Déficit de flujo sanguíneo cerebral en personas con VIH

Juanse Hernández
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La edad y el propio virus afectan de forma independiente a esta afección

Según los resultados de un estudio publicado en la edición electrónica del 4 de enero de The Journal of Infectious Diseases, tanto el envejecimiento como el VIH pueden afectar de forma independiente al flujo sanguíneo cerebral; no obstante, ambos factores no provocan un efecto sinérgico.

Las investigaciones que evaluaron en el pasado el daño cerebral en personas con VIH se centraron, casi predominantemente, en la manifestación más debilitadora y grave, el complejo de demencia asociado a sida, y mostraron que las tasas eran bastante elevadas en aquellos pacientes en un estadio avanzado de la infección. Aunque las razones de esta afección no han sido dilucidadas por completo, los expertos han descritos dos posibles factores asociados: un efecto directo del VIH o de la respuesta inmunitaria en el cerebro y/o una disminución del flujo sanguíneo cerebral como consecuencia del efecto del VIH sobre el sistema cardiovascular.

La introducción, en 1996, de la terapia antirretroviral de gran actividad [TARGA] supuso no sólo un freno en la tasa de mortalidad de las personas con VIH, sino también una reducción significativa en la incidencia de muchas de las enfermedades relacionadas con el cerebro. Sin embargo, dado que la supervivencia de las personas con VIH es en la actualidad mayor, ahora es motivo de gran preocupación el deterioro de la función cerebral en personas seropositivas de edad avanzada.

Con el fin de determinar el efecto tanto del envejecimiento como del VIH sobre la función cerebral, un grupo de investigadores del Departamento de Neurología de la Universidad de Washington (EE UU) realizó resonancias magnéticas funcionales a 26 personas seropositivas y a 25 sin VIH. Pese a que este tipo de técnica por neuroimagen no puede medir el funcionamiento preciso de las diferentes partes del cerebro, sí puede detectar la cantidad de flujo sanguíneo en las diversas áreas cerebrales. Los investigadores han sido capaces de extrapolar cómo el flujo sanguíneo (o su déficit) afecta al cerebro y la función motora.

El promedio de edad en ambos grupos fue de 40 años, y más de la mitad eran hombres. El recuento mediano de CD4 en el grupo de personas con VIH fue de 486 células/mm3, de las cuales un 60% estaban tomando tratamiento antirretroviral.

Los hallazgos muestran que, en ambos grupos, la edad se asoció con una disminución del flujo sanguíneo cerebral; por cada incremento de 15 años en la edad, se observó una reducción de un 22% de éste. También, la infección por VIH se relacionó con una disminución de casi un 22%.

No se encontró, sin embargo, un efecto sinérgico de la edad y el VIH. De haberse producido una interacción acumulativa, una persona con VIH de 55 años presentaría una reducción de más de un 22% del riego sanguíneo cerebral en comparación con una persona sin VIH de la misma edad; pero éste no fue el caso.

En sus conclusiones, los investigadores apuntan que la técnica de imagen por resonancia magnética funcional puede ser una herramienta útil no invasiva que permita estudiar, en el contexto experimental, el impacto del VIH y la edad sobre la función cerebral, y que sirva de ayuda para evaluar estrategias terapéuticas neuroprotectoras en personas con VIH de edad avanzada.

Fuente: Aidsmeds.
Referencia: Ances BM, Vaida F, Yeh MJ, et al. HIV Infection and Aging Independently Affect Brain Function as Measured by Functional Magnetic Resonance Imaging. J Infect Dis 2010; 201: 336-340.

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