Riesgo más elevado de pérdida ósea en las mujeres con VIH

Estar en menopausia no se asociaría con esta complicación

Marion Zibelli
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Si bien es cierto que el uso extendido de los tratamientos antirretrovirales en los países ricos ha permitido extender la vida de las personas con VIH, también es cierto que al alcanzar edades más avanzadas, aumenta el riesgo de experimentar más complicaciones como la progresión del daño hepático asociado a las hepatitis crónicas, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, o la disfunción sexual.

Otra complicación significativa que puede agravarse con la edad es la pérdida ósea, que afecta particularmente a las mujeres. En esta población, los niveles anormalmente bajos de estrógeno y posiblemente de testosterona, la propia infección por VIH, y la edad avanzada así como la menopausia, son factores que parecen incrementar el riesgo de experimentar pérdida ósea.

Para intentar saber más sobre estos posibles factores de riesgo, un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York, en EE UU, estudiaron de forma transversal a un grupo de 495 mujeres de edad mediana, el 53% de las cuales vivían con VIH y el 47%, no.

Las participantes que vivían con VIH tenían una edad media de 44 años, un número de CD4 medio de 481 células al iniciar el estudio, el 72% estaba en el proceso de menopausia, el 54% experimentaba depresión, el 90% fumaba o solía fumar, el 44% utilizaba cocaína o crack, el 22% usaban heroína, y el 23% estaban inscritas en un programa de metadona.

A partir de los resultados de los análisis de sangre y escaneados para medir la densidad ósea, los investigadores concluyeron que la pérdida ósea no se asociaba con la duración de la infección por VIH, ni con bajos niveles de CD4, ni con una clase de fármacos antirretrovirales, ni con el tiempo en terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA).

De forma general, los investigadores descubrieron que la pérdida ósea en la cadera y la columna vertebral era más frecuente en las mujeres con VIH (27%) que en aquellas sin VIH (19%).

En las mujeres negras, otros aspectos como la edad avanzada, un peso corporal bajo, y el uso previo de corticosteroides, eran factores asociados con la pérdida ósea. En el caso de las mujeres caucasianas, hispanas y de otros grupos étnicos, éstos eran la infección por VIH además de la edad avanzada y un bajo peso corporal. En estas últimas poblaciones, algunos análisis mostraron también que el uso de metadona era otro factor asociado. Lo que no se esperaba es que los autores de este estudio no vieran una relación entre la menopausia y la pérdida ósea.

No obstante, en este estudio, el grado total de pérdida ósea era dos veces menor al que se observó en varios otros estudios que incluían a un amplio número de mujeres caucasianas de 50 años o más, y sin VIH.

Otro descubrimiento sorprendente fue que el 68% de las participantes tenía sobrepeso o era obesa, aunque no suele ser el caso en la infección por VIH que generalmente se asocia con pérdida de peso. Esto “refleja la importancia del problema mal conocido de la obesidad de las mujeres con VIH que utilizan drogas [en EE UU]”, declaran los investigadores. Añaden que el exceso de peso puede ser un objetivo para estas mujeres, puesto que se considera como una señal de buena salud y puede disimular que usan drogas. Sin embargo, opinan que el exceso de peso no debería considerarse como un factor de protección frente a la pérdida ósea.

Aunque son interesantes, estos descubrimientos son todavía insuficientes. En realidad, esta investigación tenía la limitación de ser transversal, y es necesario realizar estudios más amplios y de más duración para evaluar la asociación entre uso de metadona y salud ósea por ejemplo. Además, no se midieron los niveles de hormonas en sangre, en particular de estrógenos y de la hormona estimuladora de los folículos (HEF). Por lo que en algunos casos se podría haber considerado que las mujeres estaban entrando en la menopausia erróneamente, cuando en realidad estaban ya en la menopausia. Una evaluación de los niveles de vitamina D3 también podría haber sido útil puesto que otros estudios mostraron que éstos podrían ser inferiores en las personas con VIH.

Finalmente, los investigadores sugieren que las mujeres con VIH y con riesgo de experimentar una pérdida ósea, en particular las que entran en la menopausia, tendrían que realizar pruebas de densidad mineral ósea, así como contemplar la posibilidad de tomar suplementos de calcio y vitamina D3.

Fuente: Sean R. Hosein, para CATIE-News (www.catie.ca)
Referencia: Yin MT and Glesby MJ. Low bone mineral density, HIV infection and women: fracture or fiction? Clinical Infectious Diseases 2006;42(7):1021-1023 // Arnsten JH, Freeman R, Howard AA, et al. HIV infection and bone mineral density in middle-aged women. Clinical Infectious Diseases 2006;42(7):1014-1020.

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