Modificar la alimentación y la actividad física disminuiría el riesgo de desarrollar diabetes en personas con el VIH

Marta Villar
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Es importante desarrollar intervenciones para lograr dichas modificaciones que tengan en cuenta aspectos individuales y culturales 

Una intervención basada en el asesoramiento individualizado de la dieta y la actividad física disminuiría el riesgo de desarrollar diabetes tipo II en personas con el VIH. Ésta es la principal conclusión de un estudio llevado a cabo en Londres (Reino Unido) y publicado recientemente en la versión digital de la revista Diabetic Medicine.

La prevalencia de diabetes tipo II es mayor en personas con el VIH que entre la población general. De hecho, muchos estudios han vinculado la infección crónica por el VIH al desarrollo de numerosas comorbilidades asociadas a la edad, entre las cuales la diabetes ocupa un lugar destacado (véase La Noticia del Día 11-01-2018 ).

En un estudio estadounidense publicado el pasado año se observó que solamente el 11% de las mujeres con el VIH o en riesgo de adquirirlo y con diabetes mellitus tipo 2 tenían unos niveles óptimos de control de la misma (véase La Noticia del Día 11-07-2018 ).

Los estudios previos sobre intervenciones conductuales en el estilo de vida en personas con el VIH se han centrado en el impacto que tendrían sobre el riesgo cardiovascular, sin que se observara ningún impacto significativo sobre el riesgo de desarrollar diabetes.

Con el fin de conocer la efectividad de una intervención basada en el asesoramiento individualizado de la dieta y la actividad física sobre el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 entre personas con el VIH, así como para conocer la aceptabilidad de la intervención, se llevó a cabo el presente estudio, que utilizó un enfoque de métodos mixtos (tanto de investigación cualitativa como de investigación cuantitativa).

En total, 28 personas con el VIH participaron en el estudio. Como criterio de inclusión se estableció tener niveles de glucosa en ayunas de entre 6 y 6,9 mmol/l (valores indicativos de pre-diabetes). La media de edad de los participantes fue de 54 años, tres cuartas partes eran hombres y, en general, los participantes eran de etnias diversas.

Al inicio del estudio el índice de masa corporal (IMC) promedio fue de 30,5 (valores superiores a 30 indican obesidad), el 57% de los participantes tenía hipertensión, el 79% síndrome metabólico, el 61% esteatosis hepática (también llamado hígado graso) y el 4% enfermedad cardiovascular. En promedio los participantes llevaban 10 años tomando el tratamiento antirretroviral y poco menos de la mitad habían recibido fármacos antirretrovirales que pudieran contribuir al desarrollo de diabetes (en el estudio se consideraron zidovudina, estavudina, didanosina, indinavir o lopinavir).

La intervención, con una duración de 6 meses, incluyó 6 visitas individuales de 30 minutos cada una, en las cuales un nutricionista brindó asesoramiento individualizado con el fin de realizar cambios en los hábitos de alimentación y ejercicio. La intervención tuvo los siguientes 10 objetivos específicos: restricción energética, disminución de peso, disminución del diámetro de la cintura, limitar la ingesta de grasas saturadas, aumentar la ingesta de grasas monoinsaturadas, aumentar el consumo de cereales integrales, reducir el consumo de azúcar añadido y sal, aumentar el consumo de frutas y verduras y caminar un determinado número de pasos al día.

Para alcanzar los objetivos, nutricionista y participante acordaban una serie de objetivos mensuales. Para ello se utilizaron técnicas de entrevista motivacionales y terapia cognitiva conductual , el establecimiento de objetivos y técnicas de autocontrol. Los objetivos fueron individualizados: por ejemplo, el asesoramiento dietético se adaptó a la etnicidad, los hábitos alimentarios, el estatus socioeconómico, los patrones de estilo de vida, el acceso a los alimentos, la capacidad de cocinar y los problemas médicos.

De los diez objetivos de estilo de vida propuestos, los participantes lograron una mediana de cinco objetivos . El objetivo alcanzado con más frecuencia fue reducir la ingesta de sodio a menos de 2,5 g por día, el cual fue alcanzado por el 82% de los participantes, el 61% logró reducir la ingesta de azúcar añadido a menos de 25 g por día, el 57% logró caminar 10.000 pasos por día y el 57% redujo la grasa saturada a menos del 10% de la ingesta total de energía.

Sin embargo, sólo el 22% alcanzó el objetivo de perder peso en un 7% y sólo el 14% aumentó la ingesta de grasas monoinsaturadas a más del 15% del total de ingesta energética diaria. Algunos de los objetivos de la intervención se alcanzaron de manera parcial.

Al comparar los resultados al inicio y al final de la intervención a los seis meses, se redujeron de manera significativa las siguientes variables:

  • Glucosa en ayunas (7,9%, desde 6,3 mmol/l a 5,8 mmol/l).
  • Área incremental de glucosa debajo de la curva en una prueba de tolerancia post-ingesta (17, 6%, de 255 mmol /l/min a 210 mmol /l/min).
  • Insulina en ayunas (22,7%, desde 100,1 pmol/l a 77,1 pmol/l)
  • Área incremental de insulina debajo de la curva en una prueba de tolerancia post-ingesta (31,4%, de 1.870 mmol /l/min a 1283 mmol /l/min).
  • Peso (4,6%, desde 88,8 kg a 84,7 kg).
  • diámetro de la cintura (6,2%, de 107,1 cm a 100,5 cm).
  • Presión arterial sistólica (7,4%, de 135 mmHg a 125 mmHg).
  • Triglicéridos (36,7%, de 2,07 mmol/l a 1,31 mmol/l).

En un estudio realizado previamente en la población general, reducciones del peso y de los niveles de glucosa en ayunas inferiores a las observadas en el presente estudio se asociaron con una reducción de la incidencia de diabetes del 29%.

En una segunda parte del estudio se realizaron 23 entrevistas semiestructuradas, 15 de ellas a personas que habían participado en la primera parte y las 8 restantes a personas que se habían negado a participar o habían interrumpido el tratamiento.

En general, las personas entrevistadas consideraron que este tipo de intervención era aceptable y que mejoraba diferentes problemas de salud. Sin embargo, durante las entrevistas también se identificaron algunas barreras para el cambio de comportamiento específicas del VIH como temer que la pérdida de peso se relacionara con el VIH o, en el caso de los participantes de origen africano, que describieron el sobrepeso como culturalmente deseable.

Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto los beneficios que una intervención individualizada basada en el estilo de vida tiene sobre el riesgo de desarrollar diabetes entre las personas con el VIH. Sin embargo, los autores del mismo subrayan la necesidad de diseñar futuras intervenciones que reduzcan aún más las barreras y así mejorar los resultados.

Fuente: Aidsmap/ Elaboración propia ( gTt-VIH )

Referencia: Duncan AD et al. Reducing risk of Type 2 diabetes in HIV: a mixed‐methods investigation of the STOP‐Diabetes diet and physical activity intervention. Diabetic Medicine, online ahead of print, 7 February 2019

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