La pérdida de grasa persiste en mujeres con VIH pese al abandono de d4T

Un estudio muestra la necesidad de más intervenciones terapéuticas

Joan Tallada
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La cohorte WIHS (siglas en inglés de Estudio Interagencias sobre el VIH en Mujeres) sigue arrojando datos interesantes y únicos por sus características. El seguimiento a un número amplio de mujeres con y sin VIH durante un largo periodo de tiempo permite extraer información que pone en perspectiva los resultados de otros ensayos quizá más precisos, pero menos cercanos a la vida real.

Después del análisis sobre mayor presencia de VIH en las secreciones genitales (véase La Noticia del Día 04/01/07), nos llega una evaluación sobre la persistencia de la pérdida de grasa corporal pese al abandono de la toma de estavudina (d4T; Zerit®).

Phyllis Tien y sus colegas de varios centros estadounidenses han evaluado informes de 734 mujeres con VIH que estaban tomando d4T, de las que 574 lo dejaron de hacer posteriormente, y los compararon con los de 698 mujeres sin VIH, todas ellas parte de la cohorte WIHS. Estos informes proporcionan datos antropométricos recogidos durante un total de 8.706 visitas bianuales entre julio de 1999 y marzo de 2005.

Los datos antropométricos fueron analizados con métodos estadísticos en busca de cambios en el peso, y en las circunferencias de la cintura, el pecho, el antebrazo, la cadera y la parte media del muslo.

Los resultados muestran que como promedio las mujeres sin VIH, una visita tras otra, tenían aumentos en el volumen antropométrico de las diferentes zonas corporales, mientras que las mujeres con VIH tenían descensos en el peso y en las circunferencias de la cintura, el pecho, la cadera y el muslo.

Se observó un menor descenso anual en la circunferencia de la cadera tras abandonar estavudina por más de 2,25 años en comparación con haber continuado tomando este fármaco (p=0,01).

Además, dejar d4T por más de 2,25 años también se asoció con menores descensos (p<0,05) en las circunferencias de la cadera (-0,06 cm/año) y el muslo (-0,005 cm/año) en comparación con las disminuciones observadas entre los años 1 y 2,25 (cadera: -0,46 cm/año; muslo: -0,24 cm/año) o con 1 año o menos (cadera: -0,64/año; muslo -0,27 cm/año) tras el abandono de estavudina.

Con estos resultados, las autoras llegan a la conclusión de que con independencia de si siguen o abandonan la toma de estavudina, las mujeres con VIH muestran disminuciones en las mediciones de las circunferencias corporales a lo largo del tiempo, si se las compara con el grupo de mujeres control sin VIH, que siguen ganando grasa.

Las extremidades inferiores parecen más afectadas por la exposición a estavudina, aunque hay una cierta estabilización sólo dos años después de haber dejado de tomar este antirretroviral.

Las diferencias más grandes como consecuencia del abandono de estavudina se observaron en la cadera, pero en realidad el grado de recuperación es modesto en comparación con los incrementos que pudieron verse en las mujeres sin VIH. Por ello, las investigadoras afirman que para reducir la tasa de pérdida de grasa en mujeres con VIH, además de dejar de tomar d4T, hay que investigar otras estrategias terapéuticas.

Fuente: NATAP / Elaboración propia.
Referencia: Phyllis C Tien et al. Relation of d4T Discontinuation to Anthropometric Changes Among HIV-Infected Women in WIHS JAIDS Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes: Volume 44(1) 1 January 2007 pp 43-48

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