Pruebas infantiles en el Reino Unido: Hay avances, pero aún queda mucho por hacer con niños mayores y los que viven fuera

La semana pasada, durante la conferencia conjunta de la Asociación Británica del VIH (BHIVA) y la Asociación Británica para la Salud Sexual y el VIH (BASHH), se presentaron una serie de pósteres donde se reflejaron los esfuerzos realizados para mejorar la detección del VIH en hijos nacidos de pacientes seropositivos. En conjunto, los estudios ofrecen una perspectiva de la magnitud del problema y dejan claro que existen retos específicos a la hora de garantizar que los niños mayores y los que viven en el extranjero se sometan a la prueba del VIH.

Roger Pebody

A lo largo de los dos últimos años, la atención se ha centrado en el tema de las infecciones no diagnosticadas en niños nacidos de progenitores con VIH, y se alcanzó el consenso de que todos los servicios de atención de este virus deberían poner en marcha sistemas sólidos para identificar y realizar pruebas a los hijos de todos los adultos que acuden a recibir atención.

Por otro lado, la importancia de este tema fue destacada en un póster presentado en la conferencia, que confirmó que existen algunas personas que contraen el VIH por transmisión vertical y sobreviven a lo largo de la adolescencia hasta llegar a la edad adulta.

En ese póster se expusieron los casos aislados de dos adultos (en ambos casos infectados por vía vertical, muy probablemente) en Uganda, que fueron diagnosticados de VIH en Londres, cuando ya tenían 20 años de edad. Los dos pacientes habían desarrollado cambios de comportamiento en años anteriores, pero fueron atribuidos a problemas de la adolescencia y, más adelante, ambos fueron diagnosticados de trastornos neurocognitivos asociados al VIH, al igual que de otros problemas de salud física. Una de las personas presentó un recuento de CD4 de 211 células/mm3 y la otra, de 17 células/mm3 (que murió con posterioridad).

En relación con la serie de pósteres en los que se describieron los esfuerzos para efectuar la monitorización y mejorar las pruebas a los hijos, algunos de ellos se refirieron a auditorías de la práctica anterior, mientras que otros se centraron en los resultados de los nuevos esfuerzos para preguntar a los pacientes sobre ese tema o hacer un seguimiento de los hijos para su diagnóstico.

Mientras que algunas clínicas decidieron examinar la cuestión únicamente en relación con sus pacientes femeninas, otras preguntaron a todos sus pacientes adultos si tenían niños. Una auditoría de la práctica anterior llevada a cabo por la Enfermería Real de Manchester llamó la atención sobre este tema. Se comprobó que, aunque al 95% de las pacientes de sexo femenino se les había preguntado acerca de los hijos, sólo se había interrogado al respecto al 70% de los hombres heterosexuales o bisexuales.

Por otra parte, pese a que la clínica era consciente de que varios pacientes de sexo masculino gays mantenían relaciones sexuales con mujeres, sólo se preguntó al 3% de los hombres gays acerca de tener hijos.

La proporción de pacientes que se comprobó que tenía hijos varió de una clínica a otra, según las características de los participantes y de si sólo se preguntó a las mujeres.

En el hospital St. George y dos clínicas asociadas en la zona sur de Londres, el 78% de las mujeres atendidas tenían hijos (473 madres informaron de un total de 1.092 hijos). En el Hospital Universitario Newham (zona este de Londres), donde se preguntó tanto a hombres como a mujeres, se registró que 531 pacientes tenían un total de 878 hijos.

En el Centro Mortimer Market -una clínica de la zona central de Londres que registra una mayor proporción de pacientes gays-, uno de cada cinco pacientes tenía un hijo (dando un total de 360 adultos con 750 hijos).

¿De cuantos hijos se informó que hubieran realizado la prueba? La respuesta es un intervalo de cifras, a menudo en el rango del 50 al 70%.

Por ejemplo, en el hospital St. George, el 60% de los hijos se habían sometido a la prueba, y en Newham, lo hicieron el 55% de todos los menores de 21 años. Un estudio de Norwich evidenció que, si bien el 92% de los hijos habían tenido una evaluación pediátrica en el mismo hospital, sólo en el 53% de los casos se había registrado el estado serológico al VIH del niño en las notas médicas de la madre.

El porcentaje más alto registrado para las pruebas a los niños (aunque sólo referido a los niños residentes del Reino Unido) fue del 92% en el Centro Mortimer Market.

Tres de los estudios informaron sobre la proporción de hijos de pacientes que vivían en el Reino Unido y, en cada caso, estos valores se situaron entre el 60 y el 69%. La mayor parte de los hijos que viven fuera del territorio británico residen en países africanos.

Además, se comprobó de forma constante que los que vivían fuera del país británico eran menos propensos a haberse sometido a la prueba del VIH que los que residían en él.

Por ejemplo, en Newham, el 33% de los hijos que viven en el extranjero habían realizado la prueba, frente al 68% de los residentes en el Reino Unido (una diferencia estadísticamente significativa). En el St. George, estos porcentajes fueron del 27% y 70%, de forma respectiva.

Es probable que el mal acceso a los servicios de tratamiento y realización de pruebas del VIH, así como el estigma, contribuyan a las menores tasas de realización de pruebas en los hijos residentes en África.

En un póster se indicó que, aunque los médicos preguntaron acerca de los hijos residentes en el extranjero y recomendaron que se sometieran a la prueba, en raras ocasiones se atendieron posteriormente esos consejos. Por otra parte, es posible que los hijos que en la actualidad viven en el extranjero se trasladen al Reino Unido en el futuro, lo que sugiere que puede ser necesario preguntar sobre ellos de forma continua, en lugar de constituir un acontecimiento aislado.

También se comprobó de forma repetida que la edad afectaba a la aceptación de la prueba. Pese a que a veces los hijos más pequeños pueden someterse a la prueba sin que entiendan la naturaleza de la misma, si la prueba la hace un niño mayor o un adolescente, por lo general esto supondrá que se revele el estado serológico al VIH de los padres.

Asimismo, es posible que los padres de un niño que ha vivido durante varios años crean que éste no tiene el virus.

En el hospital St. George, el 74% de los hijos de 18 años o más se sometieron a la prueba diagnóstica, en contraste con el 26% de los menores de esa edad. En el Centro Mortimer Market, donde las tasas de realización de los tests son elevadas, la mediana de edad de un hijo que necesita la prueba es de 22 años. Dos terceras partes de los que requieren la prueba tienen 15 años o más.

Sin embargo, diversos estudios sólo consideraron el número de hijos que precisaban efectuar la prueba que estuvieran por debajo de determinada edad (por ejemplo 18 ó 21 años). Por otra parte, resulta especialmente preocupante que haya adolescentes y adultos jóvenes que se quedan sin someterse al test diagnóstico, ya que es probable que mantengan relaciones sexuales y transmitan el VIH a una pareja sexual o a un posible bebé.

Aunque en todos los estudios una mayoría de los progenitores eran de origen étnico negro africano, algunos eran de otras etnias. El estudio del hospital St. George llevó a cabo un análisis para comprobar si las tasas de realización de pruebas variaban según la etnia y descubrió que no fue así.

Por último, un equipo del hospital St. Mary de Londres presentó los resultados de un nuevo servicio que ofrece pruebas en el punto de atención (rápidas) a los niños. A pesar de que las familias afirmaron que la realización de pruebas a los niños resultaba muy estresante, la posibilidad de disponer de los resultados el mismo día hizo que el proceso fuera más aceptable.

Referencias: Ross S, et al. Vertical HIV infection in young adults presenting with HIV-associated dementia. HIV Medicine 11 (supplement 1), P169.

St. George’s: Andrews S, et al. Testing children of mothers with HIV: experience from three southwest London HIV clinics. HIV Medicine 11 (supplement 1), P146.

Newham: Draeger E, et al. Use of a clinic-wide survey to promote HIV testing of at-risk children. HIV Medicine 11 (supplement 1), P150.

Mortimer Market: Woodward C, et al. Don’t forget the children – early results from implementing the guidance. HIV Medicine 11 (supplement 1), P143.

Manchester: Whitfield C, et al. Are we forgetting the children? Testing the children of HIV-positive parents. HIV Medicine 11 (supplement 1), P156.

Norwich: Serisha B, et al. HIV testing of children born to HIV-positive mothers – could we do better? HIV Medicine 11 (supplement 1), P158.

Birmingham: Millard J, et al. Assisting HIV testing of children of HIV-infected mothers in an adult HIV centre. HIV Medicine 11 (supplement 1), P162.

St. Mary’s: Newbould C, et al. Don’t forget the children – ongoing experience of a paediatric HIV unit using point-of-care tests in children born to HIV-positive parents – how far have we come? HIV Medicine 11 (supplement 1), P148.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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