Linfogranuloma venéreo en hombres con VIH

Juanse Hernández
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Un estudio holandés alerta sobre la posible aparición de otras ITS después de su tratamiento

El linfogranuloma venéreo (LGV) es una infección de transmisión sexual (ITS) causada por una variedad de Chlamydia trachomatis. Si bien el LGV es endémico en algunas zonas del planeta, en los países ricos en recursos ocurre muy raramente. En Europa, durante décadas, el LGV se ha considerado una enfermedad rara. Sin embargo, en el año 2003 se publicaron varios informes de casos procedentes de Holanda que llevó a los especialistas a hablar de un brote de LGV. A los informes holandeses siguió la notificación de casos similares en ciudades del Reino Unido, Bélgica, Suecia, Francia, España, EE UU, Canadá y Australia. Casi todos los casos se produjeron en hombres que practican sexo con hombres (HSH), muchos de los cuales también estaban infectados con VIH, y la transmisión parece que está asociada a la práctica de sexo anal no protegido.

El LGV, cuando no se trata, puede causar complicaciones dolorosas y graves, como consecuencia de las lesiones interiores que se producen en el pene, escroto y recto. Otras zonas que también puede verse afectadas por el LGV son los nódulos linfáticos y los vasos sanguíneos. Asimismo, las úlceras causadas por el LGV en el recto pueden facilitar la entrada de otros patógenos, tales como los que causan la hepatitis, sífilis y gonorrea.

Después de una exposición al LGV y tras un periodo de incubación, podría aparecer en el transcurso de unos 3 a 30 días una pequeña úlcera indolora en los genitales. La úlcera puede desaparece rápidamente sin dejar cicatriz. Más tarde, entre 2 y 6 semanas después de la lesión inicial, el LGV se propaga de los genitales a los nódulos linfáticos cercanos, pudiendo provocar la aparición de ganglios inguinales y/o femorales inflamatorios y dolorosos. En otros casos, pueden producirse úlceras rectales persistentes, que pueden causar sangrado rectal, evacuaciones dolorosas, estreñimiento y flujo rectal. Además de estos síntomas, los patógenos del LGV pueden desplazarse más allá de los genitales provocando dolor de cabeza, falta de energía, fiebre y pérdida de peso.
 
Dado que los síntomas pueden ser similares a los de la enfermedad inflamatoria intestinal, en algunas ocasiones el LGV ha sido infradiagnosticado. Algunas Agencias de Salud Pública, como la de Canadá, han señalado que las pruebas de detección rutinarias para la Chlamidia podrían dar un resultado positivo en personas con LGV, pero que estos tests no identifican específicamente los patógenos que causan el LGV. La agencia canadiense advierte que los médicos deberían solicitar una prueba diagnóstica específica de LGV para las muestras que envían.

El tratamiento recomendado de primera línea es un curso de tres semanas de 100mg de doxiciclina dos veces al día. Un antibiótico alternativo es eritromicina a dosis de 500mg 4 veces al día durante tres semanas. Algunos médicos han utilizado azitromicina para aquellos casos en los que no está indicado el uso de doxiciclina. Sin embargo, no existe consenso sobre la dosis, programación y duración adecuadas del tratamiento con azitromicina para el LGV.

Con el fin de averiguar cómo se transmite el LGV, algunos expertos han llevado a cabo investigación intensiva y han realizado encuestas a personas con LGV. De esta investigación, se deduce que las rutas de transmisión podrían ser las relaciones anales no protegidas y/o la penetración anal con dedos o manos sin protección (fisting).

La investigación realizada también sugiere que los hombres con VIH parecen ser muy vulnerables al LGV, quizá porque las defensas inmunitarias en el intestino son disfuncionales. Por otro lado, el uso de TARGA, o tener recuentos de CD4 relativamente altos, no ofrece protección contra el LGV.

Un grupo de investigadores holandés ha publicado recientemente los resultados de un estudio sobre el LGV. El equipo revisó los historiales médicos de hombres que habían recibido tratamiento para el LGV entre 2002 y 2005, con el fin de evaluar las ITS que podrían haber contraído después del tratamiento para el LGV.

Los investigadores hallaron que de los 26 hombres que se habían recuperado del LGV, 17 (65%) adquirieron una nueva ITS poco tiempo después del tratamiento. La mayoría de estas personas ya estaban coinfectadas por VIH y hepatitis B. La ITS más común que adquirieron con posterioridad fue la sífilis. El equipo holandés albergaba la esperanza de que, dado que el LGV es una enfermedad grave, estos hombres hubieran comenzado a mantener relaciones sexuales protegidas después de su diagnóstico de LGV. Sin embargo, después de recibir tratamiento para el LGV, algunos de ellos contrajeron nuevas infecciones rectales con otros patógenos, como por ejemplo la sífilis.

Según el equipo holandés, estas nuevas infecciones sugieren que “se necesitan intensificar claramente los esfuerzos en educación para la salud”. Un grupo de médicos australianos que trataron también una serie de casos de LGV en Sydney (Australia) apuntan que “el counselling sobre sexo seguro es crucial en la respuesta contra las ITS”.

Con el fin de mejorar la detección del LGV, algunos países en Europa han implementado y aumentado los programas de vigilancia epidemiológica de esta ITS. Esta herramienta permitirá a los especialistas estar informados de la aparición y las características de los brotes.

Fuente: CATIE-News – Elaboración propia.
Referencia: van den Bos RR and van der Meijden WI. Persistent high-risk sexual behaviour in men who have sex with men after symptomatic lymphogranuloma venereum proctitis. International Journal of STD and AIDS 2007 Oct;18(10):715-6.
 
Vall-Mayans, M., Noguer, I., Brotes de linfogranuloma venéreo entre hombres homosexuales en Europa 2003-04, Enferm Infecc Microbiol Clin 2006; 24: 137 – 138.

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