Tratamiento del cáncer anal en personas con VIH

Aunque los resultados son muy positivos durante los primeros años, la recurrencia empeora el pronóstico a largo plazo

Francesc Martínez
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El riesgo de padecer cáncer anal (véase La Noticia del Día 28/03/2008) es más elevado en personas con VIH que en la población general. El hecho de tener un sistema inmunitario debilitado junto con la frecuente coinfección por el virus del papiloma humano (VPH) son las principales causas de esta afección. Aunque la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) colabora en el restablecimiento del sistema inmunitario, éste nunca tiene lugar de forma completa, esto es, comparable al estado previo a la infección. Por otra parte, a medida que las personas con VIH envejecen, experimentan un empeoramiento del sistema inmunitario similar al de la población general, pero esta circunstancia se suma a la anterior y, por lo tanto, la respuesta inmunitaria entre personas con VIH empeora a medida que la edad avanza. Estos factores, en conjunto, incrementan el riesgo de cáncer anal.

Dada la importancia de esta enfermedad entre las personas con VIH, resulta crucial estudiar la eficacia de su tratamiento, así como su tolerabilidad. Éste fue el objetivo de un estudio, publicado en la edición de 20 de mayo de 2008 de The Journal of Clinical Oncology, en el que un equipo de investigadores europeo y canadiense decidió evaluar la recuperación y la supervivencia en personas con VIH y cáncer anal. La investigación se llevó a cabo en hospitales de Suiza (Ginebra y Zurich), Canadá (Montreal) y Francia (París). Se analizaron los historiales médicos de los hospitales entre 1997 y 2006. Esta recopilación de datos permitió el análisis de los casos de 40 personas con cáncer anal y VIH. Para realizar la comparación, se seleccionaron los casos de 81 pacientes con cáncer anal pero sin el virus de la inmunodeficiencia humana.

La población con VIH del estudio incluyó a 3 mujeres y 37 hombres, con una edad media de 48 años. El promedio de CD4 fue de 321 células/mm3, mientras que la carga viral media fue de 1.642 copias/mL. Un 80% de los pacientes no tenía tumores diseminados en los nódulos linfáticos. En un 8% de los casos se optó por la cirugía, mientras que en el resto de personas se utilizó quimio- o radioterapia. La quimioterapia más frecuente consistió en la combinación durante la primera y cuarta semanas de terapia de dos de estos tres medicamentos: fluorouracilo, mitomicina y cisplatino.

El tratamiento comportó la desaparición de los tumores en un 92% de las personas con VIH y en un 96% de aquéllas no infectadas. Tres años después de la terapia, las diferencias entre las tasas de supervivencia no fueron estadísticamente significativas. No obstante, a los cinco años se observó una tendencia a la disminución de la supervivencia en el grupo con VIH (un 68% de las personas con VIH seguía viva, mientras que, en el caso de las personas no infectadas, el porcentaje era del 79%). Otro factor negativo observado en las personas con VIH fue la recurrencia del cáncer, que fue de un 65% a los cinco años en el grupo con VIH en comparación con sólo un 25% en el grupo no infectado.

Además, se apreció que en las personas con VIH los tumores tenían más tendencia a reaparecer en el lugar original. Los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia también estuvieron más presentes en las personas VIH positivas.

El estudio contempló que las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana del estudio eran más jóvenes, sanas y fueron diagnosticadas en un estadio más temprano del cáncer que las no infectadas, lo que pudo favorecer la equiparación de resultados a corto plazo.

Los investigadores no encontraron relación entre el elevado riesgo de recurrencia entre personas con VIH y factores tales como el recuento de CD4, el sexo o la carga viral.

La buena noticia es que, si el cáncer se diagnostica pronto, las tasas de recuperación son muy elevadas. Por otro lado, en sus conclusiones, los autores del estudio afirman que deberían investigarse terapias con menor toxicidad, como la potenciación inmunitaria frente a las cepas de VPH que causan cáncer anal. Por ejemplo, existe la posibilidad de que el uso de vacunas para el virus del papiloma humano pudiera contribuir en la erradicación de la infección por este virus si éstas se administran después del tratamiento del cáncer anal. Sin embargo, este empleo no aprobado de la vacuna debería ser respaldado por evidencias científicas y, por lo tanto, estudios previos.

Fuente: CATIE/Elaboración propia.
Referencia: Oehler-Jänne C, Huguet F, Provencher S, et al. HIV-specific differences in outcome of squamous cell carcinoma of the anal canal: a multicentric cohort study of HIV-positive patients receiving highly active antiretroviral therapy. J Clin Oncol. May 20, 2008; 26(15): 2.550-2.557.

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