Casi un 10% de las personas con el VIH que sobreviven a un cáncer desarrollan posteriormente una nueva neoplasia

Jordi Piqué
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Un estudio francés subraya la necesidad de diseñar e implementar programas específicos de reducción del riesgo de cáncer en población con el VIH

Un estudio francés, cuyos resultados se han publicado en la revista Cancers, ha revelado que más de un 9% de las personas con el VIH que sobrevivieron a un cáncer inicial desarrollaron posteriormente un nuevo cáncer. Por este motivo, los investigadores consideran que es necesario diseñar y evaluar programas dirigidos a esta población que permitan reducir su riesgo de desarrollar cáncer.

Los casos de algunos tipos de cáncer fueron preponderantes en los primeros 15 años de la pandemia del VIH. En esa época, los cánceres más frecuentes asociados al VIH eran el sarcoma de Kaposi -causado por el virus del herpes humano 8 (VHH-8)-, el linfoma no Hodgkin -causado por el virus de Epstein-Barr (VEB)- y el cáncer de cuello de útero invasivo -causado por el virus del papiloma humano (VPH). Estos tres tipos de cáncer se agrupan como “cánceres definitorios de sida” porque históricamente su presencia en personas con el VIH indicaba una profunda inmunodeficiencia.

Pese al avance superlativo que supuso la llegada del tratamiento antirretroviral de gran actividad en 1996 en países de rentas altas, este no ha logrado solucionar satisfactoriamente toda la problemática que acarrea el VIH en múltiples direcciones, como la prevalencia de determinados tipos de cáncer. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que algunas personas con el VIH están coinfectadas por otros virus que pueden causar cáncer, como la hepatitis B o C (que aumentan el riesgo de cáncer hepático), algunas cepas del VPH (que pueden causar cáncer anal, de cuello uterino, de boca, labios, garganta, pene y vulva) y el virus Epstein-Barr (que aumenta el riesgo de algunas formas de linfoma).

Además, el tabaco –cuyo consumo en personas con el VIH es proporcionalmente elevado– y el alcohol –sobre todo cuando la ingesta es elevada– están relacionados con un incremento del riesgo de desarrollar diversos tipos de cáncer. cánceres que afectan a boca, garganta, esófago, laringe (caja de voz), hígado y mama.

Por otro lado, la propia infección por el VIH se asocia a niveles de inflamación y activación inmunitaria superiores a los normales y aunque el tratamiento antirretroviral reduce estos niveles, no los puede normalizar. De este modo, es probable que la inflamación crónica y el exceso de activación inmunitaria puedan debilitar o envejecer ligeramente el sistema inmunitario. El exceso de inflamación también podría aumentar el riesgo de formación de células anómalas, lo que daría lugar a pre-cáncer y cáncer. Asimismo, la coinfección por el citomegalovirus es relativamente frecuente en personas con el VIH y según algunos investigadores de Canadá puede acelerar el envejecimiento del sistema inmunitario y también contribuir a un exceso de inflamación y activación inmunitaria.

Para ofrecer más evidencia sobre esta cuestión, un equipo de investigadores franceses realizó un estudio retrospectivo multicéntrico utilizando datos longitudinales de la cohorte francesa Dat’AIDS, una base de datos que ha estado recopilando información sobre la salud de las personas con el VIH y que empezó a registrar participantes desde 1983 acumulando datos sobre casi 45.000 pacientes. El objetivo del estudio era describir la prevalencia y la tipología de una segunda neoplasia primaria en personas con el VIH, es decir, un cáncer nuevo diagnosticado con posterioridad a un primer cáncer. Para ello, los investigadores los datos recopilados en 17 hospitales franceses. La selección de los participantes comenzó en 1983 y se examinaron los datos hasta finales de 2015. En concreto, se eligió a las personas que habían desarrollado al menos dos cánceres primarios. El perfil de un segundo cáncer primario se estratificó en función del primer tipo de cáncer primario y del género.

Se clasificaron los cánceres en tres grupos: 1) cánceres definitorios de sida: sarcoma de Kaposi, linfoma no Hodgkin y cáncer cervical invasivo; 2) cánceres asociados al VIH que no son definitorios del sida, incluidos los causados por los virus de la hepatitis B (VHB) y C (VHC), el VPH, el virus Epstein-Barr (que puede causar linfoma no Hodgkin) y el poliomavirus de células de Merkel (que puede causar cáncer de células de Merkel)-; y 3) todos los otros tipos de cáncer.

El perfil de los participantes en el momento de entrar en el análisis del cáncer fue el siguiente: un 83% de hombres y un 17% de mujeres; la edad en que desarrollaron el primer cáncer fue de 46 años; un 22% de participantes desarrollaron el primer cáncer en 1996 o antes; un 78% de participantes tuvieron cáncer después de 1996; el 77% tenía un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3 en algún momento del pasado antes de iniciar la terapia antirretroviral, lo que indica una profunda inmunodeficiencia; al 60% se le diagnosticó el VIH antes de 1996; el 16% estaban coinfectados por el VHC; el 9% estaban coinfectados por el VHB; y el 32% eran exfumadores y el 37% eran fumadores en activo.

Por término medio, se monitorizó a los participantes durante nueve años.

De las 44.642 personas de la cohorte Dat’AIDS, 444 (el 9%) desarrollaron un primer cáncer primario y, posteriormente, un segundo cáncer primario. Al final del periodo de estudio, la distribución de los participantes que desarrollaron cáncer fue: un 55% de participantes vivos, un 35% fallecidos y un 10% perdieron el contacto con su clínica del VIH.

La media de edad en el momento de desarrollar el primer cáncer primario fue de 46 años. La distribución de los primeros cánceres primarios fue la siguiente: cánceres definitorios de sida (personas, n= 269), cánceres no definitorios de sida relacionados con el VIH (n= 51), todos los otros tipos de cáncer (n= 124). La media de edad en el momento de desarrollar el segundo cáncer primario fue de 51 años. Por término medio, las personas desarrollaron un segundo cáncer cuatro años después de que se les diagnosticara el primero; esto no difiere según el género. La distribución de los segundos cánceres primarios fue la siguiente: cánceres definitorios de sida (n= 130), cánceres no definitorios de sida relacionados con el VIH (n= 85) y todos los demás cánceres (n= 229).

 Si se comparan el primer y el segundo cáncer, se observa que los cánceres relacionados con el sida constituían la mayoría del primer cáncer, mientras que “todos los demás cánceres” eran más frecuentes en los casos de segundo cáncer.

Los segundos cánceres más frecuentes se distribuyeron en orden descendente, de mayor a menor frecuencia, siendo en hombres: linfoma no Hodgkin, cáncer de piel, sarcoma de Kaposi, cánceres del tracto digestivo, cáncer de pulmón y cáncer anal; y en mujeres: cáncer de mama, cáncer de piel, linfoma no Hodgkin, sarcoma de Kaposi, cáncer de pulmón y cáncer de hígado en mujeres.

Los investigadores observaron que, entre las mujeres con el VIH de Francia, el cáncer de mama es el segundo cáncer más frecuente. Además, proporcionalmente, más mujeres que hombres eran usuarias de drogas inyectables en la cohorte Dat’AIDS, por lo que es probable que así se expusieran al VHC. Por lo tanto, no debería sorprender que el cáncer de hígado, una consecuencia de la infección por el VHC, fuera más común entre las mujeres.

A partir de los datos del análisis se evidencia que al 63% de los participantes se les diagnosticó el VIH antes de 1996 -año en que el tratamiento antirretroviral de gran actividad estuvo disponible- y que el 77% de los participantes había tenido un recuento de células CD4 inferior a 200 células/mm3 en algún momento. Esto sugiere que algunos participantes pasaron un periodo de tiempo con una profunda inmunodeficiencia y habrían tenido una producción incontrolada de VIH.Es posible que durante este tiempo sus sistemas inmunitarios fueran demasiado débiles para reconocer y eliminar las coinfecciones persistentes de virus cancerígenos. No solo eso, sino que es probable que, durante este periodo de profunda inmunodeficiencia, los virus cancerígenos hayan podido transformar algunas células infectadas a un estado anómalo. Además, las nuevas investigaciones sugieren que algunas de las proteínas del VIH pueden ayudar a transformar las células anómalas en pre-cáncer y cáncer.

Este análisis de la cohorte Dat’AIDS pone de manifiesto que los segundos cánceres nuevos están afectando a casi el 10% de las personas con el VIH que sobrevivieron a su primer cáncer. Investigaciones recientes sugieren que, en general, el cáncer constituye un problema de salud creciente en todo el mundo y que afecta de un modo específico a las personas con el VIH. Para afrontar esta situación, la atención médica se debería centrar en los factores de riesgo modificables -es decir, los que no están vinculados a los antecedentes familiares y genéticos- para reducirlos a fin de mejorar la salud general y probablemente disminuir las posibilidades de desarrollar cáncer.

Como conclusión, los investigadores proponen unas medidas preventivas y de cribado del cáncer específicas dirigidas a personas con el VIH, con el objetivo de que puedan discutirlas con el profesional sanitario. Entre ellas, se incluyen la ayuda para reducir –o si es posible, abandonar– el consumo de tabaco, las estrategias de reducción del riesgo del VHC, mantener un peso saludable, practicar ejercicio, seguir una dieta rica y variada, y el cribado de cáncer de mama, colon y próstata, que en los países de rentas altas ya se realizan de forma regular. Algunos grupos específicos pueden considerar intervenciones adicionales, como el cribado de enfermedades relacionadas con el VPH y la vacunación frente a este virus, el cribado del VHB y/o el VHC y, si es necesario, tratamiento, la vacunación preventiva frente al VHB, y facilitar a las personas con antecedentes de tabaquismo el cribado del cáncer de pulmón.

Fuente:Catie / Elaboración propia (gTt).

Referencia:Poizot-Martin I, Lions C, Delpierre C, et al. Prevalence and spectrum of second primary malignancies among people living with HIV in the French Dat’AIDS cohort. Cancers 2022, 14(2), 401; https://doi.org/10.3390/cancers14020401

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