El lavado vaginal incrementa el riesgo de infección por VIH, menos claro en el caso del “sexo seco”

Roger Pebody

Según un metanálisis de datos sobre hábitos vaginales e infección por VIH en diez cohortes africanas, se asocia el lavado vaginal con jabón y el secado de la vagina con tejidos, telas o papeles con un mayor riesgo de adquirir el virus.

Los resultados fueron presentados la semana pasada en la V Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida [IAS, en sus siglas en inglés], celebrada en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Sin embargo, el uso de productos para secar o estrechar la vagina antes del coito (lo que en culturas africanas se conoce como “sexo seco”), no mostró una asociación con la infección por VIH estadísticamente significativa.

En todo el mundo, las mujeres emplean una enorme variedad de productos y métodos para limpiar, estrechar, secar o calentar la vagina. Ciertos hábitos que alteran las condiciones naturales del ecosistema genital pueden debilitar las defensas innatas del cuerpo frente a los patógenos. Hay prácticas que se relacionan con una alteración del epitelio vaginal y pérdida de lactobacilos (es decir, un incremento de vaginosis bacteriana, a su vez, asociada con un mayor riesgo de infección por VIH).

En países de recursos limitados con acusados desequilibrios de poder entre mujeres y hombres, las féminas pueden verse forzadas a adoptar hábitos vaginales que acentúen el placer sexual de los hombres para preservar beneficios económicos esenciales con sus maridos o sus parejas sexuales. Otras razones que justifican esta práctica son: higiene genital, autotratamiento de las secreciones vaginales y prevención del embarazo.

Hasta la fecha, debido, por un lado, a la amplia variedad de hábitos vaginales en las distintas comunidades y, por otro, a las diferencias con las que los investigadores registraron tales prácticas, los estudios epidemiológicos han arrojado resultados contradictorios sobre si los hábitos vaginales pueden asociarse con un incremento en el riesgo de contraer el VIH.

Por este motivo, un equipo internacional de investigadores utilizó los datos de diez estudios anteriores y llevó a cabo un metanálisis individualizado de cada paciente. La mayoría de metanálisis implican la combinación de los resultados finales de varios estudios distintos, por lo que, en este caso, se siguió la estrategia de recodificar y reanalizar los datos de cada persona que había participado en cada uno de los diez estudios. Esto supuso registrar las prácticas vaginales siguiendo un sistema de clasificación estándar que permitiera la realización de nuevos análisis.

El análisis de las diez cohortes de seis países del África subsahariana se hizo sobre 16.307 mujeres inscritas, de las que 865 se infectaron por VIH. Seis cohortes estaban integradas por mujeres de población general y cuatro, de trabajadoras de sexo comercial o de trabajadoras en entornos de alto riesgo. En estas cohortes se detectó una amplia variación en la prevalencia tanto de hábitos vaginales como de vaginosis bacteriana.

Comparado con las mujeres que no realizaban las prácticas vaginales descritas o que limpiaban su vagina sólo con agua, aquéllas que se lavaban con jabón presentaban un aumento en el riesgo de contraer el VIH. En un análisis multivariable (en el que se tuvo en cuenta la edad, el estado marital y el número de parejas sexuales -los únicos factores que sesgaron el resultado-) el riesgo relativo fue de 1,22 (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,00-1,49).

Las mujeres que usaban tejidos, pañuelos o papeles para secar la vagina y eliminar la humedad también mostraron un riesgo más elevado de infección. En el análisis multivariable, el riesgo relativo fue de 1,41 (IC95%: 1,03-1,77). Los investigadores sugieren que algunos artilugios empleados intravaginalmente pueden ser más perniciosos que otros y pueden causar abrasiones.

Dado que el intervalo de confianza en los dos últimos factores estaba por encima de 1,00, los resultados se consideraron estadísticamente significativos (es decir, que era poco probable que se produjeran por casualidad).

Con todo, en el caso del uso de productos para secar o estrechar la vagina, el riesgo relativo fue de 1,23 (IC95%: 0,97-1,56). El valor más bajo del intervalo de confianza (0,97) significa que este resultado no es estadísticamente significativo. No obstante, Matthew Chersich, encargado de la presentación, señaló que los resultados sí sugieren que estos hábitos son perjudiciales.

Los investigadores barajaron la hipótesis de que ciertos hábitos vaginales pudieran incrementar la vaginosis bacteriana, lo que, a su vez, aumentaría el riesgo de adquirir el VIH. Sin embargo, cuando se añadió el factor vaginosis bacteriana al modelo multivariable, los resultados no se vieron sustancialmente afectados.

Matthew Chersich afirmó que, aunque el metanálisis había sido un intento de reclasificación de estudios anteriores a través de una clasificación estándar, las preguntas que se habían utilizado en los mismos eran ambiguas. Sugirió la realización de nuevos estudios con preguntas precisas sobre los distintos hábitos y productos. También recomendó la evaluación de intervenciones que alentaran a las mujeres a utilizar prácticas menos dañinas, como el lavado vaginal únicamente con agua.

Centrándose en el hallazgo de que el lavado con jabón se asocia con un incremento del riesgo de infección, destacó: “El efecto es modesto, pero al ser una práctica muy extendida, un pequeño efecto puede tener implicaciones importantes a nivel de población”.

Referencia: Chersich MF. Association between intravaginal practices and HIV acquisition in women: individual patient data meta-analysis of cohort studies in sub-Saharan Africa. 5th IAS Conference on HIV Treatment, Pathogenesis and Prevention, Cape Town, abstract TUAC204, 2009.

Más información:
La presentación en PowerPoint de Matthew Chersich y un webcast de su sesión están disponibles en la web de IAS.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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