Respuesta positiva a la estrategia de incentivar a pacientes con VIH y carga viral indetectable

Jesús Damieta
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La medida parece mejorar la relación entre profesionales sanitarios y personas con VIH, además de ofrecer nuevas oportunidades para realizar intervenciones de prevención

Un estudio presentado el mes pasado en la Conferencia "Investigación para la Prevención del VIH" celebrada en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) mostró que la respuesta a un ensayo que utilizó bonos canjeables por un valor de 70 dólares (aproximadamente 58 euros) como incentivo por mantener cargas virales indetectables fue mayoritariamente positiva, tanto entre las personas con VIH participantes en el ensayo como entre el personal sanitario implicado. Los resultados revelaron, no obstante, que más de la mitad de los participantes carecían de un conocimiento apropiado del concepto de "carga viral", y que este conocimiento no mejoró a lo largo del estudio.

Este ensayo se trata de un subestudio realizado sobre otro de mayor alcance perteneciente a la Red de Ensayos para la Prevención del VIH (HPTN, en sus siglas en inglés), que explora distintas maneras de mejorar las tasas de realización de pruebas de VIH, vinculación a la atención sanitaria y adhesión terapéutica de personas con VIH que viven en zonas desfavorecidas, así como investigar otras intervenciones de salud pública para este sector de la población.

Los participantes afirmaron que el dinero con el que se les incentivó no fue usado para lujos, sino que lo utilizaron para cubrir necesidades básicas, entre las que se incluía el propio copago de la medicación. Este estudio, al tiempo que parece confirmar que los incentivos monetarios pueden mejorar la vinculación a la atención sanitaria y aumentar la proporción de personas con VIH en estado de supresión virológica, también subraya que la causa subyacente de abandono terapéutico o de no asistir a las visitas médicas pautadas podría deberse, muchas veces, a la pobreza, al menos en EE UU.

Para evaluar los resultados de la intervención, se comparó la proporción de personas con carga viral indetectable en las áreas en que se ofrece un conjunto de cuidados relacionados con el VIH con otras áreas de características similares en que no se ofrecen.

El ensayo se llevó a cabo en 39 clínicas de tratamiento del VIH de Nueva York y Washington DC entre enero de 2011 y abril de 2013. Todavía no están disponibles los datos principales del estudio relativos a la carga viral, pero sí existen datos procedentes de estudios cualitativos relativos a cómo los participantes gastaron sus bonos, datos que aportan una interesante perspectiva sobre este nuevo método de vinculación de pacientes al cuidado terapéutico.

Se realizaron entrevistas semiestructuradas a 75 personas de edades comprendidas entre 14 y 72 años. Además, se hicieron entrevistas a doce miembros del personal clínico que participó en el ensayo, y se hicieron tres grupos focales con otros doce.

De las 75 personas entrevistadas, el 59% procedían de Washington DC. El 63% eran varones y el 3% eran transexuales. El 59% se autodefinieron como afroamericanos y, del total restante, un 23% se autodefinieron como hispanos. Un 37% se autodefinieron como gais y un 10% como bisexuales.

El grupo estudiado se encontraba en una situación económica precaria y su nivel educativo era bajo. Los ingresos anuales de tres cuartas partes de los participantes se hallaban por debajo de los 20.000 dólares, y un tercio no había completado el equivalente a la educación secundaria.

Los participantes recibieron una tarjeta regalo por valor de 70 dólares cada vez que obtenían como resultado de una prueba carga viral indetectable. Durante los dos años que duró el ensayo se otorgaron 39.359 tarjetas, con un valor total de 2.775.130 dólares

Los 75 pacientes entrevistados y 24 trabajadores mostraron su agrado por la estructura del ensayo. Entre los pacientes se apreció un aumento de la asistencia regular a las citas, y los profesionales sanitarios reseñaron disponer de mejores oportunidades de realizar cuidados preventivos. Los dos colectivos señalaron una mejora en la relación entre ambas partes.

No obstante, el incentivo monetario no se relacionó con una mejora del conocimiento de los pacientes sobre el significado del concepto de "carga viral". En el subestudio cualitativo la mitad de las personas entrevistadas tenían ideas equivocadas sobre el mismo. Este hecho parece revestir relevancia en la evolución de la enfermedad, dado que las tasas de fracaso virológico entre las personas que comprendían el significado del concepto fueron del 5%, frente al 10% de las personas que no.

La principal confusión se daba entre los conceptos de "carga viral" y "recuento de CD4", de modo que algunos pacientes pensaban que la carga viral debía mantenerse alta, y que el adjetivo "indetectable" reflejaba algo negativo. Los investigadores señalaron, no obstante, que tres cuartas partes de los participantes comprendían que la razón de tomar antirretrovirales de forma regular era para mantener una carga viral "buena", y que esto puede ser incentivo suficiente para una buena adhesión. El estudio cualitativo también reveló, no obstante, que el personal sanitario no era consciente de los errores de concepto de sus pacientes, y pensaban que tenían información apropiada.

En algunos casos se produjeron situaciones de tensión, especialmente cuando algún paciente no acudía a alguna cita o tenía cargas viral detectable, o en casos en que los incentivos eran percibidos como un derecho adquirido en vez de como una recompensa. No obstante, de forma general, la estructura del ensayo pareció mejorar la relación entre pacientes y trabajadores. Y, más aún, el hecho de recibir una recompensa pareció tener un efecto beneficioso en la autoestima de los participantes, especialmente en aquellos casos de personas sin empleo o con pocas experiencias de control sobre su situación vital.

Otro aspecto interesante del estudio fue que brindó la oportunidad de realizar un seguimiento de los movimientos de los pacientes. Así, se observó que el 95% de las tarjetas eran canjeadas en el mismo estado donde se conferían pero que el 5% restante se utilizaban en distintos estados o, incluso, países fuera de EE UU. La importancia de este dato radica en que la movilidad de los pacientes o los movimientos migratorios de las personas con menos ingresos entre albergues o refugios puede tener valor explicativo de las bajas tasas de vinculación a la atención clínica observada en EE UU, muy inferiores a las de otros países de condiciones similares, como puede ser el Reino Unido. En este sentido, los incentivos monetarios pueden servir como un medio para mantener el contacto con los pacientes, además de cómo incentivo para acudir a las clínicas. Su uso sobre segmentos desfavorecidos de la población adquiere, además, una dimensión redistributiva añadida al hacer aumentar la capacidad de estas personas para adquirir artículos de primera necesidad.

Fuente: HivandHepatitis / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencia:  T Gamble, J Stanton, E Greene, A Pack, et al. Unanticipated Impact of Financial Incentives on HIV Patients and Providers: Findings from a Qualitative Sub-study (HPTN 065). HIV Research for Prevention (HIV R4P). Cape Town, South Africa, October 28-31, 2014. Abstract P06.02.

E Greene, J Taylor, A Pack, et al. Understanding of Viral Load among Participants Receiving Financial Incentives for Viral Suppression: Findings from a Qualitative Sub-study of HPTN 065. HIV Research for Prevention (HIV R4P). Cape Town, South Africa, October 28-31, 2014. AbstractP06.04.

T Gamble, P Corcoran, J Stanton, et al. Geographic Utilization of Gift Cards Used for Financial Incentives to Encourage Viral Suppression: Findings from HPTN 065
. HIV Research for Prevention (HIV R4P). Cape Town, South Africa, October 28-31, 2014. AbstractP52.04.

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