Europa quiere saber más sobre el VIH

Una reunión de expertos subraya la importancia de los datos epidemiológicos

Joan Tallada - desde Copenhague, Dinamarca
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Los europeos tendemos a criticar a los estadounidenses bajo el argumento de que nuestras políticas sociales, entre ellas las de salud, son mejores que las suyas. Es más, en casos extremos podemos llegar a decir que en realidad, en EE UU no existe una verdadera política social, y menos en salud. Y sin embargo, estamos copiando sus instituciones sanitarias federales, una a una.

Tres son los organismos federales estadounidenses clave (entre paréntesis, los acrónimos en inglés): la Agencia de la Alimentación y los Medicamentos (FDA; dedicada al control farmacológico), los Institutos Nacionales de Salud (NIH; con mandato, entre otros asuntos, para la investigación biomédica) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC; brazo de la vigilancia epidemiológica y de la aplicación de las políticas de salud pública).

Frente a la todopoderosa FDA se erigió ya hace años la Agencia Europea del Medicamento (EMEA, en sus siglas en inglés), con sede en Londres, cada vez más asentada e influyente en el área del VIH. Hoy día no hay medicamento antirretroviral cuya aprobación y control posterior no pase por la EMEA, sobre la cual los activistas en tratamientos del VIH intentamos ejercer influencia coordinada. La contraparte de los NIH la intenta ejercer, por su lado, la Dirección General de Investigación (DG Research) de la Comisión Europea, en relación ambivalente con los Ministerios de Sanidad de los estados miembros.

El más reciente y todavía embrionario órgano es el que hace de espejo de los CDC: el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (o, en sus siglas en inglés, ECDC, cómo no). Creado en 2004, con sede en Estocolmo y reputada directora húngara, la doctora Zsuzsanna Jakab, sus competencias son todavía limitadas. Una de las razones es la resistencia, esta vez sí considerable, de los estados miembros a ceder sus competencias en salud, y especialmente en salud pública. No deja de ser una paradoja de que las instituciones europeas tenga mucho más poder vinculante respecto a la salud animal (pueden cerrar el paso a la entrada de cerdos sospechosos de estar afectados de peste porcina) que la humana (no pueden obligar a los estados a tratar a personas excluidas del acceso público a tratamiento antirretroviral, por ejemplo).

Disponer de instituciones europeas sólidas, no obstante, es crucial para un abordaje integral del VIH/SIDA en el continente, como han puesto de manifiesto expertos en salud pública y epidemiología reunidos miércoles y jueves en Copenhague, donde tiene sede la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud, anfitriona del encuentro. Entre los asistentes, este redactor como representante del Grupo Europeo de Tratamientos del VIH/SIDA (EATG, en sus siglas en inglés).

El ECDC, como ha explicado uno de sus representantes presente en la capital danesa, Angus Nicoll, tiene como objeto la determinación del riesgo (no su manejo, que queda en manos de los gobiernos nacionales; en España, incluso de las comunidades autónomas). El riesgo de adquirir el VIH, claro, pero también de enfermar y fallecer. Estos dos últimos acontecimientos no tienen sólo una explicación terapéutica, y a veces ni siquiera es la más relevante.

Es urgente y primordial saber cuántas personas con VIH están en riesgo de fallecer y cuántas fallecen en Europa, de qué enfermedades exactamente y cuánto tiempo pasa hasta que llegan a una situación u otra desde el diagnóstico: las personas o grupos en los que ese lapso es especialmente breve sufren discriminación de acceso a cuidados sanitarios, sea porque el sistema no está adaptado, sea porque directamente se les niega. Entre los grupos con más riesgo están los usuarios activos de drogas, las trabajadoras sexuales, los inmigrantes y las personas que viven en la calle. Sus rasgos comunes son la exclusión social y la pobreza de recursos a su alcance.

La idea del ECDC surgió tiempo atrás sobre todo para monitorear y hacer evaluación de la epidemia del VIH/SIDA. Pero el miedo a que la gripe aviar devenga humana ha precipitado su gestación y ahora está centrando los esfuerzos.

Según ONUSIDA, en la Unión Europea han fallecido más de 150.000 personas a causa del SIDA desde que se pusieron en marcha los mecanismos de vigilancia. De la gripe aviar, en la UE, todavía no se sabe de ningún caso confirmado de muerte por esta infección.

Da qué pensar.

Fuente: Elaboración propia.
Página web del ECDC:
www.ecdc.eu.in

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