El tratamiento de la hepatitis C en poblaciones vulnerables

Juanse Hernández
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Dos nuevos estudios evidencian cómo los usuarios de drogas inyectables pueden también obtener tasas de respuesta similares a las observadas en otros pacientes

Algunos médicos continúan mostrándose reacios a tratar a usuarios habituales o recientes de drogas inyectables (UDI) infectados por el virus de la hepatitis C (VHC), porque consideran que esta población de pacientes tiene más dificultades para adherirse de forma adecuada al tratamiento y seguir la programación de la visitas médicas, a pesar de que las directrices actuales de tratamiento recomiendan que las decisiones se tomen analizando caso por caso. Afortunadamente, esta tendencia ha empezado a cambiar, en parte, gracias a que los resultados de los ensayos clínicos sobre tratamiento del VHC en UDI están revelando que las tasas de respuesta en esta población de pacientes son similares a las observadas en personas que no hacen uso de drogas inyectables. A esta misma conclusión llegan dos estudios publicados de manera reciente, que muestran que los UDI tienen más probabilidades de tratarse con éxito la hepatitis C si lo hacen en su fase aguda, y que si se administra el tratamiento anti-VHC junto a una terapia de sustitución de opiáceos podrían obtenerse mejores resultados.

En el primer estudio, publicado en la edición de enero de 2010 de Gastroenterology, un equipo de investigadores del Centro Nacional de Epidemiología e Investigación Clínica sobre el VIH de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney (Australia) evaluó la eficacia del tratamiento para la infección reciente por VHC en UDI con hepatitis C aguda o crónica en su fase inicial.

Los investigadores analizaron los datos de 167 participantes del Ensayo Australiano sobre la Hepatitis C Aguda, un estudio prospectivo sobre la historial natural y el tratamiento de personas con infección por VHC aguda inscritas entre junio de 2004 y febrero de 2008. La mayoría de estos pacientes (79%) comunicaron el uso de drogas inyectables en los seis meses previos al comienzo del estudio.

Los participantes elegibles habían recibido su primer resultado positivo a la prueba de anticuerpos del VHC en los seis meses previos y habían tenido o hepatitis aguda clínica en los 12 meses anteriores o una seroconversión documentada de anticuerpos del virus de la hepatitis C en los 24 meses anteriores.

A un total de 74 personas con monoinfección por VHC se les administró una monoterapia con 180mg a la semana de interferón pegilado alfa-2a (Pegasys®) sobre la base de que esta estrategia terapéutica estaba mostrando buenos resultados en el tratamiento de la hepatitis C aguda. Además, treinta y cinco pacientes coinfectados por VHC y VIH recibieron la misma dosis de interferón pegilado más ribavirina. Todos los participantes fueron tratados durante un período de 24 semanas.

Los resultados ponen de manifiesto que entre las 74 personas monoinfectadas por VHC la tasa de respuesta virológica sostenida (RVS; ARN del VHC indetectable seis meses después de finalizar la terapia) fue de un 55% en un análisis por intención de tratamiento. La tasa de RVS fue más elevada (72%) en el análisis por protocolo, en el que se tuvo en cuenta sólo a los pacientes que completaron el tratamiento.

En los participantes que tuvieron una alta adhesión a la terapia anti-VHC la tasa de RVS fue más alta que la observada en pacientes con una adhesión menor (63 y 29%, respectivamente; p= 0,025).

En un análisis multivariable, entre los factores que se asociaron de forma independiente con una probabilidad menor de obtener una RVS se incluyeron el deterioro en el funcionamiento psicosocial y el empleo actual de terapia de sustitución de opiáceos.

En los 35 participantes coinfectados por VHC y VIH, las tasas de RVS fueron de un 74% en el análisis por intención de tratamiento y de 75% en el análisis por protocolo.

A tenor de estos resultados, los investigadores indican que el tratamiento de la infección reciente por hepatitis C es eficaz tanto en UDI monoinfectados como en aquéllos coinfectados por VHC y VIH, y abogan por intervenciones específicas que faciliten el acceso al tratamiento para las personas socialmente vulnerables, con el fin de mejorar la adhesión y obtener así mejores resultados clínicos en este grupo de pacientes.

En el segundo estudio, llevado a cabo también en Australia, en la Universidad de Nueva Gales del Sur, los investigadores exploraron cuáles son los motivos que llevan a los UDI que reciben una terapia de sustitución de opiáceos a aceptar el tratamiento para la hepatitis C y cuáles son las barreras que lo dificultan. Este estudio cualitativo, cuyos resultados se han publicado en la edición electrónica del 13 de enero de Journal of Viral Hepatitis, incluyó entrevistas a 27 usuarios de un programa de sustitución de opiáceos, un grupo focal y entrevistas a 22 profesionales de salud australianos que prescriben terapias de sustitución de opiáceos.

Tanto los usuarios como los profesionales de la salud coincidieron en calificar la estrategia de ofrecer conjuntamente el tratamiento para la hepatitis C y la terapia de sustitución de opiáceos como un modelo integrado en un mismo servicio, lo que podría aumentar el acceso y la aceptación del tratamiento y fortalecer la relación de confianza entre el usuario de un programa de sustitución de opiáceos y el profesional sanitario que lo atiende.

Los participantes del estudio también citaron “elementos del modelo organizativo” como barreras para proporcionar el tratamiento anti-VHC, por ejemplo, cuestiones relacionadas con la confidencialidad, falta de discusión sobre la terapia de la hepatitis C y la percepción entre los médicos de que el tratamiento para la hepatitis no es una actividad justificada de los profesionales sanitarios de programas de sustitución de opiáceos.

Por su parte, los usuarios de estos servicios comunicaron una serie de obstáculos que dificultan la decisión de iniciar el tratamiento para la hepatitis C, entre ellos, las responsabilidades familiares, las preocupaciones acerca de los efectos secundarios asociados a la terapia, el no tener un domicilio estable, las comorbilidades y la percepción de que el tratamiento actual para la hepatitis C brinda pocas probabilidades de éxito.

En sus conclusiones, los investigadores indican que sus hallazgos hacen hincapié en la necesidad de realizar más investigación en este campo y ofrecer servicios que aborden la complejidad de la atención y el tratamiento para personas en situación de vulnerabilidad social.

Fuente: Hivandhepatitis.com /  Elaboración propia.
Referencias: Dore GJ, Hellard M, Matthews G, et al. Effective treatment of injecting drug users with recently acquired Hepatitis C virus infection. Gastroenterology. 2010 Jan; 138 (1): 123-135.e2.

Treloar C, Newland J, Rance J, et al. Uptake and delivery of hepatitis C treatment in opiate substitution treatment: perceptions of clients and health professionals. Journal of Viral Hepatitis. 2010 Jan 13.

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