Un hombre consigue controlar el VIH durante 23 años tras un breve curso de tratamiento

Las características de este caso difieren de las de otras personas controladoras de élite o postratamiento, lo que sugiere nuevas vías para la investigación de la cura funcional de la infección

Miguel Vázquez
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Un equipo de investigadores holandés ha referido el caso de un hombre que ha mantenido el control de la carga viral del VIH desde hace unos 23 años sin necesidad de tratamiento antirretroviral, tras haber tomado terapia durante un tiempo. A lo largo de 23 años, el hombre mantuvo unos niveles muy bajos, aunque detectables (por debajo de 5 copias/mL), de virus en sangre. También se comprobó que además el virus en las células seguía siendo viable. Todas estas circunstancias hacen que este caso sea único. En un artículo publicado en la revisa AIDS, los autores han propuesto que este control virológico se debe a una inusual combinación de respuesta celular potente junto con una menor capacidad de replicación viral.

El VIH provoca una infección que tiene una evolución crónica gracias al tratamiento antirretroviral que debe tomarse de por vida. Sin embargo, existen casos de personas son capaces de controlar la replicación viral sin necesidad de fármacos. A estas personas se las conoce como ‘controladoras de élite’ y periódicamente se identifican casos (véaseLa Noticia del Día 30/09/2021). También se sabe que hay otras personas que alcanzan dicho control tras haber iniciado el tratamiento, conocidas como controladoras postratamiento (véase Actualización en Tratamientos 01/08/2022). Este sería el caso de esta persona. En general, el control postratamiento se produce cuando se inicia la terapia antirretroviral muy poco después de adquirir el virus, durante la etapa conocida como infección aguda por VIH, antes de que se establezcan reservorios virales sólidos.

El hombre fue diagnosticado del VIH en 1998, cuando tenía 49 años de edad. Dos semanas más tarde empezó a recibir un régimen antirretroviral bastante complejo que incluía tres fármacos de la familia de los inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (estavudina, lamivudina y abacavir), un ‘no análogo de nucleósido’ (nevirapina) y un inhibidor de la proteasa (indinavir). La composición de su tratamiento fue variando hasta que en octubre de 2000 decidió abandonarlo por completo. En ese momento, tenía una carga viral indetectable tras haber registrado 2,7 millones de copias/mL en el momento del diagnóstico.

A pesar de la interrupción, el hombre mantuvo sus citas médicas en las que se comprobaban regularmente sus parámetros inmunológicos y virológicos. Esto reveló que, a excepción de un repunte puntual de 400 copias/mL, su carga viral permaneció indetectable durante los 23 años siguientes.

Al realizar un análisis genético se comprobó que este hombre carecía de casi todos los genes que suelen presentar las personas controladoras de élite, con la excepción de una característica genética que confiere a los linfocitos CD8 la capacidad de reconocer y combatir el VIH de forma más efectiva.

A los 18 años de la interrupción del tratamiento, los análisis rutinarios detectaron la presencia de provirus en el interior de las células del hombre. Estos provirus provienen de la conversión del material genético del VIH en una forma más compatible que puede alojarse dentro de nuestros propios cromosomas e integrarse en nuestro genoma.

Estos provirus eran considerados ‘viables’, por lo que tenían la capacidad de generar miles de copias del VIH. Se comprobó que el virus tenía pocas mutaciones y no tenía grandes problemas de viabilidad y replicación. Sin embargo, se detectó la presencia de una nueva mutación que ralentizaba en parte la tasa de replicación del virus. El equipo de investigadores plantea la hipótesis de que esta mutación viral surgió como resultado de intentar escapar a las respuestas inmunitarias, intentando resultar fácilmente reconocible. Es difícil predecir si esto contribuyó de forma significativa al control virológico, pero sin duda ayudó al sistema inmunitario, ya que la mutación redujo la capacidad del virus de hacer copias de sí mismo, limitando así el número de copias circulantes del VIH.

Al analizar las respuestas de anticuerpos del hombre, se comprobó que no tenía anticuerpos ampliamente neutralizantes. Esto llevó a la conclusión de que su excelente control virológico no podía deberse a esta respuesta inmunitaria. Por último, examinaron el funcionamiento de sus células inmunitarias CD4 y CD8. Se descubrió que las células CD8 del hombre mostraban una respuesta muy fuerte frente a la proteína de recubrimiento del VIH. Esta proteína resulta esencial para que el virus pueda infectar nuevas células. Además, se comprobó que estos linfocitos presentaban una tasa de proliferación muy alta. Es decir, eran capaces de multiplicarse con mucha rapidez para cubrir la demanda del organismo en la lucha contra la infección.

Los autores consideran que este control virológico excepcional es fruto de la combinación de los dos factores señalados: una replicación viral más lenta unido a una respuesta celular de linfocitos CD8 más potente.

La conclusión de los autores es una buena noticia, ya que indica que el control virológico no dependería de un único conjunto de mecanismos, sino que existirían otras maneras de conseguirlo de forma independiente. El estudio de estos distintos mecanismos ofrecerá una idea más clara de cómo se produce el control inmunitario y, así, poder reproducirlo en otras personas con el VIH.

Fuente: Aidsmap/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: van Paassen PM et al. Virological and immunological correlates of HIV post-treatment control after temporal antiretroviral therapy during acute HIV infection. AIDS, online ahead of print, 12 September 2023. DOI: 10.1097/QAD.0000000000003722

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