Alrededor de un 10% de los pacientes con VIH sin hepatitis B o C presenta signos de daño hepático

Aproximadamente un 10% de los pacientes con VIH no coinfectados por el virus de la hepatitis B (VHB) o C (VHC) presenta rigidez hepática, un indicador fiable de daño hepático según un estudio español presentado en el IV Taller Internacional sobre VIH y Coinfección por Hepatitis llevado a cabo en Madrid. Los factores asociados a la rigidez hepática fueron un bajo recuento de CD4, alto consumo de alcohol y recibir terapia antirretroviral (TARV) que incluyera didanosina (ddI, Videx®) o abacavir (Ziagen®, también forma parte de las combinaciones Trizivir® y Kivexa®).

Michael Carter

Es un hecho conocido que la coinfección por VIH y VHB o VHC puede causar daños hepáticos graves. Ciertamente, la enfermedad hepática causada por esas dos infecciones es, en la actualidad, una de las principales causas de muerte en pacientes con VIH. También existe cierta evidencia de que el tratamiento con ciertos antirretrovirales puede dañar el hígado.

En los últimos años, FibroScan, una prueba no invasiva para comprobar la rigidez hepática, se ha convertido en una herramienta estándar en el seguimiento de las personas coinfectadas. Como no es dolorosa, se realiza rápido y es aceptable para los pacientes, algunos centros de tratamiento del VIH han extendido su uso al control de la salud hepática de pacientes sin hepatitis viral.

Los investigadores españoles llevaron a cabo los tests FibroScan para medir la rigidez hepática en 269 personas con VIH, todas ellas coinfectadas por hepatitis B o C.

Un resultado de rigidez de 7,2 kilopascales (kPa) fue considerado anómalo (una medida internacionalmente aceptada). La información se obtuvo mediante notas y cuestionarios sobre posibles factores de riesgo de daño hepático, tales como el consumo de alcohol, marcadores inmunológicos y el uso de antirretrovirales.

En un análisis multivariable, los investigadores observaron que un consumo diario de alcohol de 5g o mayor estuvo asociado a rigidez hepática (cociente de probabilidades ajustado [CPA]: 5,87; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 2,28-14,63).

Los expertos también evidenciaron que los pacientes con un recuento de CD4 suficientemente bajo como para implicar riesgo de desarrollar una enfermedad definidora de sida -200 células/mm3– fueron significativamente más susceptibles de tener rigidez hepática (CPA: 4,56; IC95%: 1,60-12,95). 

En los primeros análisis realizados por los investigadores, la TARV con didanosina (p= 0,01), estavudina (p= 0,006), abacavir (p= 0,001) y lopinavir (p= 0,02) estuvo asociada a rigidez hepática. Pero en los subsiguientes análisis multivariables, esta asociación sólo estuvo presente en abacavir (CPA: 3,76; IC95%: 1,48-9,52), mientras que la asociación con didanosina fue casi significativa (p= 0,07).

“La rigidez hepática anómala está presente en una proporción nada despreciable de personas con VIH sin coinfección por hepatitis B o C ”, concluyeron los investigadores.

Referencia: Merchante N, et al. Prevalence of abnormal liver stiffness assessed by transient hepatic elastometry in HIV-infected patients without HBV or HCV coinfection. Fourth International Workshop on HIV and Hepatitis Coinfection, Madrid, abstract 22, 2008.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt)

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