Los proyectos para fomentar las pruebas usando redes sociales, eficaces en identificar infecciones no diagnosticadas

Una estrategia basada en iguales, en la que los pacientes con VIH animan a otras personas de sus círculos sociales a realizar la prueba del virus, ha demostrado ser un modo eficiente y eficaz de reducir el número de infecciones sin diagnosticar, según informa un equipo de investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, en sus siglas en inglés) en la edición de junio de American Journal of Public Health. Este enfoque funcionó mejor que la tradicional notificación a las parejas, y la prevalencia del VIH entre las personas que acudieron a hacerse la prueba fue elevada, superando el 5%.

Roger Pebody

La tradicional notificación a las parejas implica que las personas con VIH (a menudo cuando están recién diagnosticadas) identifican a sus parejas sexuales, a las que se procede a informar sobre su posible exposición al virus y se las anima a que se sometan a la prueba. Las parejas pueden ser contactadas por el personal sanitario [relativamente habitual en EE UU] o por la propia persona diagnosticada de VIH (más habitual en el Reino Unido).

El enfoque adoptado por los CDC no implicó contactar con las parejas sexuales, sino con amigos y otras personas de una red social que se creyera que pudieran estar en una situación de alto riesgo de infección por VIH. A las personas que decidieron realizar la prueba se las alentó para que convencieran a otras de su círculo social a fin de que también se la hicieran.

Aunque gestionados por los CDC, los proyectos de realización de pruebas fueron ejecutados por nueve organizaciones comunitarias en siete ciudades de EE UU (San Francisco, Washington, Boston, Nueva York, Filadelfia, Orlando y Lafayette). Cada organización comunitaria centró el proyecto en poblaciones específicas con altas tasas de infecciones sin diagnosticar, como las comunidades afroamericanas e hispanas, las personas sin hogar, los hombres que practican sexo con hombres (HSH), las personas heterosexuales en situación de alto riesgo, las personas transgénero y los usuarios de drogas inyectables (UDI).

El programa funcionaba del siguiente modo:

  • A los pacientes con VIH que ya estaban recibiendo servicios en la organización comunitaria se les invitó a participar en el proyecto y a convertirse en “reclutadores”.
  • Estos “reclutadores” recibieron información y preparación -empleando técnicas de dramatización- para desempeñar su papel respecto al modo de debatir el tema de la prueba con sus conocidos.
  • Los “reclutadores” fueron entrevistados para identificar a personas de su red social que pudieran estar en una situación de alto riesgo de infección por VIH.
  • Los “reclutadores” contactaron con sus conocidos y les recomendaron realizar counselling y pruebas del VIH.
  • Las personas que dieron positivo fueron derivadas a los servicios de atención adecuados.

Tanto las personas que dieron positivo como negativo en la prueba, pero cuyo comportamiento indicaba un alto riesgo de infección, fueron invitadas a convertirse en “reclutadores” e iniciar el ciclo una vez más.

Se emplearon incentivos para alentar la participación, pero fueron distintos según el proyecto. Por lo general, a cada reclutador se le daba un vale-regalo o un pase para el transporte público, por un valor aproximado de 10 dólares, por cada persona que consiguiera inscribir. Por su parte, el incentivo para las personas que realizaban la prueba y recibían los resultados tenía un valor de unos 5 dólares.

Entre los nueve proyectos, se contó con 422 “reclutadores” y 3.172 personas hicieron la prueba. Entre los que se sometieron a la prueba, 177 recibieron un diagnóstico de VIH, lo que supone una prevalencia del 5,6% entre las personas que realizaron la prueba como parte del proyecto. Esto es considerablemente superior a la prevalencia observada en otras sedes de prueba respaldadas por los CDC (2,4% en los centros de salud comunitaria; 2,2% en hospitales; 1,8% en entornos de trabajo social, etc.).

Además, con 177 diagnósticos nuevos para 422 reclutadores, se concluye que se precisaron 2,4 “reclutadores” por cada nuevo diagnóstico conseguido. Estas cifras se comparan de modo muy favorable con la media de nueve entrevistas de notificación a parejas necesarias para conseguir un nuevo diagnóstico.

En promedio, cada reclutador facilitó la realización de pruebas a unas siete personas, aunque la tercera parte no inscribió a nadie en absoluto. Los “reclutadores” que tenían VIH o eran HSH fueron más propensos que el resto de “reclutadores” a conseguir atraer personas con infecciones no diagnosticadas.

Se sabe que algo menos de dos tercios de los pacientes recién diagnosticados (111 de 177, el 63%) habían seguido las derivaciones médicas y acudido a los servicios de atención o apoyo.

Los autores consideran que, aunque el número de personas que acudió en cada sede a realizar la prueba fue limitado, la proporción de personas con infección no diagnosticada fue elevada. Consideran que sus hallazgos “evidencian que una estrategia basada en los iguales y orientada a las redes sociales puede constituir una poderosa herramienta en la identificación de personas con una infección por VIH no diagnosticada en poblaciones a las que puede ser difícil de llegar por otros métodos”. Consideran que esto supone “un importante logro en términos de salud pública”.

Referencia: Kimbrough LW, et al. Accessing social networks with high rates of undiagnosed HIV infection: the Social Networks Demonstration Project. Am J Public Health. 2009; 99: 1.093-1.099.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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