La combinación de Truvada® y Kaletra® como PPE resulta segura y eficaz, con una pequeña tasa de interrupciones

Michael Carter

El uso de una combinación de emtricitabina/tenofovir (FTC/TDF, Truvada®) más lopinavir/ritonavir (LPV/r, Kaletra®) como profilaxis post-exposición (PPE) es en general seguro y bien tolerado, según informa un equipo de investigadores franceses en la edición digital de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. Los autores aconsejan que esta combinación constituya el régimen estándar de PPE.

Pocos pacientes interrumpieron el tratamiento debido a los efectos secundarios. Sin embargo, los investigadores descubrieron que las mujeres fueron más propensas que los hombres a declarar efectos secundarios de tipo gastrointestinal.

“A causa de su buena tolerabilidad, la baja tasa de interrupciones del tratamiento y la facilidad de uso, la formulación de FTC/TDF más LPV/r debería considerarse como el estándar de atención en lo que se refiere a la profilaxis post-exposición del VIH”, comentan los autores.

En Francia (al igual que en el Reino Unido y otros muchos países), el tratamiento recomendado tanto para la PPE ocupacional como no ocupacional consiste en dos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) y un inhibidor de la proteasa (IP) potenciado con ritonavir.

Los efectos secundarios constituyen una de las principales razones por las que los pacientes no consiguen completar las cuatro semanas que se aconsejan de terapia con PPE. En consecuencia, es importante investigar qué combinaciones son más tolerables.

Es por ello que el equipo de investigadores llevó a cabo un estudio prospectivo y observacional que contó con 249 pacientes que accedieron a la PPE entre noviembre de 2006 y junio de 2008. Todas estas personas comenzaron el tratamiento en las 48 horas siguientes a su posible exposición al VIH. La mayoría (82%) de los pacientes tomaban PPE debido a una posible exposición sexual al virus, y en general, se sabía que 60 de los ‘pacientes fuente’ tenían el VIH (por ‘pacientes fuente’ se entiende aquéllos de los que se cree que partió la infección). Un total de 23 habían tomado un tratamiento de PPE con anterioridad.

Se realizaron análisis de sangre antes del inicio de la PPE para determinar el recuento basal sanguíneo, el estado de la función renal y hepática y los niveles de lípidos. Estas pruebas se repitieron tras 14 días y, de nuevo, tras completar la terapia en el día 48. A los pacientes se les pidió que declararan algún efecto secundario que hubieran experimentado en estas visitas de estudio.

Sin embargo, 34 pacientes interrumpieron el tratamiento después de que se comprobara que la persona ‘fuente’ no tenía VIH o  porque se consideró que la posible exposición representaba un riesgo muy bajo de que se transmitiera el virus.

De los 188 participantes que deberían haber completado la PPE, un total de 22 interrumpieron la terapia a causa de los efectos secundarios, incluyendo dos casos de exantema cutáneo (rash) y otro de función renal anómala.

Los otros 166 pacientes completaron el tratamiento. La mayoría (96) señalaron que habían tolerado bien la terapia. Unos 59 pacientes declararon una tolerancia moderada y sólo once comunicaron que la tolerancia había sido mala.

El 70% de los pacientes manifestaron un nivel completo de adhesión. El 27% indicaron a los investigadores que se habían saltado una o dos dosis, y el 4%, tres o más.

Unos 92 participantes afirmaron tener efectos secundarios; los más habituales fueron diarrea (78%), problemas de sueño (78%), náuseas y vómitos (59%) y dolor de cabeza (38%).

Las mujeres fueron más propensas que los hombres a declarar problemas estomacales e insomnio (p <0,001 y p <0,05, de forma respectiva).

En general, las anomalías en los resultados de laboratorio fueron leves. Las más habituales fueron tener un nivel elevado de triglicéridos (35%) o colesterol (17%). Tres pacientes presentaron incrementos moderados en sus niveles de fosfatos y otros tres tenían también una función hepática anómala, con unos niveles de la transaminasa ALT ligeramente elevados.

El análisis estadístico evidenció que las mujeres fueron significativamente más proclives que los hombres a interrumpir el tratamiento debido a los efectos secundarios (p <0,02) y a declarar una menor tolerabilidad del tratamiento. Los pacientes que habían recibido con anterioridad un tratamiento de PPE fueron más propensos a interrumpir la terapia que los que estaban tomando tratamiento por primera vez (p <0,03).

Cuando se limitó el análisis a los pacientes que estaban tomando PPE tras una posible exposición sexual al VIH, se comprobó que los hombres gays mostraron una menor tendencia a interrumpir la terapia o a declarar una mala tolerabilidad que los heterosexuales (p <0,012 y p <0,002, respectivamente).

Por último, los investigadores compararon la tolerabilidad de este régimen de PPE con la de otros regímenes utilizados con anterioridad en Francia, y descubrieron que la tasa de interrupciones fue significativamente menor en el caso de los pacientes que tomaban el régimen basado en Truvada®/Kaletra®.

Ninguno de los pacientes se infectó por VIH.

“El ser de sexo femenino constituyó un factor relacionado con un mayor riesgo de interrupción de la PPE y de una menor tolerabilidad”, comentó el equipo de investigadores, que añadió: “Estos hallazgos son importantes porque podría ser necesario un tratamiento preventivo de estos acontecimientos adversos específicos en esa población seleccionada para ayudarla a aumentar las tasas de finalización de la PPE del VIH”.

De todos modos, los autores recomiendan la combinación Truvada®/Kaletra® como la atención estándar en la PPE y señalan que se produjo un número significativamente menor de interrupciones con este régimen que con otras alternativas.

Referencia: Tosini W, et al. Tolerability of HIV postexposure prophylaxis with tenofovir/emtricitabine and lopinavir/ritonavir tablet formulation. J Acquir Immune Defic Syndr, online edition, 2010.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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