La metadona reduce el riesgo de infección por VIH en más de la mitad

Un nuevo estudio concluye que esto debería traducirse en políticas para intentar maximizar el número de usuarios de drogas inyectables en los programas de sustitución de opiáceos

Miguel Vázquez
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La terapia de sustitución con metadona reduce el riesgo de transmisión del VIH en la población de usuarios de drogas inyectables (UDI), según concluye un estudio publicado recientemente en la edición digital de British Medical Journal. El análisis realizado reveló una reducción del 54% en el riesgo de infección por VIH en comparación con la incidencia habitual entre dicha población.

En el mundo viven alrededor de 16 millones de usuarios de drogas inyectables, y se calcula que la prevalencia de VIH en esta población está en torno al 40%. El uso de drogas inyectables sin protección constituye uno de los principales factores de riesgo de transmisión del VIH y se calcula que aproximadamente entre el 5 y el 10% de las infecciones por VIH en el mundo están relacionadas con esta práctica. Además, también hay que destacar que estas conductas de riesgo asociadas al consumo de drogas inyectables han estado detrás de la aparición de algunos de los repuntes registrados de forma reciente en la epidemia de VIH en Europa. Un enfoque estándar para el tratamiento de la adicción es el empleo de la terapia de reemplazo de opiáceos, utilizando metadona o buprenorfina.

A pesar de que existen muchas pruebas que sugieren que la terapia de sustitución de opiáceos reduce la morbimortalidad relacionada con el consumo de drogas, así como algunos de los comportamientos de riesgo entre las personas usuarias de drogas inyectables, hasta la fecha no se había efectuado una valoración cuantitativa del efecto de dicho tratamiento sobre la posibilidad de transmisión del VIH.

Los resultados de este estudio provienen de una colaboración internacional en la que tomaron parte científicos de EE UU, Canadá, Italia y Australia. El equipo de investigadores llevó a cabo un metanálisis de varios estudios (algunos de ellos no publicados) procedentes de EE UU, Canadá, Reino Unido, Austria, Italia, Tailandia, Puerto Rico y China. Su objetivo era determinar si existía alguna relación entre la terapia de sustitución de opiáceos y el riesgo de transmisión del VIH entre la población de UDI. Los estudios seleccionados para el metanálisis habían examinado de forma predominante a varones de entre 26 y 39 años de edad y registraron un total de 819 casos incidentes de infección por VIH en un total de 23.608 persona-años de seguimiento.

El análisis mostró pruebas claras de resultar beneficioso, y la tasa de infección fue de 0,46 respecto a la habitual en esta población (es decir, una reducción del 54%) y el intervalo de confianza del 95% estuvo entre 0,23 y 0,67 (p <0,001).

Sin embargo, los autores advierten que hubo una gran heterogeneidad entre los estudios que no quedaba explicada únicamente por la zona geográfica, el punto de inscripción o la provisión de incentivos. No todos los estudios incluyeron ajustes para tener en cuenta otros factores de confusión que podrían haber influido en la relación entre la terapia de sustitución y la infección por VIH. El equipo de investigadores señala que esto hace imposible poder determinar una “reducción de riesgo absoluta” de infección por VIH aplicable a todos los entornos.

No obstante, a pesar de las limitaciones, los autores también concluyen que dicha relación fue sólida y consistente cuando se hicieron más análisis.

Los resultados de este estudio vienen a sumarse a los de una revisión sistemática que descubrió que el tratamiento de sustitución reducía los comportamientos relacionados con un mayor riesgo de transmisión del VIH. Los autores consideran que, en conjunto, estos resultados ofrecen pruebas sólidas de que el tratamiento, al menos con metadona, consigue reducir tanto el comportamiento de riesgo como la probabilidad de adquirir el VIH.

Los autores, asimismo, indican que los beneficios de la terapia de sustitución probablemente se pierdan al interrumpir el tratamiento, sobre todo si no se sigue de forma voluntaria, o cuando estas personas vuelven a tomar drogas inyectables. Por último, concluyen que, en su opinión, los artífices de políticas deberían intentar maximizar la proporción de usuarios de drogas inyectables en los programas de tratamiento y promover su retención en los mismos.

Fuente: Science Daily / EATG.

Referencia: Gowing LR. "The role of opioid substitution treatment in reducing HIV transmission". BMJ 2012; 345: e6425.

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