33,1% de los participantes); la zona lumbar de la espalda (31%); los tobillos o pies (26,3%); los hombros (23,0%), la zona dorsal de la espalda (22%) y el cuello (14,9%).

La mediana de los puntos corporales con dolor fue de dos . El 14,2% de los participantes tenían dolor generalizado y el 51,2% tenían dolor no generalizado .

En el análisis no ajustado de los resultados, el dolor generalizado fue más frecuente en aquellas personas con mayor exposición a ITIN; mayor exposición a IP; uso actual de ITINN; uso de un mayor número de antirretrovirales; uso de didanosina, estavudina o zalcitabina y –sorprendentemente– en aquellas personas con mayores niveles actuales de CD4.

No obstante, al ajustar los resultados por edad y sexo solo se observó un factor significativamente asociado al dolor generalizado: el uso de didanosina, estavudina o zalcitabina (cociente de riesgo ajustado [CRa]: 2,09; p <0,05).

Los resultados del presente estudio reafirman en personas en tratamiento antirretroviral efectivo lo ya observado en estudios previos: la relación entre el dolor generalizado y el uso de didanosina, estavudina o zalcitabina. Ello sería consecuencia de la toxicidad mitocondrial y la subsiguiente neuropatía periférica relacionada con su uso. Los autores del estudio manifestaron que, aunque no hallaron otros factores de riesgo diferentes al ya apuntado, tienen pendiente la realización de futuros análisis de datos clínicos para investigar en profundidad la relación entre el dolor difuso y la inmunosupresión o las terapias farmacológicas.

Fuente: Elaboración propia ( gTt-VIH ).
Referencia: Sabin C, Nkhoma K, Harding R, et al. Widespread pain and associations with HIV-related factors in people with HIV. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Seattle, abstract 698, 2019.

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