Es posible que el daño cerebral en personas con VIH no sea tan habitual como se pensaba

Dos estudios presentados en la XVII Conferencia de la Asociación Británica del VIH (BHIVA) la pasada semana sugieren que la proporción de personas que tienen un ligero daño cerebral debido al VIH puede no ser tan elevada como se creía con anterioridad; de hecho, puede ser un poco superior que entre la población general.

Gus Cairns

Varios ensayos que, a lo largo de los últimos años, han examinado los trastornos de tipo neurocognitivo (problemas de memoria, razonamiento y movilidad) en personas con VIH han concluido que existe una alta proporción de estos pacientes con un nivel sutil de daño, que quizá no ocasiona síntomas que interfieran con su vida diaria, pero que sí puede detectarse mediante análisis psicológicos.

Aproximadamente el 16% de la población general tenía algún grado de déficit neurocognitivo. En consecuencia, suscitaron gran preocupación los resultados del ensayo de gran tamaño CHARTER (presentados en 2010), que evidenciaron que el 52% de 1.526 personas con VIH presentaban indicios de daño neurocognitivo.

La cuarta parte de estas personas padecían otras dolencias que, probablemente, eran la principal causa de su daño cerebral, pero incluso teniendo esto en cuenta, significa que el 39% de todos los pacientes seropositivos tenían daño cerebral sin ninguna otra causa aparente, así como el 36% de los pacientes que nunca habían sufrido una enfermedad relacionada con el VIH. De estos, el 71% (o el 28% del grupo total) no presentaban síntomas evidentes de tipo neurológico. Por tanto, el estudio CHARTER sugirió que el hecho de tener VIH aumentó en más del doble el riesgo de sufrir un daño cerebral en personas que, por lo demás, estaban sanas, lo que suscita la preocupación de que este problema podría hacerse incluso más frecuente con la edad.

Sin embargo, un estudio presentado en el congreso de la BHIVA descubrió que la tasa de daño neurocognitivo asintomático era apenas del 19% en un grupo de pacientes cuya carga viral estaba suprimida, un valor ligeramente por encima de la proporción detectada entre la población general. Otro estudio descubrió que los jóvenes que habían nacido con VIH tenían unas tasas de daño neurocognitivo similares a las de sus hermanos no infectados por el virus. Este ensayo, junto con un tercero que examinó las tasas de daño neurocognitivo en personas de más de 50 años, reveló algunos datos que indican que ciertas pruebas psicológicas que dependen de las declaraciones del propio paciente podrían no estar detectando dificultades reales en el razonamiento o la memoria, sino el miedo de las personas a padecerlas.

El estudio del hospital St. Mary

La doctora Lucy Garvey, de los hospitales St. Mary y Hammersmith en la zona occidental de Londres (Reino Unido), recibió un galardón como la mejor presentación en la conferencia, en la que expuso los resultados de un sondeo llevado a cabo entre 101 pacientes que estaban estables con su régimen antirretroviral sin mostrar síntomas evidentes de tipo neurológico, ni otras enfermedades. Todos ellos habían vivido con VIH durante más de seis meses.

Los participantes en el estudio fueron sometidos a dos tipos de pruebas psicológicas: Una prueba de valoración cognitiva a través de ordenador, de unos 20 minutos de duración (denominada Cogstate), y la Escala Internacional de Demencia del VIH (IHDS, en sus siglas en inglés), un test de valoración corto y validado para detectar la demencia a partir de tres tareas simples de memoria y motoras.

El daño neurocognitivo se definió como puntuaciones superiores a una desviación estándar por debajo de la media de los datos de la población ajustados a la edad en al menos dos áreas de evaluación, lo que supone -en líneas generales- una puntuación de rendimiento entre el sexto de puntuaciones más bajas.

La tasa general de daño de tipo neurocognitivo fue del 19% en este grupo, apenas un 3% superior al porcentaje registrado entre la población general. El patrón de ámbitos neurocognitivos afectados fue parecido al de otros estudios con personas con VIH, en que el movimiento muscular delicado, la realización simultánea de varias tareas y la actividad ejecutiva (priorización y planificación) estaban especialmente dañados, y los recuentos nadir de células CD4 estuvieron relacionados con una elevada puntuación de IHDS, aunque, de todos modos, los daños observados fueron leves.

“Muchas cohortes han dado cuenta de la presencia de desórdenes neurológicos relacionados con el VIH, pero sus características en cuanto a la toma de terapia antirretroviral y estado de salud han sido muy diversas”, comentó la doctora Garvey. “Se trata de uno de los primeros estudios que examina el daño neurocognitivo únicamente en pacientes con VIH asintomáticos y estables que recibían una terapia antirretroviral”.

El equipo del hospital St. Mary llevará a cabo más estudios para evaluar el desorden neurocognitivo en pacientes sin experiencia en tratamientos que no hayan suprimido su carga viral del VIH.

Jóvenes y daño cerebral

Los resultados del mencionado estudio se vieron reflejados en otro efectuado por el mismo hospital St. Mary, que examinó la función neurocognitiva en jóvenes que habían nacido con VIH. Se evaluó a 31 jóvenes de entre 16 y 25 años (media de edad: 20 años) y se compararon sus resultados con 14 de sus hermanos sin VIH. Los dos grupos fueron emparejados en función de la edad, el origen étnico (en ambos casos, el 85% eran de etnia negra africana) y el sexo (33 y 29% de varones en los grupos con y sin VIH, de forma respectiva). El 79% de las personas seropositivas recibían antirretrovirales, de los que el 70% mantenían una carga viral indetectable (55% de todo el grupo).

Estos pacientes fueron sometidos a las pruebas Cogstate e IHDS y también completaron el cuestionario de la escala sobre memoria prospectiva y retrospectiva (PRMQ), donde el propio paciente califica sus problemas para recordar y retener información. En ambos grupos, una minoría de participantes fueron sometidos a una resonancia magnética cerebral para detectar signos de inflamación.

Tanto el grupo con VIH como el seronegativo presentaron unas puntuaciones idénticas en todos los ámbitos de las pruebas de IHDS y Cogstate. La puntuación PRMQ fue significativamente peor (p= 0,023) en el caso de los jóvenes con VIH; asimismo, se registraron unos niveles elevados de actividad de determinados neurotransmisores en la zona de los ganglios basales del cerebro, un hallazgo ya registrado en otros estudios.

Sin embargo, Jane Ashby, en la presentación de estos datos comentó que el cuestionario PRMQ, al consistir en declaraciones del propio paciente, podría estar reflejando la preocupación de las personas sobre los problemas de memoria en lugar de los problemas en sí mismos; hasta la fecha, ningún estudio había determinado si la inflamación observada en la resonancia magnética estaba relacionada realmente con la función neurocognitiva.

Examen del daño cerebral

La idea de que algunas herramientas psicológicas estuvieran registrando los miedos sobre la demencia de los pacientes con VIH, en vez de un daño real, y que se pudieran estar exagerando los problemas neurológicos, ha llevado a que la primera clínica de VIH especializada en personas de más de 50 años en Londres (en el hospital Chelsea and Westminster) incluyera dos cuestionarios psicológicos de diez minutos sobre desórdenes de ansiedad generalizada y depresión como parte de los primeros pasos rutinarios en la valoración psicológica de los pacientes. Solo se procedería a evaluar la función neurológica cuando se hubieran solventado dichos problemas.

El equipo de investigadores comenta que "los elevados niveles de ansiedad, depresión y preocupación por la función cognitiva" son habituales en pacientes de más edad, y que "las pérdidas de memoria, lentitud mental y desórdenes psicomotores resultan manifestaciones frecuentes de estas dolencias" y, en consecuencia, deberían ser valoradas y tratadas en primer lugar.

Referencias: Garvey L, et al. Features of neurocognitive performance in over 100 neurologically-asymptomatic HIV-infected adults receiving combination antiretroviral therapy (cART). Seventeenth BHIVA Conference, Bournemouth. Abstract O5. 2011.

Ashby J, et al. Cerebral function in perinatally HIV-infected young adults and their HIV-uninfected sibling controls. Seventeenth BHIVA Conference, Bournemouth. Abstract O30. 2011. 

De Silva S, et al. Over 50 Clinic: how to screen for neurocognitive disorders? Seventeenth BHIVA Conference, Bournemouth. Abstract P172. 2011.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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