El uso de las directrices de tratamiento en la consulta

Un estudio estadounidense muestra que seguir las recomendaciones mejora los resultados

Juanse Hernández
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En el ámbito de la infección por VIH, las directrices o recomendaciones médicas son documentos de consenso que orientan a los médicos en el tratamiento estándar de las personas con VIH. Este tipo de texto lo elabora un grupo de expertos que ha sido designado por las autoridades gubernamentales y/o las sociedades científicas y su uso, por lo general, está circunscrito al país o región en que se aplican las directrices. Así, podemos encontrar recomendaciones españolas, estadounidenses, británicas o europeas, entre otras. Si bien es cierto que no es un documento de obligado cumplimiento y que los profesionales de la salud tienen la libertad de elegir la opción de tratamiento que consideren más adecuada para sus pacientes, las directrices sí que les ofrece un marco de referencia útil en el que moverse.

Según un estudio publicado en la edición de 20 de diciembre de 2007 de The Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes, las mujeres con VIH cuyos médicos siguieron las recomendaciones estadounidenses de tratamiento mostraron mejores resultados en términos de recuento de CD4 y carga viral que las mujeres cuyos facultativos les prescribieron regímenes de tratamiento que no estaban recomendados o contemplados en las directrices.

Jennifer Cocohoba, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de California (San Francisco, EE UU), y sus colaboradores analizaron los historiales médicos de las mujeres inscritas en el Estudio Interagencias del VIH en Mujeres (WIHS, en sus siglas en ingles) y seleccionaron a 217 mujeres con VIH que iniciaron por primera vez tratamiento antirretroviral entre abril de 1998 y octubre de 2004.

El equipo de expertos clasificó a las participantes en tres categorías. La primera incluyó a mujeres cuyos médicos les habían prescrito pautas antirretrovirales consideradas como preferentes o alternativas según las directrices de tratamiento del VIH del Departamento de Salud y Servicios Sociales de EE UU (DHHS, en sus siglas en inglés) y que estaban en curso en el momento en que las mujeres iniciaron el tratamiento. La segunda categoría incluyó a mujeres que tomaban regímenes no recomendados específicamente por las directrices del DHHS. Por último, la tercera categoría estuvo integrada por las mujeres a las que se les habían prescrito regímenes antirretrovirales que ni siquiera estaban contemplados en las directrices.

La mayoría de las mujeres a las que se les prescribió un régimen recomendado estaba tomando una combinación de tres medicamentos que incluía dos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) más un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN), una combinación de tres ITIN o dos ITIN más un inhibidor de la proteasa (IP). Algunos ejemplos de pautas que las directrices no recomendaban son la toma de un único medicamento (monoterapia), de dos (biterapia) o de una combinación de fármacos de los que se conocen sus interacciones negativas. Entre las pautas de tratamiento que no aparecían listadas en las directrices y que tomaban algunas mujeres se incluyen las combinaciones de cuatro medicamentos antirretrovirales.

Los resultados muestran que las mujeres cuyos médicos siguieron las directrices experimentaron un aumento medio en el recuento de CD4 de 181 células/mm3 los primeros dos años tras el inicio de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) en comparación con el recuento de 144 células/mm3 en las mujeres que tomaban regímenes no contemplados en las directrices y de sólo 21 células/mm3 en aquéllas cuyas pautas no recomendaban las directrices.

La tendencia fue similar en términos de respuesta virológica. Un 61% de las mujeres cuyos médicos siguieron las recomendaciones de las directrices tuvo la carga viral indetectable dos años después de empezar el tratamiento en comparación con un 56% de las que comenzó un tratamiento no contemplado en las directrices y con sólo un 33% de aquéllas cuyos regímenes no estaban recomendados por las directrices.

El uso de regímenes no recomendados por las directrices se asoció con el centro donde recibían tratamiento, un recuento más alto de células CD4 antes de iniciar la terapia, un nivel más bajo de ARN del VIH y comenzar a tomar tratamiento antes de 2001.

Según los investigadores, los resultados del estudio son muy significativos, dado que sólo a un 53% de las mujeres del estudio se les prescribió una pauta de tratamiento recomendada por las directrices del DHHS. La proporción de mujeres que comenzaron a tomar un régimen inicial no recomendado por las directrices fue mayor de lo que los investigadores esperaban. El uso de tales regímenes se asoció con una mayor incidencia de cambio de tratamiento y con resultados inmunológicos y virológicos más pobres a corto plazo.

Fuente: Aidsmeds.com / Elaboración propia.
Referencia: Cocohoba, J. et al. Consistency of Inicial Antiretroviral Therapy with HIV Treatmente Guidelines in a US Cohort of HIV-Infected Women. The Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. Publish Ahead of Print, December 20, 2007.

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