Mayor prevalencia de problemas óseos en personas con VIH

Tanto la infección como el tratamiento influyen en la debilidad de los huesos

Joan Tallada
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Una revisión de la literatura científica que abarca varios estudios sugiere que la prevalencia de osteoporosis en personas con VIH es tres veces superior en comparación con las personas sin VIH. El repaso, llevado a cabo por Todd Brown de la Universidad Johns Hopkins y Roula Qaqish de Laboratorios Abbott, sugiere que las personas con VIH tratadas con antirretrovirales tenían más probabilidad de experimentar una reducción de la fortaleza de los huesos que quienes no tomaban terapia.

El hueso consiste en dos importantes componentes: el colágeno y el mineral, siendo el primero el principal. El colágeno, efectivamente, suministra una estructura ligera aportando la flexibilidad que el hueso necesita. El componente mineral por su parte incluye calcio y fosfato y sirve para endurecer la estructura de colágeno.

Los dos principales problemas que afectan al metabolismo de los huesos son la osteoporosis y la osteopenia. La osteoporosis es una reducción significativa del mineral óseo que se conoce como pérdida de densidad mineral ósea (DMO), diagnosticada por una prueba denominada escáner DEXA, que implica un aumento del riesgo de factura. Aunque el riesgo de fractura puede afectar a cualquier hueso del cuerpo, es mayor en la muñeca, la cadera o la espina dorsal.

En cambio, la osteopenia es un estadio menor de la pérdida ósea. Pese a que no se asocia con un aumento del riesgo de fractura, es un indicador de que la DMO es inferior a lo que debería ser normal. Con el tiempo, la osteopenia puede progresar a osteoporosis.

Ha habido varios informes y estudios además de comunicaciones por parte de especialistas clínicos sobre la reducción de la DMO en personas con VIH. No obstante, dado el pequeño tamaño de los estudios y las contradicciones entre los especialistas, todavía no ha sido posible determinar de forma adecuada si el descenso de la DMO es más común en personas con VIH en comparación con quienes no tienen el virus.

Es más, cuando empezó a emerger este problema, las investigaciones apuntaron a que la osteopenia y la osteoporosis eran efectos secundarios del tratamiento antirretroviral, en concreto de los inhibidores de la proteasa (IP). Sin embargo, hay que tener en cuenta otros importantes factores que pudieran influir en este fenómeno: activación inmunitaria crónica, la edad, el índice de masa corporal, el hábito de fumar y el de beber alcohol. Además, ha habido otros estudios que no han encontrado relación entre el tratamiento del VIH y una baja DMO.

A partir de estas reflexiones, Brown y Qaqish han llevado a cabo una detallada revisión de la literatura que abarca 20 estudios sobre DMO realizado en los últimos cinco años. Las características de los estudios permiten comparaciones entre personas con y sin VIH y entre personas con VIH que toman o no tratamiento antirretroviral.

Se emplearon once estudios para comparar personas con VIH y sin VIH. De las 884 personas con VIH en estas 11 investigaciones, 593 (67%) tenían una DMO reducida, y de éstas 135 (15%) osteoporosis. En comparación con las 654 personas sin VIH que constituían el grupo control, las que sí tenían VIH presentaban un aumento del riesgo de DMO reducida de 6,4 veces, siendo el incremento de riesgo para osteoporosis de 3,7 veces.

Se consideraron 10 estudios para comparar los índices de DMO reducida en personas con VIH que tomaban tratamiento antirretroviral y en quienes todavía no. De entre las 824 personas que seguían terapia para el VIH en estos estudios, había una mayor prevalencia de DMO reducida frente a quienes no tomaban medicamentos antirretrovirales. Además, al realizar el promedio de los resultados de siete estudios de los que se disponían los datos correspondientes, se observó un aumento del riesgo de osteoporosis de 2,4 veces en personas en tratamiento antirretroviral en comparación con quienes no tomaban terapia.

Finalmente, se utilizaron 14 estudios para comparar la prevalencia de una DMO reducida en personas con VIH que tomaran IP frente a quienes no los tomaran. En resumen, se puede decir que había una prevalencia mayor de DMO reducida entre las 791 tratadas con IP en comparación con quienes no tomaban IP. El riesgo de osteoporosis fue 1,6 veces superior con el empleo de IP que sin él. 

A partir de estos datos, Brown y Qaqish llegan a la conclusión de que la prevalencia media de osteoporosis de la que informan estos estudios es del 15% para personas con VIH, que es tres veces superior al observado en personas sin VIH. Además, parece que las personas en tratamiento y quienes toman IP presentan un mayor riesgo de DMO reducida y de osteoporosis que quienes no tienen VIH, no siguen terapia antirretroviral o no toman IP.

No obstante, los autores recuerdan que no se pudo determinar con claridad la influencia de otros potenciales factores de riesgo importantes, por lo que, como ya es costumbre, finalizan su texto afirmando la necesidad de nuevos estudios que analicen con más detalles estas interrelaciones.

Fuente: AIDSmeds.com
Referencia: Brown TT, and Qaqish RB. Antiretroviral therapy and the prevalence of osteopenia and osteoporosis: a meta-analytic review. AIDS 20:2165-74, 2006.

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