La mala calidad de vida está vinculada con una peor tasa de supervivencia en pacientes que toman tratamiento anti-VIH

La baja calidad de vida relacionada con la salud está vinculada a un peor pronóstico en pacientes con VIH, según informa un equipo de investigadores holandeses en la edición del 15 de enero de Clinical Infectious Diseases.

Michael Carter

“Nuestros hallazgos sugieren que podría emplearse la calidad de vida asociada a la salud para valorar el pronóstico entre los pacientes con VIH, en combinación con otras variables demográficas y clínicas”, comentan los autores. “Estos resultados podrían ser interesantes tanto en países ricos como pobres en recursos”, añaden.

La terapia antirretroviral puede mejorar de forma significativa el pronóstico de las personas con VIH. Sin embargo, los fármacos anti-VIH actualmente disponibles no pueden erradicar el virus del paciente. Además, aunque el moderno tratamiento antirretroviral es potente, fácil de tomar y, en general, seguro, de todos modos puede afectar de forma negativa a la calidad de vida relacionada con la salud de la persona, ya que la terapia se prolonga durante toda la vida y puede provocar efectos secundarios indeseables.

Las evidencias provenientes de otras enfermedades sugieren que la calidad de vida vinculada a la salud puede tener un impacto sobre la supervivencia. Sin embargo, se han realizado pocos estudios sobre la relación entre esta medida y el pronóstico de los pacientes con VIH.

En consecuencia, un equipo de investigadores de la cohorte nacional holandesa del VIH ATHENA diseñó un estudio para comprobar si la calidad de vida relacionada con la salud afectaba a la expectativa de vida de 560 personas que estaban a punto de iniciar, o que ya tomaban, una terapia antirretroviral (TARV) combinada en el período de 1998 a 2000. Se hizo el seguimiento de la mortalidad en este grupo de pacientes hasta el fin de marzo de 2008.

Mediante el uso de un cuestionario especialmente diseñado, se midió la calidad de vida relacionada con la salud tal y como la percibía el propio paciente en diez áreas, como dolor, funciones físicas, actividades de la vida cotidiana y percepciones sobre la propia salud. También se valoró la salud mental del paciente gracias a un cuestionario aparte.

Los resultados fueron registrados en una escala de 0 a 100. A mayor puntuación, mayor calidad de vida relacionada con la salud. Los datos fueron divididos en cuartiles, teniendo el primer cuartil la puntuación más baja y el cuarto, la más alta.

Los responsables del estudio también reunieron detalles acerca de los antecedentes sociales y demográficos de los pacientes, así como su recuento de CD4 en el momento de entrar en el ensayo y de iniciar la terapia anti-VIH, la carga viral y el historial de tratamiento y sus resultados.

La mayoría de los pacientes (76%) eran hombres gays y el 83% eran de Holanda. El equipo de investigadores sugiere que éste constituyó un factor potencialmente limitante de su estudio.

La mediana en el recuento de CD4 en el momento de iniciar el tratamiento fue de 210 células/mm3 y la mediana de la carga viral en ese punto fue de 83.000 copias/mL.

El 72% de las personas ya tomaban terapia antirretroviral cuando fueron inscritas en el estudio.

Al final del período de seguimiento en marzo de 2008, habían fallecido 66 pacientes (12%).

La mortalidad estuvo asociada a la calidad de vida relacionada con la salud. Los pacientes cuyas puntuaciones se hallaban en el cuartil más bajo presentaron una tasa de mortalidad del 20%, frente a una tasa del 13% en el segundo cuartil, un 8% en el tercer cuartil y un 4% en el cuartil más alto. Estas diferencias fueron significativas (p <0,001).

Los participantes con peores puntuaciones de salud mental fueron más propensos a morir que los que registraron una mejor calidad de vida en este apartado (11% en el cuartil más bajo frente al 8% en el cuartil más alto), pero la diferencia no fue significativa.

Las causas de muerte fueron diversas, pero la tercera parte de todos los casos de mortalidad fueron atribuidos a patologías vinculadas al VIH, siendo la enfermedad cardíaca y pulmonar la segunda causa de fallecimiento más habitual (11%), seguida por los cánceres no asociados con el VIH (9%).

Cuando el equipo de investigadores examinó con más detalle sus resultados, encontró que una peor calidad de vida relacionada con la salud en las siguientes áreas estuvo asociada a un mayor riesgo de muerte: funciones físicas (p <0,001), dolor (p <0,001), actividades de la vida cotidiana (p <0,001), actividades sociales (p= 0,01) y salud general (p= 0,01).

Los autores también descubrieron que los pacientes que no respondieron a las preguntas sobre diversas variables también mostraron un mayor riesgo de muerte. Éstas fueron la función cognitiva (p= 0,01), molestias de salud (p= 0,03), vitalidad (p= 0,03), dolor (p= 0,04) y salud mental (p= 0,05).

El análisis estadístico evidenció que cada aumento de cinco puntos en la escala de calidad de vida relacionada con la salud redujo de forma significativa el riesgo de fallecimiento (cociente de riesgo [CR]: 0,8; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,7-0,9).

Entre los factores asociados de forma independiente con un mayor riesgo de muerte estuvieron la mayor edad, un recuento de CD4 inferior a 200 células/mm3 en el momento de iniciar el tratamiento y una carga viral detectable cuando se entró en el estudio.

“La calidad de vida relacionada con la salud declarada por el propio paciente constituyó un factor de predicción significativo e independiente de supervivencia entre las personas con VIH que recibían terapia antirretroviral de gran actividad [TARGA]”, comentan los responsables del estudio. “El componente físico de la calidad de vida relacionada con la salud siguió siendo un factor de predicción significativo incluso después de ajustar los cálculos en función de las características demográficas y clínicas”.

El equipo de investigadores sugiere que medir el estado de salud declarado por el propio paciente es importante, ya que “permite abarcar todo el abanico de síntomas, incluyendo signos sutiles de progresión de la infección”.

“La calidad de vida relacionada con la salud física ayuda a predecir la supervivencia a largo plazo en una población de pacientes con VIH que reciben TARGA con independencia de variables demográficas o clínicas”, concluyen los autores, quienes sugieren que esta información podría ser útil para los médicos a la hora de decidir el momento de iniciar el tratamiento antirretroviral.

Referencia: De Boer-van de Kolk IM, et al. Health-related quality of life and survival amongst HIV-infected patients receiving highly active antiretroviral therapy: a study of patients in the AIDS Therapy Evaluation in the Netherlands (ATHENA) Cohort. Clin Infect Dis. 2010;  50: 255-263.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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