La detección precoz del hepatocarcinoma mejora el pronóstico en personas coinfectadas por VIH y VHC

Juanse Hernández
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El despistaje regular de este tipo cáncer no se lleva a cabo en una tasa importante de pacientes

Las personas con cirrosis asociada al virus de la hepatitis C (VHC) tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de hígado. Las pruebas de detección regulares pueden ayudar a detectar las primeras etapas de este cáncer. Por lo general, el examen consiste en la realización de un escáner del hígado mediante ecografía abdominal o tomografía computerizada [TC] y un análisis de sangre para medir los niveles de alfafetoproteína (AFP), una proteína producida en el tejido hepático del feto durante su desarrollo y que en adultos puede servir como marcador tumoral. El hepatocarcinoma es más fácil de tratar y la probabilidad de responder es más elevada si se detecta en una fase precoz.

Aunque las directrices de tratamiento y manejo de las personas coinfectadas por VIH y VHC recomiendan efectuar el despistaje del hepatocarcinoma cada seis meses, a muchos pacientes nunca se les hace tal examen. De hecho, un estudio internacional cuyos resultados fueron presentados en el 45 Encuentro Anual de la Asociación Europea para el Estudio del Hígado [EASL 2010], celebrado entre el 14 y el 18 de abril en Viena (Austria), ha mostrado que aproximadamente la mitad de los pacientes coinfectados por VIH y VHC con cáncer de hígado incluidos en un análisis nunca se habían realizado una prueba de detección del hepatocarcinoma; sin embargo, aquéllos que sí lo habían hecho pudieron detectar el cáncer en sus primeras fases, lo que contribuyó a que pudiera ser tratado de forma más eficaz y a un aumentó de la supervivencia.

En el estudio participaron investigadores de Brasil, EE UU, Canadá, Reino Unido, España e Italia, quienes examinaron los resultados oncológicos en un grupo de pacientes coinfectados por VIH y VHC, entre los cuales algunos habían efectuado el despistaje del hepatocarcinoma y otros no.

Este análisis retrospectivo incluyó a 70 participantes identificados en 20 centros de Norteamérica, Sudamérica y Europa entre 1992 y 2009. Se consideró que los pacientes se habían sometido a pruebas de detección si se presentaron a la consulta con resultados que mostraban anomalías en las pruebas de imagen o en los niveles de AFP, y que no se habían sometido a despistaje si lo hicieron cuando ya habían desarrollado síntomas.

El estudio reveló que, de los 70 participantes, un total de 39 (55,7%) se habían realizado pruebas de detección del hepatocarcinoma. No se observaron diferencias significativas entre pacientes sometidos a detección y no sometidos en cuanto a la edad [50 frente a 53 años], la raza/etnicidad, la carga viral mediana del VIH o el recuento mediano de células CD4 (308 frente a 227 células/mm3).

Los pacientes que se habían sometido a pruebas de detección tuvieron más probabilidades que los que no lo hicieron de presentar cáncer de hígado en su fase inicial: según el sistema de clasificación del  grupo Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC, en sus siglas en inglés), un 69,2% se hallaban en el estadio A ó B (fases menos avanzadas) en comparación con un 19,4% (p <0,001); de acuerdo con el sistema del Programa Italiano de Cáncer de Hígado (CLIP, es sus siglas en inglés), los que habían efectuado el despistaje tenían un puntuación media más baja (1,6 frente a 2,5; p= 0,009); y, según la clasificación Child-Turcotte-Pugh (CTP, en sus siglas en inglés), además de presentar una puntuación media más baja [6,6 frente a 7,5; p= 0,027], un 61,5% de estos pacientes fueron clasificados en el estadio A (menos grave) en comparación con un 35,5% de las personas que no se hicieron pruebas de detección de forma regular (p= 0,030).

Los datos ponen de manifiesto que aquellas personas sometidas a pruebas regulares recibieron con más frecuencia una terapia eficaz contra el hepatocarcinoma que las que no lo hicieron, aunque en este caso la diferencia no fue estadísticamente significativa (64,1% frente a 41,9%; p= 0,064).

Tras ajustar por el momento en que se administró el tratamiento, se pudo apreciar que los pacientes bajo control tuvieron una mediana de supervivencia mayor que los que no se habían efectuado pruebas de detección (6,9 frente a 3,8 meses; p= 0,026).

Sobre la base de estos resultados, los investigadores concluyen que existe una gran proporción de personas coinfectadas por VIH y VHC diagnosticadas de hepatocarcinoma a las que no se les realiza el despistaje de este tipo de cáncer. Y añaden que, de acuerdo con los hallazgos de su estudio, la detección del hepatocarcinoma se asoció de forma significativa con un estadio precoz de este cáncer, un incremento del uso de tratamiento oncológico eficaz y con un aumento de la supervivencia.

Por estos motivos y en consonancia con las directrices de manejo del hepatocarcinoma de la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas [AASLD, en sus siglas en inglés] y de otras sociedades científicas europeas, este grupo internacional de expertos aboga porque la recomendación de realizar cada seis meses pruebas de detección de cáncer de hígado se aplique también en pacientes coinfectados por VIH y VHC.

Fuente: Hivandhepatitis.com / Elaboración propia.
Referencia: Kikuchi L, Nuñez M, Barreiro P, et al (Liver Cancer in HIV Study Group). Impact of screening for hepatocellular carcinoma (HCC) in HIV/HCV-coinfected patients on staging, therapy and survival. 45th Annual Meeting of the European Association for the Study of the Liver (EASL 2010). Vienna, Austria. April 14-18, 2010.

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