Buen nivel de supervivencia en pacientes con VIH diagnosticados de linfoma no de Hodgkin 

Dos terceras partes de los pacientes con VIH que desarrollan un linfoma no de Hodgkin siguen vivos un año después de este último diagnóstico, según informa un equipo de investigadores europeos en un estudio publicado en la edición digital de AIDS.

Michael Carter

Tener un bajo recuento nadir (el menor nivel histórico registrado) de CD4 estuvo relacionado con una peor supervivencia. De todos modos, los investigadores descubrieron que, en la era de la terapia antirretroviral combinada, más del 50% de los pacientes con VIH diagnosticados de un linfoma seguían vivos cinco años más tarde.

“Así, nuestros resultados respaldan el concepto de que la diferencia de supervivencia entre pacientes diagnosticados de linfoma no de Hodgkin con y sin VIH se está reduciendo”, comentan los autores.

El linfoma no de Hodgkin es un cáncer definitorio de sida y una importante causa de muerte en pacientes con VIH. Desde la introducción del tratamiento antirretroviral eficaz, se ha producido un descenso en el número de nuevos casos de este tipo cáncer en personas con VIH, así como una mejora en el pronóstico de los pacientes en los que se diagnosticó.

Investigaciones previas habían revelado que diversos factores relacionados con el VIH influyen en el pronóstico de los pacientes que desarrollan un linfoma en la era del tratamiento antirretroviral. Entre ellos, tener un bajo recuento de CD4, una carga viral elevada y un historial previo de enfermedades definitorias de sida. También se evidenció que algunos factores importantes de pronóstico del curso de la enfermedad en pacientes sin VIH -como por ejemplo la edad- eran importantes en los resultados de los pacientes con el virus.

Para entender mejor el pronóstico de los pacientes con VIH que desarrollan un linfoma no de Hodgkin, además de los factores relacionados con este hecho, un grupo de investigadores del grupo de estudio Colaboración de Investigación Epidemiológica Observacional del VIH de Europa (COHERE) efectuó un análisis para el que contó con pacientes de 33 estudios de cohorte.

El análisis de los investigadores contó con 67.659 pacientes, de los que 849 desarrollaron un linfoma no de Hodgkin. Todos fueron diagnosticados de cáncer después de enero de 1998 y ninguno había recibido tratamiento anti-VIH antes de dicha fecha. De estos pacientes, el 10% recibió el diagnóstico de un linfoma primario en el cerebro y otro 10%, de un linfoma de Burkitt.

El equipo de investigadores distribuyó a los pacientes en tres grupos en función de su experiencia previa en tratamientos antirretrovirales en el momento del diagnóstico de cáncer: 1) no habían recibido tratamiento anti-VIH, 2) lo habían tomado durante menos de 90 días, ó 3) lo habían recibido durante más de 90 días.

En general, los pacientes tenían una mediana de edad de 41 años y el 82% eran hombres. El 43% de los pacientes no había sido diagnosticado de linfoma no de Hodgkin antes de iniciar el tratamiento antirretroviral. De los pacientes diagnosticados cuando tomaban terapia anti-VIH, el 14% la había recibido durante menos de 90 días.

La mediana en el recuento de CD4 en el momento del diagnóstico del linfoma no de Hodgkin era baja: 114 células/mm3. Esto estuvo acompañado por una carga viral elevada (mediana: 181.000 copias/mL). Sin embargo, la viremia fue menor en los pacientes que recibían tratamiento anti-VIH (menos de 90 días: 126.000 copias/mL; más de 90 días: 121 copias/mL).

De los 763 pacientes con linfoma no de Hodgkin sistémico, 283 (37%) murieron. La proporción que sobrevivió un año fue del 66%, mientras que a los 5 años del diagnóstico de cáncer seguían vivos el 54% de los pacientes.

Un total de 38 de los 84 pacientes (45%) diagnosticados de linfoma primario en el cerebro murieron. La proporción que sobrevivió un año fue del 54%, aunque los datos fueron demasiado escasos como para calcular la supervivencia a cinco años.

El análisis estadístico evidenció que haber tenido un recuento mínimo histórico (nadir) de CD4 inferior a 25 células/mm3 estuvo relacionado de forma significativa con una peor prognosis (cociente de riesgo ajustado [CRA]: 1,64; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,18-2,29). Tener una mayor edad en el momento del diagnóstico también se asoció con una peor supervivencia, al igual que el uso de drogas inyectables (CRA: 1,55; IC95%: 1,08-2,21).

El diagnóstico de un linfoma primario en el cerebro, asimismo, se relacionó con una peor supervivencia (CRA: 1,50; IC95%: 1,01-2,23).

El equipo responsable del estudio también descubrió que los pacientes que habían tomado tratamiento durante más de 90 días en el momento del diagnóstico del linfoma presentaban un peor resultado (CRA: 2,02; IC95%: 1,56-2,61). Los autores sugieren que es probable que los linfomas que se desarrollan una vez iniciada la terapia antirretroviral sean más agresivos. Por ejemplo, los pacientes que desarrollaron el agresivo linfoma de Burkitt a menudo mostraban un recuento de CD4 en el entorno de las 200 células/mm3.

“En la era de la terapia antirretroviral combinada, dos terceras partes de los pacientes diagnosticados de linfoma sistémico no de Hodgkin relacionado con el VIH sobreviven más de un año tras el diagnóstico”, concluye el equipo de investigadores. Y añade: “El tener un nivel de inmunodeficiencia más avanzado es el factor de riesgo de muerte predominante en pacientes con linfoma no de Hodgkin asociado con el VIH”.

Referencia: The COHERE study group. Prognosis of HIV-associated non-Hodgkin lymphoma in patients starting combination antiretroviral therapy. AIDS (online edition), 2009.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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