Rosiglitazona contribuye a la reversión de la lipoatrofia asociada al VIH

Xavier Franquet
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Un estudio en personas que dejaron de tomar d4T y/o AZT sugiere que podría usarse para acelerar el aumento de grasa subcutánea en las extremidades

Según los resultados finales de un estudio que acaban de publicarse en la edición del 1 de junio de la revista AIDS, el empleo de rosiglitazona (ROSI, Avandia®) supuso una mejora significativa de la pérdida de grasa en las extremidades relacionada con el tratamiento antirretroviral [lipoatrofia] en personas que dejaron de tomar los análogos de la timidina estavudina (d4T, Zerit®) o zidovudina (AZT, Retrovir®).

En febrero de 2009, durante la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), se presentaron los resultados preliminares de este estudio, que apuntaban ya en esta dirección [véase La Noticia del Día 12/02/2009].

Rosiglitazona, o ROSI, pertenece a una clase de fármacos llamada tiazolidenoidas (o glitazonas), que se utiliza habitualmente en personas con diabetes tipo 2 para mejorar la sensibilidad a la insulina.

La experiencia en personas seronegativas sugería que ROSI podría ser útil para el aumento de la grasa subcutánea en personas con VIH y lipoatrofia, pero los resultados de los estudios llevados a cabo en el pasado fueron contradictorios. Entonces, se pensó que el uso concomitante de ROSI y los antirretrovirales asociados a esta complicación, los análogos de la timidina, podría impedir la esperada reversión.

Para despejar esta duda sobre el beneficio potencial de ROSI en el tratamiento de la lipoatrofia, un equipo de investigadores de Cleveland (Ohio, EE UU) se dispuso a probar dicha teoría. Para ello, compararon el empleo de rosiglitazona frente a placebo en un grupo de 71 personas con lipoatrofia que habían dejado de tomar d4T y/o AZT veinticuatro semanas antes del inicio del ensayo. Los investigadores realizaron escáneres DEXA [absorciometría dual de rayos X, en sus siglas en inglés] para examinar la grasa en las extremidades antes de empezar el estudio y al final, es decir, al cabo de 48 semanas. También midieron los lípidos en sangre.

Un 17% (n= 12) del total de participantes eran mujeres y un 51% (n= 36) eran de etnia blanca. Antes del estudio, las características metabólicas eran similares en los dos brazos del estudio, salvo que el grupo con placebo tenía el colesterol total más elevado (p= 0,04).

Como era de esperar, después de interrumpir la toma de los análogos de la timidina, la grasa en las extremidades aumentó, aunque fuera sólo un poco, en ambos grupos. De todas formas, al cabo de 48 semanas, el grupo que tomó ROSI obtuvo incrementos significativamente mayores que aquellos pacientes que tomaron placebo: una mediana de 448g con ROSI [rango intercuartil: 138 – 1.670g] y de 153g con placebo [rango intercuartil: 100 – 682g] (p= 0,02).

Los autores destacan que aquellas personas que habían perdido más grasa en las extremidades se beneficiaron de ROSI tanto como los pacientes que empezaron el estudio con lipoatrofia leve.

Además de las mediciones objetivas efectuadas con los escáneres DEXA, se invitó a los participantes a que informaran sobre si estaban notando cambios. En general, los pacientes que tomaron ROSI fueron los que refirieron mejoras visibles significativas tanto en las extremidades como en la cara, en comparación con los que recibieron placebo.

Sin embargo, como efecto no deseado, los pacientes que tomaron ROSI experimentaron incrementos de grasa en el tronco así como aumentos más significativos de colesterol (p= 0,008), en comparación con los del grupo que recibió el placebo.

Una de las preocupaciones respecto al uso de ROSI en personas con VIH es su posible impacto en el riesgo cardiovascular. En estudios amplios con personas sin VIH, el empleo de este fármaco -al igual que el de otras glitazonas- se ha relacionado con incrementos del riesgo cardiovascular. Nuevos ensayos en marcha arrojarán próximamente más luz sobre este extremo.

En este estudio, aparte de los aumentos del colesterol total, la prevalencia de síndrome metabólico no difirió de forma significativa entre los dos grupos. Tampoco se observaron diferencias por lo que respecta a la densidad mineral ósea total.

De acuerdo con los investigadores, las glitazonas pueden ser un complemento prometedor de cara a acelerar la recuperación de la grasa en las extremidades de personas con VIH que han sustituido d4T y/o AZT por otros fármacos y que todavía siguen sufriendo lipoatrofia.

Con el nombre comercial de Avandia®, GlaxoSmithKline comercializa este antidiabético en España desde el año 2000.

Fuente: International AIDS Society (IAS) / Aidsmeds /  Elaboración propia.

Referencia: Tungsiripat M, El Bejjani D, Rizk N, O’Riordan MA, Ross AC, Hileman C, et al. Rosiglitazone improves lipoatrophy in patients receiving thymidine-sparing regimens. AIDS. 2010; 24: 1.291-1.298. 

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