El abordaje de la hepatitis C en la atención primaria

Juanse Hernández
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Un programa estadounidense proporciona formación especializada para que los médicos de familia puedan ofrecer tratamiento contra el VHC a sus pacientes

Cada vez son más las voces de expertos y responsables de salud pública que abogan por una mayor participación e implicación de los profesionales de la atención primaria en el manejo y seguimiento de las enfermedades crónicas, como por ejemplo, la infección por VIH o el virus de la hepatitis C (VHC). En el caso de la primera, el envejecimiento de los pacientes seropositivos y la aparición de otras comorbilidades asociadas a la edad justificarían la atención compartida entre los diferentes niveles asistenciales, lo que propiciaría a su vez, según los especialistas, una normalización en el manejo de una enfermedad que, pese al gran conocimiento que se tiene actualmente de ella, se sigue asociando todavía al estigma y la discriminación.

Por su parte, las organizaciones de pacientes, aunque reconocen que sería deseable potenciar el papel de la atención primaria en el seguimiento compartido de las personas con VIH o VHC, consideran que la falta de formación de los médicos generalistas en enfermedades virales y el miedo del paciente a que pueda ser conocido y difundido, sin su consentimiento, su estado serológico en un centro de atención sanitaria de proximidad son dos de los principales problemas por los que las personas seropositivas y/o con hepatitis C son reticentes a confiar en sus médicos de cabecera el seguimiento de su proceso de salud crónico. Mientras que este último reto podría resultar más difícil de superar, la escasa formación de los médicos de atención primaria en enfermedades infecciosas crónicas podría dejar de ser pronto un obstáculo insalvable.

En este sentido, una nueva experiencia dirigida al abordaje de una enfermedad crónica como es la hepatitis C ha mostrado que los médicos de familia conveniente y específicamente formados pueden ofrecer tratamiento contra el VHC de forma eficaz y segura.

Ésta es la conclusión a la que llega un estudio cuyos resultados han sido publicados en la edición del 9 de junio de New England Journal of Medicine y que han demostrado que las tasas de respuesta virológica sostenida (lo que equivale a una curación de la hepatitis C) fueron similares tanto en pacientes que recibieron tratamiento de su médico de atención primaria como en aquellos que lo tomaron prescrito por un médico especialista.

Esta experiencia tuvo lugar en Nuevo México (EE UU), tras observarse que una gran proporción de pacientes con hepatitis C crónica no recibían tratamiento para su infección, sobre todo aquellas personas que vivían en zonas rurales, que pertenecían a poblaciones minoritarias y que estaban privadas de libertad. “En 2004, los pacientes de las zonas rurales tenían que esperar hasta seis meses para ser atendidos en una consulta especializada en hepatitis C de la Universidad de Nuevo México y desplazarse 250 millas”, señalan los autores de este estudio, quienes, además, añaden que “a partir de 2003, ni a un solo paciente procedente del sistema penitenciario se le prescribió tratamiento contra la hepatitis C”.

Para mejorar las necesidades de atención y tratamiento de la infección crónica por VHC, un equipo de médicos del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Nuevo México ha desarrollado una experiencia novedosa consistente en la formación especializada de médicos de atención primaria en esta área de la medicina y su apoyo posterior a través de vídeo y teleconferencias.

Los investigadores del proyecto, al que se ha llamado ECHO (siglas en inglés de Extensión de los Resultados de Salud en la Comunidad), proporcionaron la formación adecuada para que los médicos de familia pudieran dispensar el tratamiento contra la hepatitis C. A continuación, quisieron evaluar si la terapia administrada por los médicos que habían recibido la formación en el programa ECHO eran igual de eficaz y segura que cuando se prescribía por un médico especialista de la Universidad de Nuevo México.

Para tal fin, compararon los resultados de eficacia del tratamiento, es decir, la proporción de personas que lograban alcanzar una respuesta virológica sostenida (carga viral del VHC indetectable 24 semanas después de finalizar el tratamiento) entre los dos niveles asistenciales. Además, se recopiló información sobre la frecuencia de los efectos secundarios.

“Nuestra hipótesis fue la siguiente: cuando el tratamiento contra el VHC se administra a nivel comunitario (o penitenciario) siguiendo el modelo ECHO, éste resulta igual de eficaz que cuando lo proporciona un especialista de un hospital universitario”, comentan los investigadores.

El estudio incluyó a 407 pacientes adultos que habían recibido tratamiento entre 2004 y 2008, de los cuales 246 lo hicieron a través de uno de los 21 centros que participaban en el proyecto ECHO (cinco, en centros penitenciarios).

Los resultados evidencian que las tasas de respuestas virológica sostenida fueron prácticamente equivalentes en los centros de atención primaria y en las clínicas especializadas: 58,2% frente a 57,7%, de forma respectiva. Dichos resultados fueron también comparables cuando se tuvo en consideración sólo a los pacientes portadores del genotipo 1 del VHC (uno de los que responde peor al tratamiento): 49,7% en los centros de atención primaria y 45,8% en las clínicas especializadas.

Por lo que respecta a la seguridad, se observó una tasa más elevada de efectos secundarios graves en personas tratadas en las clínicas especializadas que en los pacientes que recibieron la terapia en los centros de atención primaria (13,7% frente a 6,9%, respectivamente; p= 0,02). Además, las personas atendidas en las unidades de atención especializada tuvieron más probabilidades de desarrollar efectos adversos que provocaron la interrupción del tratamiento (8,9% frente a 4,2%, de manera respectiva; p= 0,05).

En sus conclusiones, los investigadores indican: “Hemos hallado que el tratamiento contra el VHC administrado siguiendo el modelo del proyecto ECHO se asoció con tasas elevadas de curación”. Y agregan: “Hemos alcanzado nuestro objetivo de incrementar el tratamiento en poblaciones minoritarias y otros pacientes desatendidos”.

Asimismo, los expertos consideran que el proyecto ECHO puede proporcionar “a los médicos de entornos rurales la experiencia y los recursos clínicos de los que, de otro modo, podrían no disponer, afectando de forma positiva a los resultados”.

Los investigadores concluyen: "El modelo ECHO tiene el potencial para ser implementado de forma parecida en otras partes de EE UU y el extranjero, con los proveedores de la comunidad y especialistas académicos que colaboran para responder a una variedad cada vez mayor de problemas crónicos de salud".

Pese a las posibles limitaciones del estudio, como por ejemplo, la ausencia de distribución aleatoria de los participantes y la falta de un grupo comparador de pacientes de zonas rurales que hubiesen recibido la terapia de especialistas, la experiencia de ofrecer formación especializada a los médicos de atención primaria es una forma de mejorar el acceso a la atención sanitaria y a los tratamientos a poblaciones desatendidas con problemas complejos y graves de salud.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia.
Referencia: Arora S, Thornton K, Murata G, et al. Outcomes of treatment for hepatitis C virus infection by primary care providers. N Engl J Med. 2011; 364: 2.199-2.207.

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