La soledad se asociaría a una peor memoria y un mayor impacto de comorbilidades en personas con el VIH

José Fley
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Realizar intervenciones que atiendan a los factores que fomentan la soledad sería clave para mejorar la salud de estas personas

Investigadores de distintas clínicas de Canadá han realizado un estudio donde han participado más de 800 personas con el VIH para hallar otros problemas de salud que pudieran estar afectando a este colectivo. Entre las dificultades encontradas se observa un alto nivel de soledad en aquellos que son más jóvenes, con mayores problemas de movilidad y/o proclives al consumo de opioides. Además, la soledad producía un impacto negativo en distintos aspectos de la vida de estas personas tales como la propia salud percibida, la calidad de vida, el estado anímico y la actividad física.

Debido a que -gracias a la efectividad de los medicamentos antirretrovirales- la infección por el VIH se ha convertido en una condición de salud crónica, la esperanza de vida de las personas VIH positivas ha aumentado. Diversos estudios realizados en personas VIH negativas han hallado que la soledad puede relacionarse con una peor salud mental y un peor desempeño cognitivo, lo que conlleva una peor calidad de vida. En estudios realizados en personas con el VIH, se ha apuntado que hasta el 10% de ellas presentan soledad persistente y que el 26% tendrían un mayor riesgo de morir en los siete años posteriores a su diagnóstico. La probabilidad de padecer soledad en las personas que tienen enfermedades crónicas es mayor que la del resto de la población. Además, por causa del estigma y la discriminación aún presentes en la sociedad, los datos apuntan que aquellas personas de mediana y mayor edad que viven con el VIH podrían presentar mayor adversidad social que la esperada solo por el envejecimiento.

Para averiguar el impacto de la soledad en las personas que viven con el VIH, los investigadores del presente estudio contaron con la participación de 834 personas con el VIH para realizar un estudio sobre salud mental, estableciendo la cohorte Positive Brain Health Now. Entre las evaluaciones que realizaron se usó una encuesta validada sobre la soledad y se recogieron datos sobre sus registros médicos. La media de edad era de 53 años y el 85% de los participantes eran hombres.

El 18% de los participantes se encontraban habitualmente solos, el 46% tenían periodos intermitentes de soledad y el 37% contestó no estar casi nunca solo. En estos distintos grados de soledad no hubo ninguna diferencia entre hombres y mujeres ni se observó relación con la carga viral del VIH y el recuento de células CD4.

En contra de lo esperado, las personas que contestaron no encontrarse casi nunca solas tenían mayor edad que aquellas que sí afirmaron estarlo. Esto contrastaría con la población general, donde el sentimiento de soledad aumenta con la edad. Los investigadores indicaron que podría ser un reflejo del ‘sesgo del superviviente’ , ya que aquellas personas con el VIH que fueron diagnosticadas antes de 1996 necesitaron de redes sociales persistentes para su supervivencia.

Dentro del grupo de personas con el VIH que se sentían más solas, se hallaron diversos factores asociados la soledad. Entre ellos destacaban la pobreza; comorbilidades tales como las enfermedades pulmonares o neuropatías periféricas; cambios visibles en la forma del cuerpo por causa de la lipodistrofia y fatiga, dolores o presentar problemas de motivación.

Los investigadores no hallaron ninguna diferencia en el uso de alcohol, cannabis o tabaco que condicionara los distintos grados de soledad percibidos por los participantes. Sin embargo, el grupo de personas con el VIH y altos niveles de soledad refirió también un mayor uso de opioides tanto de uso recreativo como bajo receta. Al ajustar los datos obtenidos con la presencia del dolor físico llegaron a la conclusión de que existía una relación entre la soledad y el uso de opioides, muy posiblemente para poder afrontar el dolor psicológico .

Por otro lado, al evaluar la memoria y la posibilidad de mantener un pensamiento claro, las personas con bajo nivel de soledad obtuvieron mejores resultados que aquellos que se sentían muy solos .

Las intenciones futuras de los investigadores son realizar un seguimiento de varios años a los participantes y así poder estudiar cómo va cambiando el sentimiento de soledad dependiendo de los distintos condicionantes hallados en el presente estudio y el impacto de dicha soledad sobre la salud. Los presentes hallazgos podrían ampliar el número y la calidad de las intervenciones para el manejo de la soledad no deseada en personas con el VIH y, en consecuencia, mejorar la calidad de vida de estas personas.

Fuente: Catie / Elaboración propia ( gTt-VIH )

Referencias: Harris M, Brouillette MJ, Scott SC, et al. Impact of loneliness on brain health and quality of life among adults living with HIV in Canada. JAIDS. 2020;84(4):336-344.

Kuiper JS, Zuidersma M, Oude Voshaar RC, et al. Social relationships and risk of dementia: A systematic review and meta-analysis of longitudinal cohort studies. Ageing Research Reviews. 2015;22:39-57.

Lara E, Martín-María N, De la Torre-Luque A, et al. Does loneliness contribute to mild cognitive impairment and dementia? A systematic review and meta-analysis of longitudinal studies. Ageing Research Reviews. 2019;52:7-16.

Rico-Uribe LA, Caballero FF, Martín-María N, Cabello M, Ayuso-Mateos JL, Miret M. Association of loneliness with all-cause mortality: A meta-analysis. PLoS One. 2018;13(1):e0190033.

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