TARGA no incrementa las anomalías congénitas en niños

Un estudio relaciona AZT con hipospadia, pero no es concluyente

Núria Rodriguez
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Aunque los fármacos anti-VIH se han mostrado generalmente seguros para las madres y para sus hijos,su potencial toxicidad para el feto es un tema que requiere atención y vigilancia. Con esta intención, un estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional de Salud de los EEUU, estuvo revisando y recopilando información acerca de los defectos congénitos de más de 2.500 niños nacidos de madres que en su mayoría tomaron terapia antirretroviral durante el embarazo entre los años 1994 y 2004 en varios centros del país.

El equipo del estudio dividió a las 2.583 mujeres en tres grupos, según hubieran tomando o no terapia y en qué momento: mujeres que tomaron terapia durante el primer trimestre: 800; mujeres que la hubieran tomando durante el segundo y el tercer trimestre: 1.205; mujeres que no tomaron terapia: 783.

La edad promedio de las mujeres fue de 28 años. Las componentes del grupo que no tomó medicación para el VIH tuvieron más probabilidad de consumir cigarrillos, sustancias ilegales o alcohol durante el embarazo y de tener más de 500 células CD4 en el momento de ser seleccionadas para entrar en el estudio. En cambio, las mujeres que tomaron terapia durante el primer trimestre fueron más propensas a tener recuentos de células CD4 inferiores a 200 y estar tomando profilaxis para infecciones oportunistas.

Un total de 2.353 mujeres dio a luz a 2.527 niños vivos a lo largo del tiempo que abarca el estudio (algunas mujeres tuvieron más de un bebé). El resto de mujeres tuvo bebés que nacieron muertos, abortos espontáneos o interrupciones voluntarias del embarazo.

En términos generales, los análisis obtenidos en el estudio arrojaron índices relativamente bajos de defectos congénitos: 3,2 defectos por cada 100 nacimientos vivos en el grupo del primer trimestre; 3,5 defectos por cada 100 nacimientos vivos en el  grupo del segundo y tercer trimestre; y 4,1 defectos por cada 100 nacimientos vivos en el grupo de mujeres que no tomaba terapia.

Sin embargo, un pequeño número de mujeres (siete) que tomaron TARGA durante el primer trimestre de embarazo presentó un incremento del riesgo de dar a luz niños varones con anomalías genitales congénitas.

Los investigadores evaluaron los diferentes tipos de defectos congénitos ocurridos a lo largo del estudio y hallaron una relación estadística entre AZT y la hipospadia, una anomalía genital masculina congénita. No obstante, estos resultados no fueron concluyentes y tal vez se podrían atribuir al uso de un análisis estadístico inadecuado.

La hipospadia es una anomalía genital masculina por la que la desembocadura de la uretra -canal que conecta la vejiga con el exterior del cuerpo a través de un orificio situado en el glande- se desarrolla en otros puntos del eje del pene, en el escroto o incluso cerca del ano. Esta anomalía se corrige con cirugía.

Sin embargo, podrían existir otras razones que dieran cuenta de este ligero incremento de hipospadia que no fuera el uso de AZT, aparte de un sesgo estadístico. En primer lugar, datos recientes procedentes del Este de Asia, Europa del Oeste y EE UU ponen de manifiesto un mayor número de casos de hipospadia en las dos últimas décadas (1 de cada 300 niños nacidos de madres sin VIH). Si se utilizaran estos datos, los índices de hipospadia observados en el estudio estarían dentro del rango de incidencia de esta anomalía congénita en la población general.

Se desconoce la razón del aumento generalizado de esta anomalía, pero una teoría apunta hacía el efecto de ciertos contaminantes ambientales sobre el feto. Tales agentes imitan la acción de los estrógenos (hormona sexual femenina) pudiendo conducir a una afectación en la formación y en el desarrollo del pene.

La evolución del bebé también puede verse afectada si durante el primer trimestre las mujeres han tomado anti-fúngicos (medicamentos para tratar hongos) como al parecer sucedió con frecuencia. Estos fármacos pueden reducir los niveles testosterona o tener efectos parecidos a los de los estrógenos.

En cualquier caso, los autores llegan a la conclusión de que, pese a las dudas sobre la hipospadia, cuyo impacto es muy limitado y corregible, los beneficios de la terapia del VIH para las mujeres y sus bebés siguen superando los riesgos para cualquiera de los dos.

Fuente: CATIE-News/ elaboración propia

Referencias: Ogilvie GS, Palepu A, Remple VP, et al. Fertility inventions of women of reproductive age living with HIV in British Columbia, Canadá. AIDS 2007 January; 21 (Supplement 1):s83-8.

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