Factores étnicos y culturales condicionarían la empatía de los profesionales sanitarios con sus pacientes con el VIH

Francesc Martínez
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Aquellos profesionales que se autodefinen como más empáticos no serían los que presentarían mayores niveles de empatía

Un estudio publicado en Patient Education and Counseling ha concluido que la respuesta de los profesionales sanitarios a las emociones manifestadas por las personas con el VIH que atienden se vería condicionada por factores étnicos y culturales. De forma destacable, aquellos profesionales sanitarios que se autodefinen como más empáticos no serían los que realmente actúan de forma más empática con sus pacientes.

Diversos estudios han evidenciado la gran influencia que la relación y comunicación entre profesionales sanitarios y pacientes tiene sobre los resultados clínicos. Una buena relación y comunicación facilitan la satisfacción de los pacientes, su implicación en el cuidado de su propia salud y su adherencia al tratamiento.

Para profundizar en las dinámicas de la comunicación emocional en el contexto de la atención de la infección por el VIH, un equipo de investigadores estadounidenses puso en marcha un estudio de tipo observacional en el que se analizaron registros de audio de visitas entre personas con el VIH y los profesionales sanitarios que las atendían en dos centros médicos de las ciudades estadounidenses de Baltimore y Portland.

Los profesionales sanitarios eran médicos, enfermeras y asistentes médicos que proporcionaban atención primaria y/o especializada a personas con el VIH. Para ser elegible, la persona con el VIH debía ser adulta, hablar inglés y llevar al menos seis meses en seguimiento médico.

El estudio incluyó a 41 profesionales sanitarios y a 342 personas con el VIH. La edad promedio era de 46 años entre los profesionales sanitarios y de 53 años entre personas con el VIH. El 66% de los profesionales sanitarios eran mujeres y el 64% de las personas con el VIH eran hombres. Los profesionales sanitarios eran principalmente de etnia blanca (el 66%), un 15% eran de etnia negra, un 10% de etnia asiática y un 5% de etnia latinoamericana. En el caso de las personas con el VIH, el 77% eran de etnia negra, el 20% de etnia blanca, el 1% de etnia asiática y el 3% de otras etnias.

La comunicación emocional se evaluó utilizando los códigos validados Verona de secuencias emocionales (conocidos como códigos VR).

El 67% de las visitas contuvieron al menos una expresión emocional. El 77% de dichas expresiones fueron iniciadas por los pacientes.

El 27% de las expresiones emocionales de las personas con el VIH fueron clasificadas como de preocupación explícita, mientras que en el 73% de los casos eran emociones menos claras y más ambiguas.

Los profesionales sanitarios respondieron a las expresiones emocionales de los pacientes de forma explícita en un 44% de los casos. En el 81% de los casos la respuesta proporcionó un espacio para que la persona con el VIH elaborara una descripción más precisa de su emoción.

El 49% de las respuestas de los profesionales sanitarios no proporcionaron espacio de elaboración a la persona con el VIH de forma explícita. En un 33% se proporcionaron signos no verbales de atención y en un 9% palabras de apoyo verbal moderado.

El 12% de las respuestas de los profesionales sanitarios redujeron espacio para la persona con el VIH, en muchos casos a través del consejo o de proporcionar información. En un menor porcentaje dicha reducción del espacio se produjo a través de ignorar la emoción o de aconsejar de forma muy general.

Los investigadores hallaron que las visitas de duración más corta (de alrededor de 4 minutos) fueron las que se asociaron a un mejor enfoque emocional por parte de los profesionales sanitarios.

El perfil étnico de las personas con el VIH ya había condicionado la respuesta de los profesionales sanitarios en un estudio previo realizado por el mismo equipo de investigadores. Así, la probabilidad de recibir respuestas que dieran espacio a la expresión de sus emociones fue un 58% inferior en personas con el VIH de etnia negra. En estas mismas personas, la probabilidad de recibir respuestas que exploraran sus emociones fue un 52% inferior y la probabilidad de que su expresión emocional fuera bloqueada o activamente evitada fue 6 veces superior.

En el presente estudio las diferencias por motivo de etnia siguieron estando presentes, aunque habían cambiado. Así, los profesionales sanitarios presentaron una probabilidad aumentada en un 56% de referirse explícitamente a las emociones de sus pacientes si eran de etnia negra y reducida en un 35% respecto a proporcionar respuestas explícitas si los pacientes eran de etnia blanca.

Los profesionales sanitarios presentaron una probabilidad inferior en un 44% de responder de forma neutra o pasiva a sus pacientes si eran de etnia negra y superior en un 76% de responder de dicho modo si eran de etnia blanca. Como en el estudio previo, los profesionales sanitarios presentaron una mayor probabilidad de bloquear las respuestas emocionales de sus pacientes si eran de etnia negra.

En cuanto a las personas con el VIH, los investigadores hallaron que las personas de etnia negra expresaron sus emociones de forma más sutil y de forma menos proactivas que las personas de otras etnias. Ello se potenciaría con la actitud de los profesionales sanitarios, con menor tendencia a responder adecuadamente a la comunicación emocional de las personas de etnia negra.

Un último punto destacable del estudio fue la relación entre cómo un profesional sanitario percibía su nivel de empatía, si era un tema que le preocupara y cómo todo ello se relacionaba con su comunicación emocional con las personas con el VIH.

Los investigadores hallaron una tendencia hacia una mayor preocupación por la empatía si el profesional sanitario era una mujer.

En cuanto a la autopercepción de la empatía, de forma paradigmática, aquellos profesionales sanitarios que se consideraban más empáticos no fueron precisamente los que utilizaron más comunicación emocional con sus pacientes, lo que indica que la autopercepción en muchas ocasiones es poco realista.

De forma contraria, aquellos profesionales sanitarios que se mostraban más preocupados por su empatía fueron los mejor valorados en dichos términos por sus pacientes.

Los resultados del presente estudio evidencian una serie de barreras que es necesario afrontar para mejorar la comunicación emocional y empatía entre las personas con el VIH y los profesionales sanitarios que las atienden. Es importante que los sistemas sanitarios contemplen estas casuísticas y formen a sus profesionales para mejorar la atención de las personas con el VIH reduciendo el estigma y la discriminación que muchas veces se detectan en entornos sanitarios.

Fuente:Aidsmap / Elaboración propia (gTt).

Referencias:Park, J et al. Racial disparities in clinician responses to patient emotions. Patient Education and Counseling 103: 1736-44, September 2020. doi: 10.1016/j.pec.2020.03.019

Park, J et al. Are clinicians’ self-reported empathic concern and perspective-taking traits associated with their response to patient emotions? Patient Education and Counseling 103: 1745-51, September 2020. doi: 10.1016/j.pec.2020.04.016

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