Se asocia la demencia por VIH a una variante genética del virus en el cerebro

La selección de terapias capaces de llegar a los reservorios del VIH reduciría el riesgo de desarrollar trastornos cerebrales

Juanse Hernández
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Según un estudio estadounidense publicado en la edición de agosto de la revista Brain, el VIH en la sangre y en el sistema nervioso central (SNC) de una misma persona puede ser significativamente diferente. Los investigadores descubrieron que el VIH que evoluciona en el cerebro es genéticamente diferente al VIH de la sangre, y que la presencia de este virus genéticamente diferente en el cerebro se asocia con trastornos tales como discapacidad cognitiva. Una mutación en la cubierta viral, que se halló sólo en virus aislados del cerebro, se asoció especialmente con demencia por VIH. Los investigadores desean que sus hallazgos puedan ayudar a prevenir con el tiempo los trastornos neurológicos en personas con enfermedad por VIH muy avanzada.

El VIH cruza la barrera hematoencefálica en el momento en que una persona se infecta por primera vez con VIH (lo que se conoce con el nombre de infección primaria) y provoca complicaciones neurológicas tales como demencia, encefalopatía (daño cerebral) o neuropatía (daño en el sistema nervioso periférico) en aproximadamente un 50% de las personas sin tratar.

Aunque los niveles del virus en sangre acostumbran a descender con la terapia anti-VIH de gran actividad, el SNC puede actuar como un reservorio (también llamado “santuario”) en el cual el VIH puede persistir a largo plazo dado que muchos fármacos no pasan fácilmente del torrente sanguíneo al SNC, es decir no traspasan con facilidad la barrera hematoencefálica; esto hace que el SNC sea un medio único para la replicación del VIH, incluso ante la presencia de fármacos anti-VIH.

En este estudio, del Centro de Investigación Neuroconductual del VIH en San Diego (EE UU), a dieciocho personas infectadas por VIH se les realizó una punción lumbar para tomar una muestra del líquido cefalorraquídeo. El VIH se aisló del líquido cefalorraquídeo y se comparó con el VIH circulante por el plasma sanguíneo. Todos los participantes o bien no tomaban o estaban tomando una terapia antirretroviral estable durante al menos dos meses antes del estudio; tenían niveles del VIH tanto en plasma como en el SNC de más de 500 copias/ml y no presentaban indicios de infecciones sistémicas o en el SNC, aunque la mayoría tenía inmunodeficiencia avanzada y alguno, discapacidad cognitiva.

Los investigadores centraron sus análisis en el gen de la cubierta viral, que interactúa con los receptores de la superficie de las células, y hallaron que el VIH estaba “genéticamente compartimentado” entre el SNC y la sangre, y que había poco intercambio de virus entre estas dos localizaciones.

En análisis posteriores, determinaron que había una signatura genética uniforme en la subregión V3 del gen de la cubierta del VIH en el SNC de los 18 individuos. Se halló una mutación posterior en la región V3 del VIH en el cerebro sólo en pacientes con demencia. “Parece que se trata de una mutación particular del VIH que se asocia con demencia”, subrayan los investigadores.

Los investigadores reconocen las limitaciones de su estudio: “Nuestros resultados podrían no ser generalizables a personas con enfermedad menos avanzada o para aquellos que nunca hayan visto una terapia antirretroviral eficaz”. Y añaden que a los participantes se les eligió por presentar VIH detectable en el líquido cefalorraquídeo, y que los resultados podrían no ser aplicables a aquellos que no lo tuvieran.

Sin embargo, creen que sus resultados podrían tener implicaciones importantes para el tratamiento farmacológico y el control de los pacientes. “La detección de genotipos virales particulares podría llevar a los médicos a seleccionar regímenes capaces de atravesar la barrera hematoencefálica”, y añaden que la terapia con fármacos podría actualmente diseñarse con el fin de “dirigirse a estas variantes genéticas que son responsables del daño neurológico”.

Fuente: AIDSMAP
Referencia: Pillai SK et al. Genetic attributes of cerebrospinal fluid-derived HIV-1 env. Brain 129: 1872-1883, 2006.

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