La indetectabilidad del VIH protege contra el desarrollo de daño hepático causado por los antirretrovirales más antiguos

Marta Villar
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La coinfección por el virus de la hepatitis C es el mayor factor de riesgo para sufrir problemas hepáticos

De acuerdo con un estudio alemán cuyos resultados han sido publicados en la revista PLOS One, haber recibido en el pasado determinados fármacos antirretrovirales, ahora en desuso, podría tener un impacto negativo duradero sobre la salud hepática. Los investigadores hallaron que, aunque el virus de la hepatitis C (VHC) fue el factor de riesgo que más se relacionó con el daño hepático, el tratamiento con didanosina (ddl) y zidovudina (AZT) también se asoció con la fibrosis o la cirrosis hepáticas. Además, alcanzar la indetectabilidad viral a través del tratamiento antirretroviral redujo a la mitad el riesgo de desarrollar fibrosis hepática en las personas anteriormente expuesta a estos medicamentos más antiguos.

Desde la llegada del Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA), la esperanza de vida de las personas con el VIH ha aumentado de manera espectacular, de tal manera que, en la actualidad, en países de nuestro entorno, se aproxima a la de la población general (véase La Noticia del Día 15/05/2017). Además, se ha observado que el control de la carga viral con los tratamientos actuales tiene un efecto beneficioso sobre la salud hepática.

Sin embargo, la enfermedad hepática sigue siendo una de las principales causas de morbimortalidad en personas con el VIH. En muchos casos es debido a la coinfección con el virus de la hepatitis C (VHC) y/o el virus de la hepatitis B (VHB), o al consumo elevado de alcohol. Además, es bien sabido que los antirretrovirales más antiguos y ahora en desuso –al menos en los países que tienen garantizado el acceso a la innovación terapéutica–, pueden causar hepatotoxicidad. Los fármacos especialmente asociados con el daño hepático incluyen los inhibidores de la proteasa no potenciados y ciertos análogos de nucleósido (ITIN), especialmente estavudina (d4T), didanosina (ddI) y zidovudina (AZT).

Con el fin de evaluar el impacto del tratamiento con fármacos antiguos sobre el riesgo de desarrollar fibrosis y cirrosis, un equipo de investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) diseñó un estudio transversal que incluyó a 333 adultos con el VIH que recibían atención médica entre el año 2009 y 2011.

Los participantes del estudio tenían una mediana de edad de 45 años; el 83% de ellos eran hombres; una tercera parte estaba coinfectado por el VHC y un 7%, por el VHB. El tiempo mediano desde el momento del diagnóstico fue 10 años; un 89% del total estaba tomando tratamiento antirretroviral durante una mediana de 5 años.

En cuanto al uso de fármacos potencialmente tóxicos para el hígado, un tercio de las personas tenían antecedentes de terapia con zidovudina; una cuarta parte había estado expuesta a la estavudina: y un 12% había tomado didanosina.

Para poder estimar el daño producido en el hígado y determinar la presencia de fibrosis o cirrosis los investigadores realizaron pruebas de elastografía transitoria (también conocida con el nombre de FibroScan ®). Durante el seguimiento también se tomaron muestras de sangre para determinar el recuento de células CD4, la carga viral y el estado de las hepatitis.

En general, el 18% de los participantes tenían fibrosis y el 7,5% cirrosis. La prevalencia en ambos tipos de patologías fue mayor en las personas coinfectadas por el VHC que por las personas monoinfectadas.

Tras controlar los resultados por posibles factores de confusión, se halló la coinfección por el VHC como el mayor factor de riesgo para la presencia de fibrosis grave o cirrosis (cociente de probabilidades ajustado [CPa]: 5,3; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 3,1 – 91; p < 0,001). Haber recibido en el pasado didanosina también se relacionó de manera significativa ([CPa]: 2,7; [IC95%]: 1,3- 5,6; p=0,008). Sin embargo, tener valores en la carga viral actual inferiores a las 40 copias/mL fue un factor importante de protección contra la presencia de daño hepático ([CPa]: 0,5; [IC95%]: 0,3-0,9; p=0,024).

En un subanálisis que consideró solo a las personas coinfectadas por el VHC mostró que los antecedentes de tratamiento con zidovudina también fueron un factor de riesgo significativo para el desarrollo de fibrosis grave o cirrosis ([CPa]: 4,1; [IC95%]: 1,2-13; p=0,021).

Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto que un historial de tratamiento con didanosina y zidovudina tiene una influencia negativa sobre la función hepática. Asimismo, dado que el control de la carga viral parece ser el principal factor protector frente al desarrollo de enfermedad hepática resulta de especial importancia mantener unos buenos niveles de adherencia al tratamiento antirretroviral que permitan el control de la replicación viral. Dado que los pacientes que tienen más probabilidades de haber tomado estos fármacos en el pasado son, sobre todo, aquellos que en la actualidad tienen 50 años o más, los resultados de este estudio subrayan también la importancia del manejo clínico adecuado del paciente de edad avanzada.

Fuente: Aidsmap/ Elaboración propia (véase gTt-VIH)
Referencia: Anadol E, Lust K, Boesecke C, Schwarze-Zander C, Mohr R, Wasmuth J-C, et al. (2018) Exposure to previous cART is associated with significant liver fibrosis and cirrhosis in human immunodeficiency virus-infected patients. PLoS ONE 13(1): e0191118.

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