Lipodistrofia y depresión

Xavier Franquet
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Un estudio relaciona la pérdida de grasa en la cara con los marcadores más altos de depresión

Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington ha estudiado el impacto psicológico de los cambios morfológicos del síndrome de lipodistrofia en un grupo de pacientes mayores de 18 años que acudieron al centro médico asociado a dicha universidad entre septiembre de 2005 y junio de 2006. Un total de 250 personas con VIH participaron en este estudio transversal y observacional. A todas ellas se les pidió completar una evaluación que incluyó mediciones de depresión y de composición morfológica corporal.

Dicha evaluación la llevaron a cabo respondiendo a unos cuestionarios habilitados en ordenadores con pantallas táctiles. Para medir la depresión se utilizó el cuestionario PRIME-MD. Se preguntó sobre uso de drogas según un test llamado en inglés Alcohol, Smoking and Substance Involvement Screening Test y las preguntas sobre los cambios morfológicos se basaron en el Study of Fat Redistribution and Metabolic Change in HIV Instrument. Se usó un análisis de regresión lineal para examinar la asociación entre lipoatrofia (pérdida de grasa subcutánea) o lipohipertrofia (acúmulos anómalos de grasa) y depresión. Para examinar la relación entre la media de los marcadores de depresión y la lipoatrofia o lipohipertrofia en diez partes del cuerpo se usó un análisis de varianza

La edad media de los participantes fue de 43 años, el 86% eran hombres y el recuento medio de CD4 nadir (el más bajo nunca) fue de 169 células/mm3. De los 250 pacientes, sólo 46 (18%) dijeron no tener ni lipoatrofia ni lipohipertrofia. En cambio, un total de 106 (42%) refirió lipohipertrofia leve, mientras que 65 (26%) aseguraron tener lipoatrofia leve, un total de 22 (9%) lipohipertrofia de moderada a severa y 11 (4%) personas dijeron padecer lipoatrofia de moderada a severa. Cuatro tenían lipoatrofia de moderada a severa y lipohipertrofia leve, mientras que otros ocho tenían lipohipertrofia de moderada a severa y lipoatrofia leve. Estos doce pacientes fueron clasificados según su anomalía morfológica más severa. Además hubo 75 personas con lipoatrofia y lipohipertrofia leves que fueron clasificados según la anomalía que consideraran más severa dentro de la levedad.

Los marcadores medios de depresión fueron más elevados entre aquellos pacientes con lipoatrofia de moderada a severa (16,4), intermedios entre aquéllos con lipohipertrofia de moderada a severa (11,7), con lipohipertrofia leve (9,9) y lipoatrofia leve (8,5). En cambio los marcadores más bajos se obtuvieron entre aquellas personas que no sufrían anomalías morfológicas corporales (7,7) (p=0,002).

Tras ajustar por edad, etnia, sexo, uso de tratamiento antirretroviral, índice de masa corporal, uso de drogas y recuento actual de CD4, los marcadores medios de depresión de las personas con lipoatrofia de moderada a severa fueron 9,2 puntos mayores (p<0,001), los marcadores de aquéllas con lipohipertrofia de moderada a severa fueron 4,8 puntos mayores (p=0,02) y los de los pacientes con lipohipertrofia leve fueron 2,8 puntos más altos (p=0,03) que los de los pacientes sin ningún tipo de anomalías morfológicas.

La lipoatrofia facial (pérdida de grasa subcutánea en la cara) fue la complicación que se asoció con los marcadores más altos de depresión: un 15,5 frente al 8,9 del grupo control; p=0,03.

En sus conclusiones los autores del estudio afirman que entre las personas con VIH la lipoatrofia y la lipohipertrofia se asocian significativamente a marcadores más elevados de depresión, siendo la lipoatrofia la complicación que más se relaciona con depresión severa.

Fuente: natap.org
Referencia: H.M. Crane, C. Grunfeld, R.D. Harrington et al Lipoatrophy among HIV-infected patients is associated with higher levels of depression than lipohypertrophy. HIV Medicine Oct 2008

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